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Las tensiones se multiplican en el campo andaluz

La crisis ha multiplicado las tensiones en el campo andaluz. La recogida de frutas y hortalizas, hasta ahora realizada por inmigrantes de múltiples nacionalidades, está siendo copada por trabajadores andaluces. Miles de inmigrantes esperan desesperados en las esquinas para ser contratados por los patrones, pero el aluvión desde distintas comunidades y la falta de demanda del mercado hace imposible su contratación.

Unos 5.000 inmigrantes se encuentran deambulando en Andalucía en busca de un trabajo que se les resiste en la agricultura. La mayoría de ellos vaga por pueblos de Jaén y Córdoba, provincias donde esta semana se inicia la recogida de la aceituna. Otros años, la mano de obra extranjera era imprescindible para salvar las cosechas, pero esta campaña los empresarios han recurrido a los excedentes laborales de sectores como la construcción. Más de 20.000 parados andaluces están inscritos para las campañas agrícolas.

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El peregrinar de este ejército de desesperados comenzó en Jaén, donde hace unas semanas empezaron a saturarse las 800 plazas de los 20 albergues públicos. Centenares de inmigrantes durmieron en la calle pese a las gélidas temperaturas de las últimas semanas. Algunos ayuntamientos habilitaron pabellones deportivos para mitigar la situación y las organizaciones sociales se vieron desbordadas.

Traslados a Córdoba

Los ayuntamientos jiennenses pagaron los billetes de autobús para los inmigrantes, pero la consecuencia fue trasladar la presión migratoria a Córdoba, donde tampoco hay trabajo porque los rumanos contratados en origen copan los jornales. La próxima parada será la campaña de la fresa de Huelva.

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Mientras, las tensiones en la Vega del Guadalquivir sevillana se han multiplicado porque los manigeros contratan a ciertas cuadrillas de inmigrantes, que trabajan por salarios por debajo de convenio.

En Almería, decenas de inmigrantes se agolpan estos días en plazas, esquinas y rotondas para ser contratados como braceros. En el Poniente almeriense conviven unos 150.000 inmigrantes, la mitad de ellos documentados, según cálculos de diversas organizaciones. En localidades como El Ejido, Vícar o Roquetas de Mar conviven más de 70 nacionalidades. Y la disputa para trabajar en los invernaderos es cada vez más dura.

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