Gadafi es un "hipocondriaco" y le obsesiona la estética
Los diplomáticos de EE UU pensaron que había sufrido un derrame cerebral, pero la pérdida de control de los músculos de la cara se debía al uso excesivo de bótox
El líder libio, Muamar el Gadafi, es un "hipocondriaco". "Está obsesionado con sus enfermedades e insiste en que todos los exámenes y demás pruebas" médicas a las que se somete "sean filmadas". Dedicó una tarde entera a visionar con varios facultativos "el vídeo de una prueba endoscópica" que se le practicó.
La salud del personaje que ostenta el poder es seguida con especial atención por el cuerpo diplomático en los regímenes unipersonales como el de Libia. La Embajada de EE UU en Trípoli intentó averiguar, en junio del año pasado, si Gadafi tenía cáncer, como rumoreban algunas fuentes extranjeras. Llegó a la conclusión, tras consultar fuentes locales, de que solo "padece hipertensión y raya la diabetes".
"Gadafi no parece estar del todo bien", señalaba el embajador de EE UU en Trípoli, Gene Cretz, en un informe elaborado en junio de 2009 sobre la salud del líder. Fuentes conocedoras de su actividad indican que "el calendario de sus citas -especialmente durante la noche- es menos intenso que antes y que dedica más tiempo a descansar durante el día".
Además de estos indicios el interés de Cretz obedece a otras razones. Gadafi daba la impresión de haber perdido parcialmente el control de los músculos del rostro, lo que podía significar que sufrió un derrame cerebral.
En realidad le habían inyectado botox por razones estéticas, según las mismas fuentes. Unos meses antes, en 2008, Gadafi también se sometió a un implante de cabello, pero "padeció una extraña reacción autoinmune a la intervención y el injerto tuvo que ser retirado". "Es muy presumido", asegura una fuente que le conoce bien.
La Embajada de España había revelado de antemano al cuerpo diplomático en Trípoli que Gadafi no estaba en plena forma. Rafael-María Reig, número dos de la representación española, reveló que el líder libio "tenía dificultades físicas para subir escaleras".
Primer piso y sin escaleras
En vísperas de su visita oficial a España, en diciembre de 2008, el protocolo libio pidió a sus anfitriones que el líder se alojase en el primer piso del hotel de Sevilla -no le gusta utilizar ascendores por razones de seguridad- y que, a ser posible, su habitación no tuviese desniveles porque le cuesta subir escaleras.
Los escándalos de la familia Gadafi son también seguidos con interés por los diplomáticos porque causa un cierto malestar en la sociedad libia. "Las juergas y las extravagancias" de dos de sus hijos, Mutassim y Hannibal, "irritan a algunos libios que las consideran impías y embarazosas para el país", escribía el embajador Cretz en febrero pasado.
"Mutassim Gadafi, asesor de seguridad nacional, empezó 2010 de la misma manera que 2009 con un viaje, en vísperas de Año Nuevo, a Saint Barthélemy [Caribe francés] y con rasgos de haber bebido grandes cantidades de alcohol", al tiempo que disfrutó de un concierto millonario organizado para él y sus invitados.
En cuanto a Hannibal, otro hijo del líder, acabó esas mismas Navidades, ultrajando a su esposa Aline en un hotel de Londres. "Nuestros contactos nos dicen que semanas antes del incidente Aline amenazó con dejar a Hannibal y se escapó a Londres", señala el embajador.
Persecución hasta Londres
"Cuando Safiya, la madre de Hannibal, supo lo sucedido instó a Aline por teléfono en que regresara a Trípoli y le prometió, a cambio, "todo lo que deseara". Aline no volvió y "Hannibal la persiguió en Londres, la localizó y la agredió". "Cuando Safiya y Ayesha, la hermana de Hannibal, embarazada de varios meses, supieron la noticia, ambas intervinieron".
"Ayesha viajó a Londres" mientras que Safiya llamó a la esposa prófuga por teléfono. "Le aconsejaron a Aline que dijera a la policía que resultó herida "accidentalmente" y que no mencionara la agresión" para que el hijo de Gadafi no acabara detenido como ya lo estuvo en Suiza, en 2008, por motivos similares.
Mientras, el tercer hijo varón de Gadafi, Saif el Islam, "se desmarcó oportunamente" del resto de la familia. "Celebró Nochevieja muy lejos de Trípoli, en una pequeña ciudad neozelandesa (...) a la que se fue a cazar". "Saif parece progresar en presentarse a sí mismo como un humanista, filantrópico y reformista". El embajador tiene pocas dudas de que es el heredero del "trono de Gadafi".
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