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Reportaje:La seguridad en Europa

Rusia tiende la mano a Occidente

El Kremlin da luz verde al paso de suministros de EE UU hacia Afganistán - El cierre de la base de Kirguizistán es un duro revés para la Alianza Atlántica

Pilar Bonet

Un clima de mayor cooperación entre Rusia, por una parte, y Estados Unidos y la UE, por la otra, se perfilaba ayer tras una etapa de turbulencias caracterizada por recriminaciones, amenazas y dos grandes crisis, la guerra con Georgia, en agosto de 2008, y la guerra del gas con Ucrania, en enero.

Coincidiendo con la presentación internacional de la Administración de Barack Obama en Múnich, Rusia anunció que permitirá a Washington usar su territorio para el traslado de cargas militares no armamentistas a Afganistán, según el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. La Unión Europea, por su parte, reemprendió ayer el diálogo por todo lo alto con el Kremlin en la visita del presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso y nueve comisarios a Moscú. Esta modalidad de reuniones tan amplias no se realizaba desde hacía tres años, según el primer ministro ruso, Vladímir Putin. Barroso transmitió al presidente, Dmitri Medvédev, su preocupación por el Estado de derecho en Rusia tras los recientes asesinatos de un abogado defensor de derechos humanos y una periodista.

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Lavrov explicó que Moscú ha accedido a la solicitud formulada hace varios días por Estados Unidos. "Ahora esperamos que los socios norteamericanos nos presenten una petición concreta con la cantidad y la descripción de la carga", dijo. Y agregó: "En cuanto lo hagan les daremos los permisos correspondientes".

En abril de 2008, en la cumbre de la OTAN en Bucarest, la Alianza y Moscú firmaron un acuerdo que contemplaba el uso del territorio ruso para avituallar a la coalición liderada por EE UU que lucha contra los extremistas islámicos en Afganistán, pero las relaciones entre la OTAN y Rusia quedaron congeladas tras la guerra del Cáucaso. No obstante, países como Francia y Alemania tienen sus propios arreglos de tránsito con Rusia en apoyo de la misión en Afganistán. España utiliza el espacio aéreo ruso con autorizaciones para cada vuelo y prevé firmar un acuerdo para el tránsito de material bélico y personal durante la visita de Medvédev a Madrid a principios de marzo.

Las dificultades y peligros para el abastecimiento de la coalición en Afganistán por la ruta de Pakistán, que es la principal, han revalorizado el trayecto desde el norte, por Rusia y los países centroasiáticos ex soviéticos. En este contexto, el anunciado cierre de la base de Manás, en Kirguizistán, supone un duro revés para Estados Unidos y sus aliados. Los analistas lo interpretan como un ardid de Kirguizistán para mejorar las condiciones de arriendo ante el incremento en 30.000 personas del contingente norteamericano en Afganistán, o como una maniobra inducida por Moscú para imponer sus reglas de juego a los estadounidenses en Asia Central. Esta última idea podría estar relacionada con las propuestas, aún poco definidas, del presidente Medvédev para una nueva arquitectura de seguridad en el continente euroasiático.

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Prueba de que Moscú quiere cambiar las reglas de juego son las declaraciones del embajador de Moscú ante la OTAN, Dmitri Rogozin, según el cual, si la Alianza quiere hablar en serio de Afganistán con Rusia debe establecer "relaciones directas" con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC formado por Moscú, Bielorrusia, Armenia, Kirguizistán, Uzbekistán, Kazajistán y Tayikistán) y además "dar a Rusia la oportunidad de participar en las discusiones internas sobre temas de seguridad". Tras el 11-S, Putin, entonces presidente de Rusia, acogió favorablemente la presencia norteamericana en Asia Central, considerada por los rusos como su esfera de influencia. Posteriormente, el Kremlin vio esa presencia como una amenaza para su seguridad. Moscú fortaleció los lazos militares con Uzbekistán y recuperó el terreno perdido, cuando Estados Unidos fue obligado a abandonar sus bases en aquel país. Esta semana, Rusia y sus aliados del OTSC decidieron crear unas fuerzas de reacción rápida conjuntas que, según Medvédev "no serán peores que las de la OTAN".

Mientras tanto, el secretario de Estado de Kirguizistán, Adoján Madumárov, asegura que "el destino de la base aérea ha sido sellado", con lo que parece disipar las dudas sobre el cierre de la base.

Un helicóptero estadounidense despega durante una operación militar en Nawapass, provincia de Kunar, al este de Afganistán.
Un helicóptero estadounidense despega durante una operación militar en Nawapass, provincia de Kunar, al este de Afganistán.REUTERS

Putin retoma el pacto energético

El Tratado de la Carta de la Energía (TCE), un documento de 1994 que Rusia se ha negado a ratificar, cobra nueva actualidad para el Kremlin, tras la crisis del gas con Ucrania, como se evidenció ayer durante la visita del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que viajó a Moscú acompañado de nueve comisarios de la UE.

"En referencia a la energía, elaboremos reglas comunes a las que todos se sometan", exhortó el primer ministro ruso, Vladímir Putin, en una conferencia de prensa. "Precisamente por eso, el presidente [Dmitri] Medvédev ha propuesto que se firme una nueva carta de la energía o que se una a la existente", añadió. Firmado por más de 50 países, el TCE es un marco de cooperación para garantizar la seguridad del suministro de combustible. Antes de la crisis económica global que también afecta a Rusia, Moscú parecía haber desechado el documento, suscrito en época del presidente Borís Yeltsin pero no ratificado, entre otras cosas porque se opone al acceso de terceros a los gasoductos rusos, hoy prácticamente un monopolio estatal.

En la reciente guerra del gas entre Rusia y Ucrania, el abastecimiento de este combustible a Europa quedó interrumpido durante dos semanas en enero y se produjo una paradoja: Kiev no cumplía el TCE que sí había ratificado, mientras Moscú le exigía que lo hiciera.

La Comisión considerará la propuesta rusa de "un acuerdo internacional de seguridad energética", dijo Barroso. Sobre esta iniciativa, el viceministro de Exteriores, Alexandr Grushkó, explicó que "faltan instrumentos jurídicos que aseguren los intereses de suministradores y consumidores". Uno de los problemas del TCE, según Grushkó, es que en la UE hay una legislación para las relaciones entre los países miembros y otra, para los de fuera.

Los representantes rusos y de la UE también hablaron ayer del carbón, la electricidad y la energía nuclear. Según Grushkó, la UE no cumple su compromiso de firmar un acuerdo para eliminar las limitaciones a la venta de combustible nuclear ruso para las centrales en Europa. Ese acuerdo, sería "uno de los elementos que permitiría a Rusia unirse al Tratado de la Carta de la Energía", dijo el viceministro.

Puntos de fricción

- Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales. El FACE (en sus siglas en inglés) fue firmado en 1990 por la OTAN y el Pacto de Varsovia y limitó el despliegue de armas entre el Atlántico y los Urales. La disolución del Pacto de Varsovia, en 1991, hizo necesaria una revisión en 1999. Los países de la OTAN no lo han ratificado.

- Tratado de Reducción de Armas Estratégicas.

El START (en inglés) fue firmado en 1991 para fijar limitaciones en la cantidad de misiles y cabezas nucleares. Este acuerdo caduca en diciembre de 2009.

- Escudo antimisiles.

Los planes de EE UU para desplegar su escudo antimisiles en Polonia y República Checa topan con la oposición de Rusia, que ha amenazado con instalar misiles Iskander en Kaliningrado.

- Ampliación de la OTAN. La posible entrada de Georgia y Ucrania en la Alianza irrita a Moscú. Los aliados han dejado la puerta abierta a ambos países, pero tendrán que esperar.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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