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El nuevo presidente duda que pueda entenderse con el dirigente iraquí

La oferta de alto el fuego del dirigente iraquí, Sadam Husein, dio ayer un respiro a la celebración de la toma de posesión del 420 presidente norteamericano, Bill Clinton, que se desarrolló con una tranquila solemnidad. No obstante y antes de tomar posesión, Clinton había manifestado sus dudas sobre que su Administración pueda llegar a entenderse con Sadam.

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A pesar de que las nubes sobre el conflicto del Golfo se despejaban por primera vez en muchos días, el presidente saliente, George Bush, extendió unas horas el mandato del secretario de Defensa, Dick Cheney, para mantener la maquinaria del Pentágono en marcha durante el desarrollo de los actos de inauguración de la nueva presidencia. Clinton reaccionó con escepticismo a la propuesta iraquí de ofrecer un 11 gesto de buena voluntad" al inicio de su nuevo mandato. En una entrevista con la cadena de televisión CBS, Clinton reiteró que el mayor problema sigue siendo Sadam Husein: "Es casi inconcebible que podamos tener unas buenas relaciones mientras él [el líder iraquí] siga en el poder, porque todavía no ha demostrado ningún signo sobre su capacidad para ser un miembro fiable de la comunidad de naciones", dijo.El director de comunicaciones del presidente norteamericano, George Stephanopoulos, dijo que más que declaraciones de buena voluntad esperaban ver pruebas factibles sobre el cambio de comportamiento de Irak. "Queremos un total cumplimiento de todas las resoluciones de Naciones Unidas", insistió.

La relajación del conflicto se produce en un momento en el que habían aparecido las primeras grietas de disconformidad entre los miembros de la coalición liderada por Estados Unidos. Varios países árabes y europeos habían criticado a Washington por considerar que la Casa Blanca se había excedido en su mandato y carecía de una estrategia coherente con Irak. Desde el primer bombardeo del día 13 hasta el tercero y último del martes, Bush actuó con agresividad, sin consultar con todos los países implicados, mientras Clinton se debatía entre una política de distensión o la continuidad de la firmeza.

El anuncio final de Clinton de que no le temblaría la mano para seguir con las represalias militares, precedió al tercer bombardeo sobre Irak por parte de fuerzas aliadas. Horas después, el mismo martes, Sadam Husein comunicaba su aparente rendición y transmitía a Naciones Unidas su acatamiento para la reanudación de los vuelos de los inspectores de la ONU que revisan la destrucción de su armamento decretada al fin de la guerra del Golfo. Los portavoces del organismo internacional se mostraron satisfechos con la nueva postura de acatamiento comunicada el mismo martes por Irak.

Aunque la ONU tenía intención de esperar hasta al fin de semana antes de comprobar la seriedad de las intenciones de Bagdad, sus inspectores viajarán mañana desde Bahrein a Bagdad para reanudar su misión en Irak.

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Operaciones encubiertas

Por otra parte, el diario The Washington Post publicaba ayer una entrevista en la que el consejero de Seguridad Nacional de Bush, Brent Scowcroft, daba detalles sobre las operaciones encubiertas estadounidenses para el derrocamiento de Sadam. Scowcroft explica que el intento que más cerca estuvo de alcanzar el objetivo se produjo el verano pasado. El plan fracasó y concluyó con la depuración de los golpistas, porque el líder iraquí tiene "uno de los sistemas de seguridad más eficientes del mundo", dice Scowcroft. Según él, Estados Unidos nunca pretendió que Sadam fuera asesinado y esta fue una de las condiciones que puso Washington antes de apoyar a los grupos descontentos con el presidente iraquí que solicitaron su colaboración.

"Nos hubiera gustado verlo fuera de la escena internacional porque tiene una personalidad especialmente malvada", declara Scowcroft refiriéndose a Sadam.

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