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Arabia Saudí acepta participar en la conferencia de paz de Annapolis

El Gobierno de Riad exige que la cumbre no sea una "representación teatral"

Naiara Galarraga Gortázar

Arabia Saudí ha accedido a participar en la cumbre de Annapolis. Y lo hará representada por su ministro de Exteriores, Saud al Faisal. Un rango menor sería considerado poco menos que un desplante a Washington. No obstante, Riad anunció ciertas condiciones que revelan el encaje de bolillos que ha pergeñado: la cita debe ser más que una puesta en escena y una foto, el reino se niega a protagonizar un show -no habrá apretón de manos con el primer ministro, Ehud Olmert- y se deberán abordar las cuestiones clave del conflicto palestino-israelí: Jerusalén, asentamientos y refugiados.

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La decisión saudí de aceptar la invitación, tras muchas reticencias, obedece al acuerdo alcanzado ayer por la Liga Árabe en El Cairo. Siria, por el contrario, aún no se ha pronunciado.

Los 21 países árabes restantes enviarán a los jefes de sus diplomacias a la conferencia, el martes próximo en Estados Unidos. El objetivo es resucitar las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos después de siete años de paréntesis en el que ha reinado la violencia.

Pero Riad y Damasco reclaman que la reunión, en una base naval cercana a Washington, patrocinada por el presidente George W. Bush, aborde otros asuntos cruciales. Los saudíes quieren que su iniciativa para impulsar la paz entre Israel y la creación de un Estado palestino -retirada completa israelí de los territorios ocupados en 1967 a cambio de que todos los países árabes reconozcan al Estado judío y establezcan relaciones diplomáticas- no se queden en un mero pie de página. Siria insiste en que los Altos del Golán esté sobre la mesa y que su mención no sea simplemente un señuelo para que Damasco se presente en Annapolis.

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El titular de Exteriores saudí, Saud Al-Faisal, anunció su presencia pero dejó claro que nadie espere gestos amistosos con Olmert, una instantánea que el gobernante hebreo ansía hace tiempo. "No estamos dispuestos a participar en una representación teatral. En apretones de manos y reuniones que no expresan posturas políticas. Asistimos para trabajar con seriedad y credibilidad", declaró Al Faisal en la capital egipcia. Israel siempre ha perseguido la normalización de relaciones con ciertos países árabes pagando el menor precio posible. Pero Amer Musa, secretario general de la Liga Árabe, advirtió: "No habrá normalización a cambio de nada. Los árabes van a Annapolis para mostrar apoyo a los palestinos y a la iniciativa de paz árabe".

Lograr que Riad aceptara la invitación, y que ésta atrajera al grueso de los Estados árabes, era uno de los objetivos claves de Bush. También se ha esmerado en ello el mediador del Cuarteto, Tony Blair, que ha viajado esta semana a Riad. Sin respaldo saudí, la cita hubiera quedado descafeinada. Al Faisal expresó muchas objeciones y se tomó su tiempo para responder: "No voy a esconder ningún secreto sobre la posición saudí. Tenemos reticencias. Y si no fuera por el consenso árabe que hemos visto hoy [por ayer, en reunión de la Liga Árabe], no habríamos decidido participar". La posición de Arabia Saudí era compleja porque resultaba difícil plantar a EE UU, que el verano pasado le prometió una nueva ayuda militar multimillonaria en dólares. Entre otras armas, bombas guiadas por láser y modernos cazabombarderos para disuadir de cualquier aventura a Irán, embarcado en un programa nuclear.

La cumbre tiene fecha, el 27, y participantes. Pero el contenido aún es indefinido. Estados Unidos pretendía que el israelí Olmert y el presidente palestino, Mahmud Abbas, acordaran una declaración conjunta antes de la cita. Ha sido imposible.

El ministro de Exteriores saudí, Saud al Faisal (a la izquierda), junto a Amer Musa, ayer en El Cairo.
El ministro de Exteriores saudí, Saud al Faisal (a la izquierda), junto a Amer Musa, ayer en El Cairo.AFP

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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