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Argelia dice que acoge los familiares de Gadafi porque la "hospitalidad es sagrada"

Un periódico argelino asegura que Argelia cerrará parte de su frontera con Libia.- Los insurgentes han lanzado un ultimátum a varias ciudades libias para que se rindan antes del sábado

El Gobierno argelino ha justificado su decisión de permitir la entrada en su territorio de la segunda mujer de Muamar el Gadafi, Safia, y tres de sus hijos, Mohamed, Hanibal y Aisha. El embajador argelino ante la ONU ha asegurado que la "hospitalidad es sagrada" y que en el convoy viajaban mujeres y niños. La hija de Gadafi, Aisha, se encontraba en su noveno mes de embarazo y hoy ha dado luz a una niña. El embajador argelino ha defendido, además, que su país informó inmediatamente al secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, de la presencia de los familiares del dictador y ha prometido que Argel cumplirá con sus obligaciones internacionales. Argelia entregaría a Gadafi a la Corte Penal Internacional si entrase en el país, según el periódico local el-Chorouk, que cita fuentes gubernamentales.

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Argelia cerrará parte de su frontera con Libia para evitar cualquier incursión libia en su territorio, según fuentes del periódico argelino El Watan. Con esta medida, Argelia buscar mejorar las relaciones entre los sublevados libios y sus vecinos argelinos, añade el diario local.

El pasado viernes, la agencia oficial egipcia Mena aseguró que seis vehículos, de marca Mercedes, trasladaron a responsables de alto rango de Libia a Argelia, y que era posible que entre ellos estuviera Gadafi y su familia. Al día siguiente, sin embargo, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Argelia, en unas declaraciones recogidas por la agencia argelina APS, aseguró que "esa noticia no tiene ningún fundamento" y que la negaba "de manera categórica".

Las especulaciones sobre el paradero de Gadafi no cesan de aumentar. El líder libio, según la agencia italiana de noticias Ansa -que cita a fuentes diplomáticas-, se encontraba ayer por la tarde en Bani Walid, a unos 100 km al sureste de Trípoli. El coronel, según las mismas fuentes, estaba acompañado de sus hijos Saif y Saadi.

Un guardaespaldas de 17 años de Khamis Gadafi, uno de los hijos del dictador, ha asegurado a la cadena Sky News haber visto al coronel en Trípoli el pasado viernes. Gadafi llegó en un coche a la residencia de su hijo antes dirigirse en un convoy a la ciudad sureña de Sabha, ha explicado el joven. El guardaespaldas también confirmó la muerte de Khamis y explicó que su todoterreno fue alcanzado por un misil de la OTAN. El fallecimiento del hijo menor de Gadafi ha sido anunciada en dos ocasiones por los rebeles desde el inicio de la sublevación libia. Estados Unidos, por su parte, aseguró ayer desconocer el paradero del dictador. "Si supiésemos dónde está, pasaríamos la información a la oposición", explicó un portavoz de la Casa Blanca.

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La guerra

Trípoli comienza a recuperarse de la batalla. Las autoridades rebeldes han reabierto el puerto tripolitano y se disponen a reanudar "en unos días" el tráfico aéreo en la capital, aunque solo para necesidades humanitarias, ha anunciado el nuevo ministro de Transporte y Comunicaciones. El ministro ha revelado, además, que en los próximos días llegarán a Trípoli seis superpetroleros para el abastecimiento del país. El Gobierno de los rebeldes también trata de recuperar la comunicación telefónica y el acceso a internet.

La oficina de ayuda humanitaria de la Unión Europea, por su parte, ha confirmado a Reuters que los leales a Gadafi cortaron dos tercios del suministro de agua a Trípoli. Desde la toma de la capital por los rebeldes escasea el agua en la ciudad, que es transportada desde los acuíferos del desierto libio por una red nacional de tuberías. Un barco del Programa Mundial de Alimentos con 500.000 litros de agua ha zarpado de Malta a Trípoli.

La guerra continúa en nuevos frentes. Los rebeldes han establecido esta mañana un ultimátum -que expira el próximo sábado- para que los leales al coronel se rindan y entreguen los últimos feudos del poder, entre los cuales se encuentra Sirte, ciudad natal de Gadafi. Si no se respeta esta fecha, los insurgentes aseguran pasar a la acción militar. El jefe del Consejo Nacional de Transición (CNT), Mustafá Abdel Yalil, ha declarado que se está negociando la entrega de las últimas ciudades que quedan bajo control gadafista.

Y Sirte es, finalmente, una ciudad crucial en el devenir de la guerra de Libia. La patria chica de Gadafi, un villorrio al que el tirano barajó convertir en capital del país, rechaza sacar bandera blanca. Los sublevados ya alcanzaron sus puertas el 28 de marzo. Pero entonces fueron avasallados por la maquinaria militar de Gadafi y forzados a la estampida hacia Bengasi.

Sus casi 100.000 habitantes afrontan ahora una situación terrible. Probablemente, la que se vivió durante el ataque de los insurgentes contra los gadafistas en Trípoli. Cientos de inocentes han sido abatidos durante la retirada de los uniformados leales al sátrapa en los cuarteles dirigidos por Jamis Gadafi. Muchos menos, casi siempre hombres de raza negra considerados mercenarios a sueldo del dictador, han sido hallados pudriéndose en las calles tripolitanas o en las puertas de los hospitales, donde sus cadáveres eran arrojados. "No hay ningún progreso en las negociaciones con el régimen. Están intentando convencer a la gente de Sirte de que la lucha no es por Gadafi sino por su propia protección", ha declarado a la agencia Reuters Hasan Droy, representante de Sirte en el Consejo Nacional Transitorio (CNT), el Gobierno que ya lleva las riendas del país.

El primer ministro del flamante Ejecutivo, Mahmud Yibril, se dirigió el pasado sábado a los libios para conminarles a no tomarse la justicia por su mano, preocupado por los excesos cometidos por los insurrectos y la pésima imagen internacional que conllevan las ejecuciones sumarias. Y si bien es cierto que la gran mayoría de las atrocidades han sido perpetradas por las tropas leales a Gadafi, tampoco han faltado casos de asesinatos de mercenarios o soldados gadafistas que estaban maniatados. El régimen depuesto todavía juega con esos temores.

Son muchos los años -cuatro décadas- de odio y rencor acumulado. "Uuuuu...", ha respondido un miliciano a la pregunta de qué haría si Gadafi cayera en su manos. Ali Marmuri no es ignorante, conoce bien el régimen y es un hombre mayor, un diplomático jubilado. "Si sigue vivo, creará problemas. Soy partidario de que si es detenido sea ejecutado inmediatamente", ha afirmado tajante Marmuri mientras observaba el 'parque temático' en que se ha convertido Bab el Azizia, el fortín de Gadafi en la capital.

En medio del caos, un escollo de indudable gravedad es que apenas hay policía en las calles de ninguna ciudad libia. Los primeros agentes han regresado a sus bases después de meses desaparecidos por el miedo a la reacción popular. De ahí que el CNT estudie una alternativa: admitir policías de países musulmanes o árabes, en ningún caso de países occidentales. El sentimiento anticolonialista es arraigado en este país, que en las primeras décadas del siglo XX vio su población diezmada por el Ejército italiano.

El final de la guerra se libra en esta ciudad a 450 kilómetros al este de Trípoli, bombardeada durante las últimas jornadas por la aviación de la OTAN y donde varios misiles Scud han sido interceptados, señal de que los gadafistas no han dado la batalla por perdida o porque realmente pelean por su supervivencia. Los insurrectos se hallan a un centenar de kilómetros. Una distancia que puede parecer enorme, pero que no lo es tanto porque entre Naufaliya, lugar hasta el que han avanzado miles de sublevados, y Sirte median un centenar de kilómetros desérticos casi despoblados. Todo son urgencias por concluir la misión.

El CNT no oculta su prisa por estabilizar la situación, una vez que Trípoli ha sido liberada y recobra, muy lentamente, la normalidad. No puede permitirse que se enquiste la guerra en Sirte. Y tampoco las potencias occidentales más implicadas en el conflicto -Reino Unido y Francia- desean que se eternice la guerra y el gasto que acarrea.

Un esqueleto de plástico, en un control rebelde en Umm Qandil, al este de Sirte.
Un esqueleto de plástico, en un control rebelde en Umm Qandil, al este de Sirte.AFP
Fotografías de Aisha en tamaño carné, encontradas en el álbum de Bab al-Azizia, en Trípoli
Fotografías de Aisha en tamaño carné, encontradas en el álbum de Bab al-Azizia, en TrípoliAFP

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