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Conflicto en Oriente Próximo

EE UU enfría el ardor guerrero del Gobierno israelí

Olmert tuvo que presionar a Bush para impedir que Rice votara el alto el fuego

El israelí medio exige dos cosas a sus líderes: que empleen puño de hierro contra el árabe y que eviten el deterioro de los privilegiados vínculos con el aliado estadounidense. La primera premisa se está cumpliendo en la devastadora campaña militar en Gaza que ha causado ya cerca de mil muertes en 18 días. Y las relaciones con Washington no corren el más mínimo riesgo, pese a que las negociaciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para aprobar la resolución 1.680 provocaron un rifirrafe entre ambos países. Una disputa que revela que la Casa Blanca enfría, aunque muy tímidamente, el ardor guerrero del Gobierno de Ehud Olmert.

El viernes pasado, el Consejo de Seguridad dio luz verde a una resolución que exigía un alto el fuego inmediato, y de la que Israel se ha burlado. Pero el proceso de aprobación tuvo episodios nada frecuentes en las relaciones entre Tel Aviv y Washington. Tzipi Livni, según fuentes israelíes, llamó siete veces a su homóloga, Condoleezza Rice, para que vetara la resolución. Se alzaron la voz. Pero Livni fracasó.

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Rice sólo se abstuvo después de que el primer ministro, Ehud Olmert, telefoneara -a las 3.30, hora israelí- al presidente George Bush, que abandonó un acto público para conversar con el jefe del Ejecutivo israelí.

Es evidente que Olmert desea eludir límites temporales a la ofensiva. No es un objetivo oficial del ataque a Gaza, pero algunos ministros han asegurado: "Hay que derribar el Gobierno de Hamás". Y ello requeriría semanas. Porque si el movimiento islamista continúa al frente del territorio una vez declarado el alto el fuego, podrá cantar una victoria política -en el plano militar están siendo vapuleados- con efectos duraderos. Supondría el reconocimiento de que Hamás es quien ostenta el poder legítimamente en la franja.

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Otros indicios apuntan a que EE UU, el único país con capacidad para dar un tirón de orejas a Israel, busca también el fin de la agresión a Gaza, aunque su presión política tampoco sea excesiva. Un oficial estadounidense aseguró ayer que se había cancelado el envío de un cargamento de munición destinado al puerto israelí de Ashdod. Esgrimió razones de seguridad debido a la contienda en el territorio palestino, y precisó que el cargamento está destinado a los depósitos de armas de EE UU en suelo israelí. En todo caso, no deja de ser un aviso para navegantes.

Aunque en Gaza se aplica sin piedad la política de "puño de hierro" -"hemos conseguido logros maravillosos en la lucha", declaró Olmert-, a algunos líderes políticos les resulta insuficiente. El ex viceprimer ministro Avigdor Lieberman, famoso por sus tesis racistas, pedía ayer que se empleara armamento nuclear contra la franja. También la represión a los árabes israelíes es asfixiante. En días de guerra, el Gobierno no deja pasar una. Más de 700 árabes-israelíes, y también judíos, han sido detenidos por acudir a protestas espontáneas. Varios fiscales piden penas de cárcel, porque en tiempos de guerra "no puede quebrarse la moral nacional". Varias ONG israelíes están escandalizadas por esta violación de un derecho fundamental en un Estado que presume de amparar la libertad de expresión.

Mientras, el Comité Electoral Central ha excluido a dos partidos árabes de las elecciones del 10 de febrero. Alega el comité que no respetan la identidad judía del Estado y que sostienen relaciones con países que buscan la destrucción de Israel, entre ellos, Siria, con la que Tel Aviv ha negociado durante 2008. Falta el fallo del Tribunal Supremo, que en idéntica tesitura permitió en 2006 la concurrencia de ambos partidos.

Explosión tras un ataque aéreo israelí sobre Rafah, en el sur de la franja de Gaza.
Explosión tras un ataque aéreo israelí sobre Rafah, en el sur de la franja de Gaza.REUTERS

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