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Ola de cambio en el mundo árabe

El exilio sirio vaticina un baño de sangre

"Decepción", "no ha dicho nada", "no ha comprendido nada", eran ayer algunos de los comentarios más repetidos entre el numeroso exilio sirio que siguió por televisión el primer discurso del presidente de Siria, Bachar el Asad, después de que hace 16 días se produjeran las primeras manifestaciones. La represión causó más de 130 muertos, según la oposición, pero solo una treintena, según las autoridades.

"Habló 47 minutos para no decir nada sustancial", repite Yassin el Hussein, que desde Santiago de Compostela anima El cofre damasquino, una página en Facebook.

"Supongo que sus palabras han sido un chasco incluso para una parte de sus fieles, que esperaban algo más -el levantamiento del estado de emergencia que rige desde hace 48 años- porque así lo habían dado a entender la prensa oficial y, el domingo, su consejera política" Buthaina Shaaban, añade El Hussein.

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"Cree que Siria es inmune a las revoluciones, pero se equivoca, porque ningún régimen va a quedar a salvo", afirma la escritora y periodista siria, afincada en Madrid, Nawal Sibai. "Una tercera parte de su alocución la ha dedicado a arremeter contra nosotros, los exiliados", se sorprende.

Aun así, Sibai le saca un pequeño lado positivo al discurso presidencial. "A diferencia del libio Muamar el Gadafi o de Ali Abdalá Saleh [presidente de Yemen], no ha insultado al pueblo, no ha dicho que eran todos unas ratas", recalca.

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"Bueno", matiza Yassin el Hussein, "para El Asad entre sus adversarios solo hay traidores o gentes engañadas; no hay nadie sincero y con cabeza". "No mostró ningún respeto hacia las figuras de la oposición ni para los mártires caídos estos últimos días", se lamenta Khalil Hassan, que desde Beirut anima un comité de apoyo a las víctimas de la tortura en Siria.

"Estoy profundamente decepcionado", declara al teléfono desde París Haytham Mana, otro exiliado sirio muy dedicado a la defensa de los derechos humanos. El presidente "no ha comprendido nada", insiste.

"Si él no promueve un cierto cambio político entonces será el pueblo el que lo fomentará y, obviamente, será más profundo", vaticina Mana.

"Las movilizaciones van a seguir adelante y hoy mismo [por ayer] ya se han reanudado en Latakia", ciudad costera del noroeste del país donde unas 300 personas organizaron una sentada al tiempo que exhibían una banderola en la que se podía leer: "No a las disensiones, sí a la paz y a la libertad".

"Me temo que vamos hacia un baño de sangre que empezará el próximo viernes a la salida de las mezquitas", advierte El Hussein. Para ese día se han convocado, a través de Facebook, actos para recordar "a los mártires" y para reivindicar la democracia".

"Al final del discurso El Asad formula una especie de amenaza velada", asegura el autor de El cofre damasquino . "Da a entender que si sus adversarios quieren guerra la van a tener".

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