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Los ingenieros logran frenar el hundimiento de la plataforma petrolífera frente a Río de Janeiro

Temor en Brasil a un desastre ecológico

Juan Arias

Petrobras da ya por definitivamente desaparecidos a los ocho trabajadores que el mar se tragó en la madrugada del pasado jueves cuando la plataforma P-36, anclada en alta mar, en la Cuenca de Campos (Estado de Río), sufrió tres explosiones que produjeron un muerto, un herido gravísismo y nueve desaparecidos. El cuerpo encontrado ayer fue hallado en el interior de una de las columnas de apoyo de la plataforma, próxima al local donde ocurrieron las explosiones. El presidente de Petrobras, Henri Philippe Reichstul, declaró ayer que la explosión supone para la compañía 'el momento más dramático de su historia'.

En un principio, los técnicos dieron por perdida la ingente plataforma al comprobar que las explosiones habían causado una inclinación de casi cuatro metros en sus estructuras, pero ayer no se descartaba la posibilidad de salvarla, aunque con esfuerzos titánicos. Su hundimiento podría provocar un desastre ecológico sin precedentes en la maravillosa bahía de Guanabara, en la ciudad de Río. La plataforma tiene 31.000 toneladas de peso, una altura como la de un edificio de 40 pisos y lleva en sus entrañas 1,5 millones de litros aceite pesado y gran cantidad de gasóleo.

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Inyecciones de nitrógeno

Carlos Henrique de Abreu Mendes, coordinador del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (IBAMA) en Río de Janeiro, afirmó ayer que la posibilidad del 'afondamiento de la P-36 aún no está descartada', en cuyo caso, dijo, es probable que se rompan los tanques de combustible, que llegaría a las playas de cabo Frío y cabo de São Roque.

Cuatro tanques instalados sobre la superfice están recibiendo inyecciones de nitrógeno para expulsar el agua por salidas sumergidas. La plataforma había sido invadida por 7.000 toneladas de agua, de las cuales por lo menos 4.000 necesitan ser extraídas para poder equilibrarla. La operación, sin embargo, es delicada y arriesgada, según la compañía Petrobras, que tampoco excluye la posibilidad de un hundimiento repentino de la plataforma. En la operación se están usando 12 embarcaciones y 20 buzos, que se mantienen a 500 metros de la plataforma, en alta mar.

El gerente general de ingeniería de producción de la petrolera estatal, Claudio Nunes, anunció que para recuperar la estabilidad de la plataforma tienen que ser retiradas de los flotadores inundados por lo menos 4.000 toneladas de agua. Once técnicos de la empresa holandesa Smit, especializada en recuperar embarcaciones inundadas, ya se encuentran en la zona del accidente después de llegar a Río de Janeiro junto con 50 toneladas de equipos.

El hundimiento de la plataforma P-36 supondría para Petrobras una pérdida hasta final de año de 81.000 millones de pesetas, y para el Estado de Río, de 111.000 millones diarios, ya que tendría que importar los 80.000 barriles de petróleo que la P-36 producía cada día. El ministro de Medio Ambiente, José Sarney, ha amenazado con una multa de 10.000 millones de pesetas a Petrobras en caso de que se produzca un desastre ecológico, y la policía está investigando si ha podido haber delito en la muerte de los obreros muertos o desaparecidos.

Mientras tanto, la totalidad de la plantilla de la importante compañía de petróleo pública brasileña está manifestándose como gesto de protesta y de luto por sus compañeros muertos en el accidente y para pedir mayores medidas de seguridad en un trabajo que consideran de alto riesgo y para el que consideran que la compañía no está preparada.

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