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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El MD-82, en el Congreso

La ministra de Fomento mantuvo un debate de guante blanco sobre la tragedia de Barajas

La comparecencia a petición propia de la ministra Magdalena Álvarez ante la Comisión de Fomento para analizar el accidente aéreo de Barajas era necesaria para que los familiares de las víctimas y los ciudadanos conocieran los datos de que dispone el Gobierno, y también para empezar a extraer experiencias útiles para reforzar la seguridad aérea en España tras una tragedia que ha costado la vida a 154 personas. Álvarez informó de un hecho desconocido hasta ayer: que Spanair contempló la posibilidad, finalmente descartada, de sustituir el avión siniestrado antes del fatal despegue.

Sorprende que datos relevantes como el citado, conocidos desde el mismo día del siniestro por las autoridades y por la aerolínea, sigan apareciendo con cuentagotas. Nadie puede exigir a la comisión de investigación ni al Gobierno dar con las causas del accidente en un plazo breve de tiempo, pero los hechos, las circunstancias en que se produjo el siniestro, sí deben ser publicados. El Ejecutivo, además, puede ofrecer el inventario de los controles realizados al avión siniestrado y comprobar que se han ajustado a la regulación en vigor. También puede evaluar el funcionamiento de los servicios de emergencia una vez que la tragedia se produjo. Este segundo aspecto fue, tal vez, el que requirió de mayores aclaraciones por parte de la ministra.

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Más allá de interesarse por algunas cuestiones de detalle, los grupos plantearon un debate de guante blanco. El PP solicitó a la ministra la puesta en marcha de la Agencia de Seguridad Aérea, ya aprobada pero paralizada por problemas presupuestarios, y la creación de una subcomisión de seguridad aérea dependiente de la comisión de Fomento. La portavoz del PP tuvo un exquisito cuidado en evitar que ambas peticiones se interpretasen como una siembra de dudas o sospechas sobre la actuación del Gobierno, resistiéndose a secundar especulaciones aventuradas por algunas tribunas periodísticas. La actitud de los medios estuvo presente en las intervenciones de varios portavoces, además de la propia ministra: las únicas investigaciones que servirán para aclarar los extremos de esta tragedia son las que llevan a cabo la comisión técnica y la justicia. Cualquier investigación paralela contribuiría más a confundir que a aclarar. Especialmente cuando la intención morbosa y sensacionalista se disfraza de deber de informar.

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