_
_
_
_
_
Las batallas internas en el PP

De posible consejero a militante suspendido

"Todos en el partido tenemos por Ricardo Costa el mayor respeto y avalamos su excepcional gestión". El presidente valenciano, Francisco Camps, volvió ayer a dejar estupefactos a quienes le escucharon valorar la decisión de Génova de suspender de militancia a quien fue su mano derecha en el PP y portavoz en las Cortes Valencianas. No menos estupefactos quedaron por la tarde los asistentes a la inauguración de un nuevo edificio de la Ciudad de las Artes de Valencia cuando Camps anunció su deseo de "hacer alguna vez, en Castellón, Valencia y Alicante, unos Juegos Olímpicos".

La decisión de la dirección nacional del PP representa una desautorización en toda regla a Camps, que ha intentado salvar la figura de Ricardo Costa de manera sistemática. La semana pasada, el presidente valenciano llegó a afirmar en el Parlamento: "Costa, efectivamente, ha actuado bajo las directrices del PP de España y de la Comunidad Valenciana". La frase hizo removerse en sus asientos a los cargos del PP, especialmente a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá.

Más información
La debilidad de Camps fortalece a barones próximos a Aguirre
Cospedal: "Las declaraciones de Cobo son inaceptables; las de Costa, peor"
Costa intenta convencer al PP de que le readmita como militante
El PP valenciano rechaza la suspensión de militancia de Costa

Aún así, Camps intentó, hasta el pasado miércoles, convencer a Costa de que renunciase a su pretensión de lograr el respaldo público de Génova y ser ratificado como secretario general de los populares valencianos. A cambio, según distintas fuentes del PP, Camps ofreció en varias ocasiones a Costa la posibilidad de entrar en el Gobierno valenciano. Una fórmula con la que el presidente valenciano pretendía dar satisfacción a Costa y callar a los presidentes provinciales, que reclaman cambios en un gobierno cada vez más inoperante.

Costa no cedió. Y ayer, en su primera reaparición pública en las Cortes valencianas, descendió de su escaño -el número 98, ubicado al final de la última fila de la bancada popular- para saludar a Camps. Tras acabar la sesión de control, Camps salió escopetado y Costa comunicó al equipo del presidente que iba a lanzar un nuevo órdago a Génova. Entre sus razones, el agravio comparativo respecto al trato dispensado en el PP al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo. La tormenta desatada a partir de ese momento no fue obstáculo para que Camps avalase de nuevo a Costa. Esta vez con Barberá y otros cargos del PP guardando algo más que una prudente distancia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_