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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tragedia en Banyoles

MUCHAS VECES, una naturaleza embravecida -ríos desbordados, tormentas- es la excusa de las tragedias, aunque difícilmente llega a ser la única causa. En el terrible accidente ocurrido ayer en el lago gerundense de Banyoles hay, sin embargo, un inocente claro: el lago. En un estanque apacible, con aguas sin trampas apenas para sus navegantes, una barcaza de paseos turísticos se hundió con 141 personas a bordo. De ellas, 20 no pudieron salvarse. La investigación trabaja con una hipótesis: la barcaza tenía licencia para 80 pasajeros y en la fatídica mañana de ayer habían embarcado casi 150. Esta sobrecarga podría ser una explicación de que reventara sin dar tiempo para la escapatoria.Las autoridades, ahora, cuando resulta demasiado tarde, deberán encontrar a los responsables y castigarlos. Pero deberán investigar no sólo a quienes embarcaron a más personas que las autorizadas. Tendrán que revisar concienzudamente la fabricación de la barcaza -¿únicamente la sobrecarga explica su tremenda fragilidad?- y cómo obtuvo las licencias necesarias. Deberán comprobar, además, si era la primera vez que se cometía esta infracción. Si, como es probable, era una práctica repetida, ¿por qué no se puso freno a esta explotación ilegal que, finalmente, ha resultado asesina? La tragedia de Banyoles nos devuelve una imagen lamentable de nuestra millonaria industria turística. Las víctimas eran unos ancianos franceses que aprovechaban las ofertas de temporada baja para hacer un sosegado viaje por Cataluña. Se ha dicho que, si se hubiera tratado de un grupo más joven, habría habido menos víctimas, porque habrían sabido salir de aquel infierno con más agilidad y porque habrían resistido mejor a la hipotermia producida por un baño criminal. Este cálculo resulta insultante. Las organizaciones de turismo gregario han de tener más en cuenta quiénes son sus clientes. En este caso se trata, sin más, de unos viajeros que embarcaron para una excursión tranquila y se encontraron con la muerte.

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