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Mel Gibson, punto final

"Mi carrera se ha acabado", admite el actor tras reconocer que maltrató a su ex mujer y quedarse sin agencia de representación a raíz de unas declaraciones racistas

"Mi carrera se ha acabado, no tengo amigos". La confesión telefónica pertenece a Mel Gibson (Nueva York, 1956) después de reconocer -"te lo merecías", se lo oye decir en la tercera grabación publicada por la web radaronline.com- que había agredido a su ex mujer, Oksana Grigorieva, cuando esta sujetaba al hijo de ambos en brazos. La poderosa agencia WME dirigida por Ari Emanuel, uno de los hombres más influyentes de Hollywood, decidió hace tan solo unos días renunciar a representar al actor después de que este usara la palabra nigger (una manera despectiva de llamar a las personas de raza negra que en Estados Unidos es tabú excepto para los raperos, que la usan constantemente) y amenazara a Grigorieva con toda clase de castigos, incluyendo el enterrarla en un jardín de rosas.

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A todo esto se une la muerte de Ed Limato, el agente que había guiado su carrera durante treinta años y que falleció el pasado 3 de julio. Limato había conseguido que el público perdonara a Gibson el inmenso traspié que supuso la filtración de su conversación con James Meer, un agente del departamento de policía de Los Ángeles. En la misma, acaecida en 2006, el intérprete acusaba a los judíos de todos los males del mundo. El actor, en evidente estado de embriaguez, fue interceptado por una patrulla de la comisaría de Lost Hills y conducido allí en lo que supuso un escándalo mayúsculo y por lo que Gibson se vio obligado a pedir perdón a la comunidad judía, lo que en círculos hollywoodienses se consideró una exigencia de su agente, consciente de que aquello podía representar el final de su carrera.

El neoyorquino, que empezó a labrarse su estrella con la legendaria Mad Max, ya había experimentado algunos problemas con la prensa por su carácter volátil, pero su nombre aún abría muchas puertas en Hollywood gracias al éxito de La pasión de Cristo. Sin embargo, este último incidente que para muchos confirma el intempestivo temperamento del actor y su exacerbado racismo se considera con unanimidad el fatal desenlace de la vida profesional del actor.

Steven Zeitchik, uno de los blogueros más populares del periódico estadounidense Los Angeles Times, dedicaba recientemente al actor una demoledora columna donde deseaba suerte a cualquier estudio que se atreviera "a poner el nombre de Mel Gibson en carteles y vallas publicitarias" después de los últimos sucesos. Zeitchik repasaba los últimos ocho años del actor, en los que solo ha hecho una película, Al límite, que fue un fracaso en toda regla, y el parón casi total de la productora del intérprete, Icon, que lleva una década bajo mínimos, exceptuando el filme Apocalypto.

La prensa estadounidense es unánime estos días a la hora de juzgar irreversible el proceso que ha llevado el actor al fondo del pozo. Para algunos la decisión que cavó la tumba del neoyorquino fue dejar a Robyn Moore, su mujer durante treinta años, por la antes mencionada Grigorieva, una relación que ha acabado con un hijo en común y una serie de agresiones, amenazas y llamadas que se han convertido en la comidilla de la Red. Algunas páginas de Internet han publicado las grabaciones y transcripciones de las conversaciones entre Gibson y su nueva ex, donde el actor pierde los papeles sin paliativos. Se cree que hay más de una docena de llamadas semejantes de las que hasta el momento tres han visto la luz del día con la promesa de que el resto no tardará mucho en llegar.

Mel Gibson, que cuenta ahora con 54 años, tiene dos producciones en camino, una de ellas The Beaver, ya se ha convertido en un gigantesco interrogante ya que es muy probable que la prometida financiación del proyecto (de corte independiente) nunca llegue a fraguarse precisamente por culpa del actor, a quien nadie quiere ver ni en pintura. La segunda, How I spent my summer vacation, no parece inquietar demasiado a su responsable (el propio Gibson), aunque las posibilidades de que llegue a ver la luz del día son también remotas, a menos que alguien desee jugarse la cartera en una campaña de marketing que sería polémica antes de empezar. Si bien es cierto que las colinas de Los Ángeles han presenciado resurrecciones milagrosas (John Travolta o Mickey Rourke, por ejemplo), no puede negarse que el color que se augura para el futuro de Gibson es más bien oscuro. De hecho podría decirse, utilizando un recurso muy cinematográfico, que el actor ha conseguido lo imposible: fundirse a sí mismo a negro.

Oksana Grigorieva y Mel Gibson cuando eran pareja.
Oksana Grigorieva y Mel Gibson cuando eran pareja.CORDON PRESS

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