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Poco sitio para tanto parado

Parla ofrece cinco locales para desatascar la saturada oficina del Inem

Las colas de la calle de San Blas en Parla son famosas. A las seis de la mañana ya casi le dan la vuelta a la manzana; a las nueve, dos policías nacionales la vigilan: es la cola del paro.

A las nueve es a la hora en que comienzan a distribuirse los números para los servicios de la oficina: inscripción en el desempleo, cobro de prestaciones e información. Hacia mediodía la fila se va disolviendo poco a poco, pero no disminuye el lleno en la oficina, que si fuera de tela reventaría por sus costuras. Los parados que salen remando con los codos, toman aire y se saludan a la puerta, en muchos casos afectuosamente. "Es que con las horas que echamos aquí, ya nos conocemos", cuenta Manuel, uno de los parados de la construcción. "Y esto hoy está bien. En verano se viene la gente hasta con las sillas de tijera", añade.

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Las aglomeraciones han llegado a tal nivel que el Ayuntamiento ha ofrecido a la Comunidad hasta cinco locales para acomodar a los desempleados. Con unos 400 servicios diarios, la oficina de Parla (107.000 habitantes) es la segunda de mayor tamaño en Madrid (por detrás de Fuenlabrada) en número de usuarios y en personal (16 técnicos). Las cifras de desempleados de la localidad (12.114 de sus 108.000 habitantes) son comparables a las de municipios mayores, como Alcorcón o Getafe. Además, la oficina da cobertura a Griñón, Torrejón de Velasco, Casarrubuelos, Torrejón de la Calzada y Cubas de la Sagra.

El Ayuntamiento argumenta que viene ofreciendo los cinco locales acondicionados en distintos puntos del municipio desde mayo, pero que es a la Comunidad a quien le corresponde dotarlas de personal y materiales. La Consejería de Empleo afirma desconocer el ofrecimiento. El Ministerio de Trabajo coincide en que la oficina se ha quedado pequeña. El Inem (dependiente de ese departamento) comparte con la Comunidad las oficinas, de titularidad autonómica. "Nosotros no podemos hacer más de lo que hacemos", aseguran en el ministerio. "Hemos reforzado el servicio: cada funcionario atiende unos 30 casos y resuelve todas las prestaciones en un día; y abrimos dos días por semana de tarde. El problema es que el volumen de desempleados nos ha desbordado".

Las horas perdidas por la longitud de las colas distorsiona la rutina de las familias con parados. Hay padres que pasean a sus hijas por el parque; a Javier Ruiz y Margarita Sáez les toca llevar a la suya, de 19 meses, a la cola del Inem. Él ha sido militar y trabajado en el montaje de estructuras metálicas; desde el 13 de abril está desocupado. Margarita trabajaba como limpiadora. Ella viene a pedir la prestación por desempleo, pero él ha tenido problemas con su anterior empleador y visita la oficina para constantes consultas. "Hasta cuatro horas me tiro aquí cada vez que tengo un par de preguntas", explica. "Y dentro, a codazos". Señala las ventanas de la oficina, cubiertas de manos que no dejan entrar la luz.

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Javier y Margarita tienen tan estudiado el terreno que dan consejos a los nuevos: "Mejor venir el miércoles, que hay mercadillo". No son los únicos veteranos. Alfonso y Maite, colegas de cola, intercambian trucos para esperar menos. "Es que, si te equivocas, echas aquí el día", cuenta Maite. Asegura que ha llegado a las 5.30 de la mañana, y lo mejor que ha conseguido es el número 107. La perspectiva más agradable es hacer tiempo con un café. Los clientes entran y salen de la cervecería Rea, enfrente de la oficina, con carpetitas de colores llenas de impresos. A medida que lanza cafés sobre la barra, el camarero saluda a todos los clientes: "Machote", "campeón". No es para menos: en Parla, quien tiene un número del Inem tiene un tesoro.

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