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Francia y la ONU negocian la rendición de Gbagbo en Costa de Marfil

Naciones Unidas asegura que el presidente saliente está dispuesto a abandonar el poder.- Gbagbo asegura que no piensa reconocer la victoria de Ouattara en las elecciones de noviembre y dice que solo negocia el alto el fuego.- Situación humanitaria "absolutamente dramática" en Abiyán, escenario de los últimos combates

Antonio Jiménez Barca

La crisis abierta en Costa de Marfil el pasado noviembre entre los partidarios del presidente saliente, Laurent Gbagbo, y los del electo, Alassane Ouattara, ha entrado hoy en una nueva fase. Francia, antigua metrópoli colonial, negocia con el presidente saliente su rendición y exige que la firme por escrito. Este está dispuesto a hacerlo y pide la protección de la ONU, según fuentes oficiales de Naciones Unidas citadas por Reuters, aunque el propio Gbagbo ha negado en una entrevista concedida esta tarde a una cadena francesa que vaya a reconocer la victoria electoral de Ouattara. Tras la ofensiva final lanzada en Abiyán por las fuerzas del presidente electo, con apoyo de militares franceses y de Naciones Unidas, las fuerzas Gbagbo han sufrido nuevas deserciones y se han visto forzadas a pedir un alto el fuego. Con la lucha detenida, vehículos militares franceses han atravesado ya algunos puentes controlados hasta ahora por las fuerzas de Gbagbo. Los combates en la capital económica marfileña han provocado una situación humanitaria "absolutamente dramática", según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

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"Hay negociaciones directas basadas en la recomendación de la Unión Africana que dice que Alassane Ouattara es el presidente", señalaba a primera hora de la tarde el portavoz gubernamental de Gbagbo, Alhoua Don Mello, a Reuters. Sin embargo, el propio Gbagbo contradecía esas informaciones horas después. En una entrevista telefónica exclusiva con el canal francés LCI, grabada a las 19.30, se ha negado a reconocer la victoria electoral de Ouattara y ha dicho que las negociaciones se refieren al alto el fuego y no al plano político. Es la misma postura que el presidente saliente ha mantenido desde noviembre. En la entrevista también ha reclamado un encuentro cara a cara con su rival como la única manera para que vuelva la paz al país. "No entiendo cómo un litigio electoral ha podido entrañar una intervención directa del Ejército francés", asegura Gbagbo, quien acusó a las tropas galas de haber destruido sus depósitos de municiones y haber bombardeado el palacio presidencial.

En medio de una situación volátil, con frecuentes desmentidos (la propia ONU ha tenido que negar la veracidad de un documento interno de la organización que ya daba por hecha la rendición de Gbagbo), una de las certezas que se tienen es que las conversaciones entre ambos bandos se están produciendo con la mediación de la Unión Africana y del Gobierno francés. "Estamos muy cerca de convencer a Laurent Gbagbo para que abandone el poder", ha dicho por la tarde en la Asamblea Nacional Alain Juppé, ministro de Exteriores de Francia. En unas declaraciones posteriores durante una comisión parlamentaria, Juppé ha aclarado que París y la ONU exigen que Gbagbo firme un documento que reconozca su derrota. También ha revelado una llamada del presidente francés, Nicolas Sarkozy, a Ouattara, a quien ha emplazado a formar un Gobierno de unidad nacional y a adoptar medidas para lograr la reconciliación entre ambos bandos.

Las negociaciones para una posible salida de Gbagbo se producen tras una ofensiva militar que ha logrado acorralarle en Abiyán y situar el conflicto en una fase definitiva. Con explosiones y enfrentamientos por toda la ciudad, la más grande del país, helicópteros franceses y de la misión de la ONU entraron en acción para debilitar la artillería de los leales al expresidente. Mientras, los partidarios de Ouattara lanzaron el asalto final contra la residencia oficial de Gbagbo, donde presuntamente se encuentra, y contra el palacio presidencial. Tras horas de combates, el jefe de las fuerzas de Gbagbo, el general Philippe Mangou, ha pedido un alto el fuego ante la misión de Naciones Unidas en el país (ONUCI). Residentes franceses en la ciudad han relatado a la cadena France24 que los combates se habían detenido haciendo efectivo el alto el fuego, aunque aún se escuchan disparos esporádicos. Cuatro tanques franceses, acompañados por otros vehículos blindados, han cruzado algunos puentes controlados hasta ahora por las fuerzas de Gbagbo, que se habrían retirado del terreno, informa Reuters. El convoy militar ha logrado acceder así al sector norte de la ciudad, donde se encuentra el barrio de Cocody, que acoge las embajadas y las residencias presidenciales. Con los efectivos militares iba al menos un vehículo de la Cruz Roja con una bandera blanca en su parte superior.

Un alto el fuego que según ha declarado el embajador francés en el país tras reunirse con Ouattara no se está cumpliendo. Según ha informado Jean-Marc Simon Gbagbo no ha cumplido con los compromisos de deponer las armas y ponerlas bajo control de la ONUCI. De lo que va a pasar en las próximas horas, París "sacará conclusiones", señaló el canciller francés, sin facilitar más detalles al respecto.

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Crisis humanitaria

Los enfrentamientos, que se prolongan desde las elecciones del pasado 28 de noviembre y se han recrudecido en Abiyán desde la semana pasa, dejan una situación humanitaria "absolutamente dramática" y "decenas de muertos" en la ciudad, según el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. "Estamos extremadamente preocupados por la situación de los civiles en una ciudad tan importante, de millones de habitantes", ha explicado en rueda de prensa Rupert Colville, portavoz del organismo. Añade que se está usando "armamento pesado en zonas con gran densidad de población". Según estimaciones anteriores de la ONU, al menos un millón de personas han tenido que abandonar sus hogares en Abiyán, con algo más de cuatro millones de habitantes.

En Ginebra (Suiza), la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés), describe una situación de caos: "Hay explosiones continuas por toda la ciudad; los hospitales están cerrados, no se pueden trasladar enfermos porque si las ambulancias se atreven a salir son tiroteadas; los servicios públicos no funcionan, por lo que hay decenas de cuerpos sin vida tirados en las calles y que nadie recoge", ha asegurado a los periodistas Elisabeth Byrs, portavoz de la OCHA. Coincide más o menos con el diagnóstico que hace en el terreno la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF).

El Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana también ha condenado este martes a través de un comunicado "la violación de derechos humanos y de otros abusos" en el conflicto, así como también ha pedido a todas las partes "responsabilidad en el respeto de las leyes humanitarias internacionales". EL organismo pide además "una investigación independiente de las matanzas de civiles en Duekoué", en el oeste del país, donde según el Comité Internacional de Cruz Roja (CICR) unas 800 personas fueron asesinadas el pasado 29 de marzo, supuestamente por efectivos de Ouattara.

Cerco a Gbagbo

Con la ayuda de los ataques aéreos de los helicópteros franceses -Sarkozy autorizó el lunes a sus militares presentes en Costa de Marfil bajo el contingente de la ONU a disparar contra las posiciones de los leales a Gbagbo- y de la ONU, que han dejado en llamas las bases militares del presidente saliente, los partidarios de Ouattara han logrado precipitar el fin del régimen de Gbagbo, cuyo paradero es aún incierto. Un portavoz de Ouattara aseguró la madrugada de este martes que sus tropas habían tomado la residencia del expresidente, pero posteriormente esa información era desmentida. Según ONUCI, el expresidente y algunas personas de su entorno estarían recluidos en un búnker de su residencia.

Esta ha sido objeto de ataques de las fuerzas anti-Gbagbo durante la pasada noche, al igual que el palacio presidencial. Según la agencia Reuters, han sido los enfrentamientos más duros desde que los milicianos de Ouattara entraran en la ciudad hace cinco días. El apoyo de Francia y Naciones Unidas ha llegado tras una petición del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a París para que actuara conforme a la resolución 1975 del Consejo de Seguridad, que insiste en la exigencia a Gbagbo para que se marche y autoriza el empleo de fuerza para proteger a los civiles. Washington ha dicho que "firmemente" la actuación de Francia y la ONU. El presidente Barck Obama ha aprovechado para pedir también a Gbagbo que abandone el poder "inmediatamente".

El expresidente marfileño, que llegó al poder en 2000 y postergó la convocatoria de elecciones prevista en 2005 hasta el año pasado ha desafiado a la legalidad y a la presión internacional en los últimos cuatro meses. Las ONU verificó que el vencedor el 28 de noviembre había sido Ouattara, pero Gbagbo se negó areconocerlo aduciendo que las elecciones habían sido fraudulentas. El enfrentamiento entre los fieles del presidente electo y los del saliente han causado ya la muerte de al menos 1.500 personas, recordando la terrible guerra civil que vivió el país entre 2002 y 2003.

En otro frente, el presidente electo deberá responder ante la ONU por la matanza de más de 300 civiles perpetrada por sus tropas en una ciudad el oeste del país. "La posición del Gobierno es clara y limpia: no habrá impunidad. Vamos a realizar una investigación y los responsables serán castigados. Queremos un Estado de derecho", declaró Guillaume Soro, primer ministro de Ouattara, a una televisión francesa.

Un combatiente de las fuerzas leales al presidente electo Ouattara es evacuado en Abiyán.
Un combatiente de las fuerzas leales al presidente electo Ouattara es evacuado en Abiyán.LEGNAN KOULA (EFE)
Cajas y neumáticos bloquean una de las autopistas que conectan Abiyán con el norte de país, en un puesto de control de las fuerzas de Ouattara.
Cajas y neumáticos bloquean una de las autopistas que conectan Abiyán con el norte de país, en un puesto de control de las fuerzas de Ouattara.REBECCA BLACKWELL (AP)

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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