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La fiscal eleva la pena para la 'envenenadora de Melilla' a 84 años

Considera que en el juicio quedó probado que la mujer se ensañó con el hijo que sobrevivió

El juicio contra Francisca Ballesteros, de 36 años, conocida como la envenenadora de Melilla por tres asesinatos consumados y otro en grado de tentativa quedó ayer visto para sentencia tras tres jornadas de vista oral. En sus conclusiones definitivas, la fiscal elevó en cinco años, hasta los 84, su petición de pena para Ballesteros, al entender que en el juicio quedó acreditado el ensañamiento hacia el único hijo superviviente de la acusada, que tiene ahora 14 años.

La fiscal mantuvo su petición de 20 años para cada uno de los dos delitos de asesinato con alevosía cometidos respecto de su hija Florinda, de tanto sólo cinco meses, en 1990, y de su marido Antonio González Barribino, de 42 años, cometido en enero de 2004, y 25 años por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento respecto de su hija Sandra de 15 años, que falleció en junio de 2004.

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Por el intento de asesinato del otro hijo la fiscal pidió 19 años de prisión en vez de los 14 iniciales, al sumar la agravante de ensañamiento, ya que al daño físico también se le une el "daño moral" al que fue sometido el menor durante los meses en los que estuvo siendo envenenado con un medicamento contra el alcoholismo.

"Crímenes execrables"

El Ministerio Público calificó todos estos crímenes como "execrables" y reconoció que "ninguna pena podrá devolver" ya la vida al marido y las hijas de la presunta parricida. Aseguró que ha quedado demostrado que la acusada suministró medicamentos en las comidas y bebidas de su familia, para causarles la muerte a todos ellos e iniciar una nueva vida "con los muchos novios que tenía por Internet", con uno de los cuales llegó a planear casarse.

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El perito psiquiatra testificó en el juicio que la mujer actuó en pleno uso de sus facultades mentales.

Por su lado, la defensa pidió para Francisca Ballesteros una reducción de pena por "arrepentimiento espontáneo" en los asesinatos de sus hijos pero no en el del marido, y "colaboración con la justicia" en todos ellos. A este respecto, la fiscal considera en cambio que no ha lugar a considerar esa circunstancia atenuante porque la mujer sólo confesó cuando ya sabía que se había iniciado el procedimiento contra ella.

Para el caso de la bebé muerta en 1990, la defensa solicita la absolución porque asegura que no ha quedado probado que la mujer acusada la hubiera asesinado.

Ballesteros, en su derecho a decir la última palabra, se limitó a expresar su conformidad con lo alegado por su abogado.

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