_
_
_
_
_
La memoria histórica de Europa

Los vetos de Polonia se convierten en una pesadilla para la UE

El Gobierno de Kaczynski se aleja de sus socios en materia de derechos humanos

Andreu Missé

"Polonia es una espina que tenemos clavada en un pie de la UE". Así lo siente uno de los máximos responsables de las estratégicas negociaciones de la Unión con Rusia, que se encuentran bloqueadas desde hace más de tres meses por el veto de Varsovia. El Gobierno de los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, presidente y primer ministro, respectivamente, se está convirtiendo en una verdadera pesadilla para Bruselas en éste y otros importantes frentes.

Los obstáculos y desavenencias se producen en numerosos territorios, que van desde la seguridad energética, la defensa, el medioambiente o los derechos humanos al rechazo al Tratado Constitucional.

Más información
Merkel pretende lograr un cambio de actitud del Gobierno de Varsovia

Desde el pasado noviembre, el Gobierno polaco impide el inicio de las negociaciones para renovar el acuerdo comercial con Rusia, el socio exterior más importante y del que la UE depende completamente para el suministro de gas y petróleo. Bruselas intenta pasar de puntillas ante este elocuente fracaso de la pretensión de la UE de "hablar con una voz única" en las relaciones exteriores, pero la exhibición de debilidad ante Putin preocupa cada vez más en las cancillerías europeas. Varsovia se escuda en la falta de solidaridad de la Unión ante el bloqueo de Moscú a las importaciones de carne de Polonia por falta de garantías sanitarias. Aunque el portavoz de Sanidad de la Comisión, Philip Tod, manifestó ayer que "la calidad de la carne polaca no justificaba la prohibición rusa", el Gobierno polaco sigue considerando insuficiente este apoyo verbal.

El descarrío de los Kaczynski dio un salto cualitativo a mediados del pasado febrero, cuando junto a la República Checa se mostraron abiertos a la posible instalación en su territorio de equipos del escudo antimisiles de EE UU. El ministro de Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, se distanció rápidamente de los planes de Washington, Varsovia y Praga. El líder socialista en la Eurocámara, Martin Schulz, ya ha pedido que el asunto lo lleve la canciller Angela Merkel a la reunión del G-8 en Heiligendamm.

En el campo del medioambiente, Varsovia desafió a la Comisión Europea a finales de febrero al decidir la construcción de una carretera en el valle de Raspuda, "un bosque único en Europa", prohibida por Bruselas y sobre la que tiene abierto un expediente de infracción.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Otra grave brecha que se agranda es la abierta en materia de derechos humanos. A principios de este mes, Roman Giertych, ministro de Educación y líder de la Liga de las Familias Polacas, propuso una Carta de los Derechos de las Naciones Europeas, con la prohibición taxativa del aborto y que fijara límites a "la propaganda homosexual", para defender a la familia. Un tirón de la fiebre nacionalista que surge tras la caza de brujas desatada contra obispos y religiosos por su colaboración con los anteriores Gobiernos comunistas.

Derechos fundamentales

Las estridencias polacas removieron ayer las tranquilas aguas del Parlamento Europeo, donde su presidente, el moderado cristianodemócrata Hans-Gert Poettering, se vio obligado a amonestar al eurodiputado polaco Maciej Giertych, que publicó un folleto antisemita y racista con el logotipo de la Eurocámara.

Se trata de una decisión sin precedentes, nada menos que por "una violación seria de los derechos fundamentales y de la dignidad humana". El Gobierno polaco desentona en demasiados frentes, a pesar de que el europeísmo de sus ciudadanos está fuera de duda, como lo prueba que más del 63% están a favor de la ratificación del Tratado Constitucional que tanto vilipendian los Kaczynski.

Lech Kaczynski (izquierda) y su hermano gemelo Jaroslaw, durante un congreso de Solidaridad en Gdansk, en 2005.
Lech Kaczynski (izquierda) y su hermano gemelo Jaroslaw, durante un congreso de Solidaridad en Gdansk, en 2005.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_