_
_
_
_
_

Los diamantes de Zimbabue podrían perpetuar a Mugabe

Una comisión de expertos debate en Naciones Unidas si en este país las piedras preciosas sirven para financiar la violencia

La nueva minería en Zimbabue ha dado paso rápidamente a millones de kilates de diamantes y podría ayudar a catapultar a la nación en las listas de los mayores productores mundiales de diamantes, según explica a New York Times un grupo de expertos de las Naciones Unidas que lucha contra el comercio de los diamantes en países en conflicto. Pero la nueva riqueza ha provocado también el miedo de que se usará para dinamitar los esfuerzos de traer democracia a un país que ha sufrido durante mucho tiempo un gobierno autoritario y también para financiar los conflictos internos.

"Estamos ante unas reservas de clase mundial", dijo el experto Mark Van Bockstael, que describe las concentraciones de diamantes en los campos de Marange, en el este de Zimbabue, como uno de los mayores en el mundo. "El depósito es un fenómeno de la naturaleza".

Más información
Tsvangirai rompe con Mugabe pero sigue en el Gobierno
La hora de la responsabilidad
El partido de Mugabe apoya la segunda vuelta en Zimbabue
Mugabe, investido presidente de Zimbabue por sexta vez
Las potencias exigen dureza contra Robert Mugabe
La opulenta fiesta de cumpleaños de Mugabe
Mugabe, de espaldas al pueblo

Otros expertos están de acuerdo en que es un hallazgo importante, pero esperan a tener más datos para calcular su magnitud real. A pesar de esto, la acumulación de piedras ha envalentonado al presidente Robert Mugabe, de 86 años, para consolidar su control sobre los campos de Marange y prolongar sus 30 años en el poder, según han confirmado miembros de su círculo más cercano. Aunque Mugabe gobierna oficialmente bajo un tenue acuerdo de poder compartido con sus rivales, los campos de diamantes son supervisados por un ministerio controlado por su partido, ZANU-PF y custodiados por un ejército bajo su mandato, que le dan a Mugabe y sus aliados un retorcido control sobre una ayuda económica necesitada desesperadamente.

"Esta es la salvación del ZANU-PF", dijo uno de los confidentes de Mugabe que quiso guardar el anonimato porque sus conversaciones con el presidente son supuestamente confidenciales. Los diamantes se están vendiendo en el mercado negro para sus partidarios y para el enriquecimiento personal del presidente, con algunos líderes del partido enriqueciéndose y otros perdiendo poder. "El saqueo se ha intensificado en los últimos seis meses".

La posibilidad de que Zimbabue sea capaz de vender los diamantes de Marange en los mercados internacionales como piedras que no financian conflictos encara una prueba fundamental esta semana. En un encuentro que comenzó el pasado lunes en Tel Aviv, el Proceso Kimberley -un esfuerzo de Gobiernos, la industria del diamante y los grupos de presión política para detener el comercio ilícito de diamantes que ha financiado guerras en Angola, Sierra Leona y Congo- considerará si los diamantes de Marange deberían ser exportados. Más de 70 países se han comprometido a no comerciar con naciones que no cumplan los estándares del Proceso.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Pruebas en contra de Mugabe

Los investigadores del Proceso Kimberly y de los grupos de derechos humanos han reunido pruebas sólidas de que los militares usaron violencia extrema en su operación de 2008 para tomar los campos de Marange, empleando perros, AK-47 e incluso ametrallando desde helicópteros para atacar a los mineros que trabajan en extraer los diamantes. Los oficiales establecieron entonces sus propios grupos de contrabando. "Nadie imaginó que dispararían sobre su propia gente para conseguir su parte del negocio de los diamantes", dijo Ian Smillie, del Proceso Kimberly.

Las piedras, que se encuentran a nivel superficial en el sistema fluvial, se encuentran en un área de 686 km cuadrados. De estos, alrededor de 119 se consideran, potencialmente, tierra de diamantes. Van Bockstael estima que sólo el 5% de las piedras encontradas tienen calidad de piedras preciosas, mientras que el 90% es de baja calidad, con utilidad industrial solamente. Su apariencia es la de pequeños guijarros o trozos de botellas de cerveza rotas, pintadas de negro, marrón o verde. "Si encontrases uno en la calle, probablemente ni siquiera la cogerías", dijo Van Bockstael. A finales del año pasado, dos compañías se aliaron en una unión de empresas (join venture) con la compañía de minería perteneciente al Estado, y comenzaron a extraer diamantes de las concesiones de Marange. Hasta el mes de mayo habían acumulado 4.4 millones de kilates.

Entre 812 y 1381 millones de euros al año

Van Bockstael, geólogo de profesión, espera el informe geológico prometido por Zimbabue. Y a pesar de esto, según las entrevistas con los oficiales y otro tipo de información, dice Van Bockstael, los campos de diamante podrían producir entre 1.000 y 1.700 millones de dólares (812,4 y 1.381 millones de euros) por año, ganancias que pondrían a Zimbabue en la lista de los seis mayores productores de diamantes del mundo. Una suma gigante para un país cuyo PIB era de 4.400 millones de dólares (3.576 millones de euros) en 2009, según el Fondo Monetario Internacional. Zimbabue necesita urgentemente más fondos para combatir el hambre, la enfermedad y la pobreza de su población.

Algunos cuestionan la situación después de que De Beers, el gigante de la minería, dejase su concesión de Marange en 2006. A pesar de esto, Andrew Bone, el director de relaciones internacionales de la compañía, describe los diamantes de la zona como "un importante hallazgo. Es más grande de lo que la mayoría de la gente pensaba". Bone dijo que De Beers está preocupado porque la crisis política del país está empeorando. "Puede ser que no hiciéramos tanta investigación como podríamos haber hecho", admite. Otros en la industria se toman el yacimiento más seriamente. Ernest Blom, director del Club de Negociadores de Diamantes de Suráfrica, dijo que contiene fundamentalmente diamantes de baja calidad, pero "hay muchos kilates por tonelada. Es gigante".

Las opiniones sobre si Zimbabue debería obtener la certificación para vender sus diamantes están polarizadas. Mugabe ha descrito los esfuerzos por bloquear al país en el comercio de diamantes como parte de un compló occidental para derrocarle. Los oficiales de su partido niegan las acusaciones de violencia promovida por el Estado contra los mineros y dicen que el Gobierno reúne todos los estándares internacionales y da seguridad en los campos de diamantes.

Los grupos de presión política parte del Proceso Kimberly disienten, y sostienen que Zimbabue debería suspender sus operaciones por sus continuas violaciones a los derechos humanos. Por el contrario, Abbey Chikane, un empresario surafricano asignado por el Proceso Kimberly para monitorear los campos de Marange, recomendó que los diamantes sean certificados y que los militares continúen los campos hasta que la policía -que también rinde cuentas a Mugabe- pueda hacerse con el control. "El Gobierno de Zimbabue ha demostrado su compromiso para reunir los requerimientos mínimos", escribió Chikane en su informe confidencial para el Proceso Kimberly que fue entregado al New York Times por un participante. "Han hecho un gran esfuerzo".

El caso Zimbabue es un gran reto incluso para el Proceso Kimberly. Su misión es contener el comercio de diamantes usados para financiar movimientos rebeldes. Pero en Zimbabue, son miembros del Gobierno quienes han sido acusados de violencia contra la población que extrae los diamantes o que vive en la zona, en una locura por los diamantes que comenzó en 2006.

Las deliberaciones serán polémicas. Farai Maguwu, el abogado más sincero en asuntos relativos a los diamantes, tenía que atender al encuentro que tiene lugar en Tel Aviv, pero está detenido en una cárcel de Harare después de ofrecer información a Chikane. Los analistas y los líderes de los derechos civiles temen que en lugar de traer esperanza a la población de Zimbabue que tanto ha sufrido, esta nueva riqueza reforzará el Gobierno autoritario. Dicen que podría financiar más represión, la que permite que Mugabe se perpetúe en el poder y que posiblemente infectará al Movimiento por el Cambio Democrático, compañero del partido en el poder, con lo que Eldred Masunungure, un investigador de ciencias políticas en la Universidad de Zimbabue llama "el virus del depredador". "Este tren no parece que sea el que lleve a un destino democrático", dijo el Profesor Masunungure.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_