Jospin intenta recuperar la iniciativa política en Francia
Lionel Jospin, el primer ministro socialista francés y potencial candidato de la izquierda a las presidenciales del año 2002, se prestó ayer a un 'examen oral' televisivo. Se trataba de recuperar la popularidad perdida en el último mes y medio. En ese lapso de tiempo, Jospin ha descubierto que los principales éxitos de sus cuatro años de gobierno -un millón de parados menos, sin inflación, con balanza de pagos favorable, reducción de la deuda y un PIB creciendo en torno al 3%- no le servían para ganar en las municipales a una derecha sin balance, ni programa, ni ideas, pero que sigue firme enarbolando su bandera.
Tras la decepción de las municipales se han acumulado los desastres: Marks & Spencer cierra 18 almacenes en Francia, Danone hace lo propio con dos fábricas, la SNCF paraliza varios días el tráfico ferroviario, las comadronas se declaran en huelga y... ¡no para de llover! Esto último, que es casual, no se lo ha parecido tanto a los habitantes de la cuenca de la Somme, que han acusado al 'Gobierno de París' de desviar las aguas del Sena hacia la Somme para, a su costa, escapar a la inundación. De nada han servido las explicaciones de los expertos: Jospin es sospechoso de dejar con los pies en el agua a ciudadanos de una región desfavorecida.
Lionel Jospin no dispone ahora de medidas populares como las que aplicó al ganar las elecciones en 1997 -35 horas laborales semanales, plan de empleo especial para jóvenes o ley de parejas de hecho- y ha de conformarse con pequeños apaños sociales: ayuda específica para jóvenes marginados, aumento de la prima para quienes crean empleo, posibilidad de expropiar determinados pisos vacíos, generalización de la llamada policía de proximidad.
En realidad, además de la consabida 'fatiga del poder', Lionel Jospin paga el cambio del mapa político francés. La relativa implosión del ultraderechista Frente Nacional a causa del enfrentamiento entre sus líderes, ha permitido a la derecha democrática recuperar una serie de temas en los que se siente a gusto, desde la necesidad de reforzar las medidas de seguridad hasta reivindicar la reinstauración de la pena de muerte.
