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Cien años por las calles de la ciudad

Taxistas bajo el microscopio

Examen a varios conductores del sector en Madrid durante su centenario - En 22 viajes, incumplen cinco veces las ordenanzas

"¿Tiene usted mucha prisa?", pregunta el taxista. "Se lo digo porque hay mucho tráfico, y quizá tardemos media hora". Son las cinco y media de la tarde y una mujer, con acento extranjero y afirmando no haber estado nunca en Madrid, coge un taxi en la terminal 1 de Barajas hacia la Gran Vía. El conductor, que ha puesto rumbo a la M-40 -dirección norte-, le dice que hay más atasco de lo normal. Se deshace en disculpas en inglés. "Igual hay una manifestación en el centro", le explica a la turista (en realidad es una periodista). Para entonces, han alcanzado la M-30, y se encuentran más al norte de las Cuarto Torres. El coche no abandonará el cinturón hasta la avenida del Mediterráneo, cerca de Atocha. Tardará 45 minutos en llegar a su destino.

Sólo dos conductores de 22 examinados cometieron alguna falta grave
"Aquí nadie te va a coger para ese trayecto, vete a la zona de Salidas"
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Esta viajera con acento inglés era una de las dos redactoras de EL PAÍS que, siguiendo la leyenda de que algunos taxistas timan al viajero, han puesto a prueba a varios conductores, elegidos al azar, para comprobar si cumplen con la ordenanza que regula su trabajo. Una ordenanza que seguramente cambie el año que viene, si el Ayuntamiento y los taxistas llegan a un acuerdo que está en proceso de negociación.

La actual, de 1980, dice que "los conductores deberán seguir en cada servicio el itinerario más corto, salvo indicación en contrario del viajero". La ruta desde Barajas a la Gran Vía tenía, al menos, dos opciones más cortas. Una, por la avenida de América, se habría saldado en unos 16 kilómetros. La otra, alcanzando la M-40 en dirección sur y saliendo por O'Donnell, se quedaría en 15. Ambos recorridos suelen costar unos 30 euros, como se comprobó en otros dos trayectos.El viaje que realizó esta turista, amenizado con las amables explicaciones del conductor sobre los monumentos, la cultura y la forma de vida madrileña, se saldó con 22 kilómetros y 43,45 euros.

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En lo que va de año se han puesto 450 reclamaciones al Ayuntamiento por el mal servicio de los taxis. Tres quejas cada dos días. Las principales causas de disgusto de los clientes, que se concentran en el servicio del aeropuerto, son que el conductor se niega a llevarles porque el destino que piden está demasiado cerca o porque les da un rodeo. De los 22 taxis que dos redactoras de este periódico han cogido durante dos días, cuatro de ellos cometieron un total de cinco infracciones.

Si las quejas de los viajeros se concentran en Barajas, los taxistas, recién aprobada una subida de tarifas para 2010, mantienen algunas propuestas polémicas en la negociación de la nueva ordenanza, también con el aeropuerto en el punto de mira. Para que les sean rentables los trayectos cortos quieren cobrar un mínimo de 20 a 25 euros por los viajes dentro del complejo o a las zonas adyacentes (Hortaleza, Barajas, o Canillejas). También proponen que los usuarios paguen un euro por maleta.

En Madrid hay 15.685 licencias, por lo que los datos recopilados para este reportaje carecen de valor estadístico. No obstante, la misma prueba realizada hace 16 años a 35 taxistas se saldó con 22 incumplimientos. Entonces, los conductores cometieron faltas como quedarse con las vueltas, cobrar de más o extender facturas falsas. Incluso se halló un taxímetro manipulado. En ninguno de los trayectos realizados ahora ha sucedido nada de esto.

Si los extranjeros eran entonces la víctima perfecta, los taxistas de esta prueba, salvo uno, han seleccionado siempre el camino adecuado aunque la pasajera diera muestras evidentes de no tener ni idea de dónde estaba. Todos llevaban bien visible el número de licencia y las tarifas vigentes. Ninguno puso pega alguna a la hora de pagar con un billete de 20 euros (es obligatorio que lleven cambio de esa cantidad) o incluso de mayor valor. A la hora de pedir un recibo tampoco ha habido problemas. Ni siquiera si la pasajera pedía que bajase el volumen de la radio (otro de los derechos del viajero). Un taxista incluso cobró de menos en una de las carreras por haber dado más vueltas de lo necesario al buscar el número de una calle.

Pero en un colectivo tan amplio siempre hay hueco para alguna oveja negra. En los 22 trayectos realizados, las viajeras han observado cinco infracciones. Una grave, la relatada anteriormente por seguir un itinerario que no era el más corto entre Barajas y la Gran Vía.

Otras tres tuvieron lugar en el mismo escenario: la terminal 1 de Barajas. La falsa turista sale con su maleta y el primer taxista en la fila de la puerta de Llegadas le ayuda a colocarla en el maletero. La viajera, ya instalada en el asiento, pide ir a otra zona del recinto aeroportuario. El conductor ni se lo piensa y la echa del coche, mientras se justifica diciendo que lleva "más de tres horas esperando" y que no va a hacer un trayecto tan corto. La periodista no tiene tiempo ni para pedir el libro de reclamaciones que cualquier taxi ha de llevar obligatoriamente, porque en un segundo se ve de pie fuera del taxi, al que ya se suben otros viajeros. El taxista ha cometido una infracción muy grave, que puede ser castigada con un año de suspensión del permiso, por "abandonar al viajero sin rendir el servicio para el que fuera requerido sin causa justificada". Esto acarrea, a su vez, otra falta grave por "negarse a prestar servicio estando libre".

"Aquí nadie te va a coger para ese trayecto", le espeta el taxista a la sorprendida turista mientras saca rápidamente su bolsa del maletero. "Vete a la zona de Salidas". Allí, efectivamente, otro taxista la traslada hasta la terminal de cargas (cuatro kilómetros, 11,55 euros con el suplemento del aeropuerto), "como un favor". Al hacerlo, el conductor está incurriendo en una infracción leve, por "recoger viajeros a menos de 100 metros de las paradas, cuando en las mismas hubiera vehículos libres".

Cuando un taxi de los que aguarda en el aeropuerto se niega a coger a un viajero puede provocar una reacción en cadena de los demás conductores de la parada. Es lo que le pasó a María Carrión hace unas semanas, cuando regresaba de Nueva York. Uno de los taxistas se negó a cogerla alegando que llevaba dos niñas pequeñas y que no tenía sillas adecuadas para el viaje. Carrión le exigió una solución, pero él desapareció con otro cliente a bordo. El siguiente coche la miró "con cara de circunstancias" y también se fue. Carrión, junto con sus dos niñas de dos y siete años, tuvo que esperar 20 minutos hasta que uno aceptó llevarlas. "Me explicó que cuando algún conductor pone una pega, los demás no quieren enfrentarse a él", relata la viajera. A las puertas de la T-1 se admiten habitualmente niños de todas las edades, como han podido comprobar estas redactoras durante la realización del reportaje.

Esta semana, con la aprobación de las nuevas tarifas para 2010, el Ayuntamiento ha atendido algunas de las reclamaciones del gremio. El precio será más alto (a pesar de que no sube el IPC), pero no tanto como los conductores pretendían. La nocturna (la 2) costará dos céntimos más por kilómetro y la tarifa para recorridos fuera del término municipal subirá un céntimo. Los sábados por la tarde, a partir de las cinco, se aplicará el precio de día festivo, y el suplemento que hasta ahora se cobraba al iniciar un trayecto en una estación tendrá que pagarse también en los trayectos de ida a las mismas.

Además de los rodeos y la negativa a realizar trayectos cortos, hay otras dos quejas entre las reclamaciones de los usuarios: el cobro de suplementos que no existen y las "malas maneras" que muestran algunos conductores.

En la estación de autobuses de Méndez Álvaro toma otro taxi una turista con aire despistado y pide ir "to the Planetario". "Pero si eso está aquí al lado, a cien metros", le contesta el conductor con tono molesto, "puedes ir andando". La turista pone cara de no entender nada y permanece impasible a los gestos de protesta. "¿Qué pasa?", interrogan los compañeros. "Dice que va al Planetario", responde el taxista, sin decidirse a arrancar. El edificio se encuentra a apenas 600 metros de la estación. "Qué le vamos a hacer", concluye el resto. El conductor baja la bandera. A los dos minutos se detiene tras una carrera de 3,40 euros. "Más tres de suplemento", indica. Ha añadido cinco céntimos al suplemento reglamentario. Con su pequeña venganza ha incurrido en una falta muy grave por cobrar "tarifas superiores".

Guía de los pecados al volante y sus castigos

- Faltas leves: bajar la bandera antes de que el cliente indique la dirección; no llevar cambio de 20 euros; descuidar el aseo personal o el del vehículo; discutir con otros compañeros o recoger viajeros a menos de 100 metros de paradas con taxis. Estas faltas pueden ser sancionadas con una amonestación o con una suspensión del permiso municipal de conducir de hasta 15 días.

- Graves: no dar el libro de reclamaciones; negarse a prestar servicio estando libre; seguir itinerarios que no sean los más cortos; conducir con el permiso municipal caducado o utilizar el vehículo para una finalidad diferente; tratar mal al usuario o buscar viajeros en las estaciones y aeropuertos pero fuera de las paradas. Pueden acarrear una suspensión del permiso municipal de tres a seis meses.

- Muy graves: producir un accidente y darse a la fuga; cobrar tarifas superiores o suplementos falsos; manipular el taxímetro; salir del término municipal sin permiso; conducir borracho o abandonar al viajero sin prestar el servicio, sin una causa justificada. Pueden ser castigadas con la suspensión del permiso municipal hasta un año y la retirada definitiva del permiso municipal de conducir

Negociación para otra ordenanza

- Los taxistas piden un mínimo para las carreras cortas. Quieren cobrar de 20 a 25 euros por el trayecto entre el aeropuerto de Barajas y los distritos de Hortaleza y Barajas o de Canillejas.

- Un euro por maleta. Piden un plus de hasta un euro por cada bolsa de viaje.

- El Ayuntamiento propone que los taxis no bajen la bandera hasta llegar al domicilio que lo ha pedido por teléfono, y que todos permitan pagar con tarjeta.

- Prohibidas las chanclas y el pantalón corto. El Consistorio quiere impedir trabajar con prendas deportivas y de baño, así como con pantalón corto y sandalias.

- Cambio de vehículo cada seis años. Ahora el límite está fijado en los 10.

- Las tarifas, a medio camino. Los nuevos precios para 2010 aprobados por el Ayuntamiento, aunque más altos, no han concedido que la tarifa nocturna empiece a las 20.00 (ahora comienza a las 22.00) como pedían los taxistas. Y los sábados, que reclamaban como festivo desde las tres de la tarde, lo serán desde las cinco

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