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Reportaje:

El lado oscuro de la fiebre motera

Usuarios, marcas y DGT se conjuran para frenar la escalada de muertes en moto, el único vehículo con el que sube la siniestralidad

El pasado 25 de marzo, un abarrotado circuito de Jerez aguardaba con impaciencia el inicio de la carrera de 250 centímetros cúbicos. La afición esperaba una nueva exhibición del campeón mundial de la categoría, Jorge Lorenzo, que 26 vueltas después cruzó la meta en cabeza. Pero ese día, el mallorquín no se ganó la admiración de los amantes de las dos ruedas por hacer lo de siempre, correr y ganar, sino por solidarizarse con los moteros de a pie. Mientras aguardaba en la parrilla de salida a que el semáforo se pusiera en verde, Lorenzo sacó una pancarta de apoyo al movimiento contra los quitamiedos. Otros pilotos, como Héctor Barberá o Álvaro Bautista, también exhibieron ante las cámaras el lema "guardarraíles asesinos", alejándose de la típica imagen del deportista de élite, tan valiente para jugarse la vida sobre el asfalto como timorato a la hora de meterse en berenjenales reivindicativos.

El 88% de las víctimas pilota máquinas de gran cilindrada, cuyas ventas se han disparado
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30 muertos en las carreteras durante el fin de semana, ocho más que en el mismo periodo de 2006
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Los moteros no tardaron en colgar en sus foros de Internet las fotos de sus ídolos con la pancarta. Para ellos, el apoyo de alguien como Lorenzo es todo un éxito. Pero el gesto del campeón también es un reflejo de que algo no va bien. En los últimos cuatro años, las cifras de siniestralidad no han parado de descender en todos los vehículos excepto en uno: las motocicletas. Ni siquiera el carné por puntos, que en su primer año en vigor ha contribuido a reducir las muertes en un 14%, ha podido invertir una tendencia que va a peor.

Entre enero y julio de 2007 han muerto 244 motoristas, 53 más que en el mismo período del año pasado. Un incremento del 28%, frente a un descenso del 12% en el total de vehículos. El último mes ha sido especialmente trágico: 54 fallecidos, 20 más que hace un año. Claro que ahora hay muchas más motos circulando por las ciudades y carreteras. Las matriculaciones se duplicaron en 2004 y en 2005, y aumentaron un 30% en 2006. Pero incluso en términos relativos, las cifras son escalofriantes: la tasa de muertos por millón de vehículos ha bajado de 159 a 104 desde 2003. En el caso de las motos, se ha elevado de 83 a 93.

Viendo que sus semejantes caen como moscas, los motoristas han salido a la calle para reclamar más seguridad, dirigiendo sus iras contra los guardarraíles, que causan amputaciones o incluso la muerte a quien choca contra su base cortante. Pero las estadísticas de la Dirección General de Tráfico (DGT) muestran que se producen muchos más accidentes mortales en los que la moto, y no el motorista, se sale de la carretera. En julio, sólo tres de las 54 víctimas chocaron contra un guardarraíl.

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"Hay que huir de la búsqueda de un culpable concreto", advierte el director general de Tráfico, Pere Navarro. No se refiere sólo a los quitamiedos, porque el incremento de los accidentes ha dado pie a otras teorías "maniqueas", según Navarro. Por ejemplo, las que aseguran que las muertes se han disparado desde que, en 2004, una normativa europea permite llevar motos de hasta 125 cc sin aprobar un examen específico. Basta con poseer el permiso de automóvil tres años, lo que ha plagado las carreteras de moteros sin experiencia.

Es innegable que la convalidación del carné ha ayudado a triplicar las matriculaciones de entre 75 y 125 cc (38.665 en 2004, 125.410 en 2006). Pero los conductores de pequeñas y medias cilindradas sólo representan el 12% de los fallecidos de este año. El 88% restante iba a bordo de máquinas de 500 cc como mínimo, y uno de cada tres muertos llevaba un motor de 750 cc o incluso más potente. La asociación Mutua Motera interpreta que la convalidación del carné ha actuado como trampolín para muchos novatos que, tras engancharse a la pasión por las dos ruedas a bordo de una 125, dan el salto a las grandes cilindradas en busca de emociones más fuertes. "Eso sin contar los que se trucan la moto para que tenga 200 caballos", advierte el presidente de la Mutua, Juan Manuel Reyes. Con una visita al taller, cualquiera puede ponerse al mando de una bestia "como la que pilota Valentino Rossi". Pero una moto, precisa Reyes, no es lo mismo que un coche: "Se necesitan habilidades y prudencia para afrontar las situaciones de riesgo".

La fiebre motera también se ha extendido al segmento superior a los 500 cc, que ha pasado de 43.245 unidades vendidas en 2004 a 85.718 en 2006. La mayoría de los vehículos siniestrados, dos de cada tres, no son antiguallas, sino modelos adquiridos en los últimos tres años. El auge de las grandes cilindradas, según presume Pere Navarro, se debe al desarrollo económico alcanzado por España: "Parece que es una moda de país rico", sentencia el director general.

El perfil habitual de la víctima tampoco es el del jovenzuelo que se estrella en una noche de fiesta. El accidente tipo lo sufriría un hombre de 35 años que un fin de semana de verano, aprovechando el buen tiempo, se lanza a las carreteras secundarias en busca de esa sensación de libertad que sólo le ofrece su máquina de 600 cc.

En el caso de los ciclomotores, las víctimas no son sólo adolescentes. El transporte preferido de los más jóvenes es también el de los de más edad: el 29% de los fallecidos pasa de 70 años. Eso sí, las cifras son más alentadoras: los muertos han bajado casi un 25% respecto a los siete primeros meses del año anterior.

La siniestralidad es el reverso oscuro de la motomanía que vive España, el segundo mercado europeo de las dos ruedas, por detrás de Italia. Hoy en día, más de cuatro millones de motocicletas y ciclomotores -el 14,5% del parque- circulan por las carreteras españolas, donde uno de cada seis fallecidos viaja en moto. Si sigue la mala racha, la DGT teme que en 2010 sean uno de cada tres. Para evitarlo, Tráfico prepara un plan estratégico, con la ayuda de usuarios, fabricantes y el resto de agentes implicados, que tratará de buscar soluciones a un problema que afecta a todo el continente: en la UE, los accidentes crecieron un 22% entre 1995 y 2004.

Personal del Samur atiende a un motorista que resultó herido en Madrid tras sufrir un accidente en mayo de 2005.
Personal del Samur atiende a un motorista que resultó herido en Madrid tras sufrir un accidente en mayo de 2005.EFE

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