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'Ya tenemos tres millones de afganos. No queremos que vengan otros cuatro'

Ángeles Espinosa

Abbas Sarfaraz, el ministro paquistaní responsable de los refugiados, defiende con convicción la decisión de su Gobierno de no abrir las fronteras a los afganos. 'Ya tenemos tres millones. No queremos que vengan otros cuatro', asegura. A sus 41 años, Sarfaraz es el ministro más joven del Gabinete de tecnócratas nombrado por el general Pervez Musharraf, pero no por ello su responsabilidad es menor.

Al frente del Ministerio para Asuntos de Cachermira, Áreas del Norte, Estados y Regiones Fronterizas, este economista de formación se ocupa de un tercio del país, justamente el más problemático. 'Sólo cuando la situación se haga insostenible, debido a circunstancias extremas, podremos considerar algo más', admite, sin dejar de repetir que 'Pakistán es sólo la solución de emergencia. La primera línea de defensa debe ser la entrega de ayuda dentro de Afganistán'.

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Pregunta. El pasado fin de semana hemos visto imágenes de policías paquistaníes que golpeaban a los afganos que trataban de cruzar la frontera, e incluso disparaban al aire, para impedírselo. ¿Es una nueva política?

Respuesta. La política del Gobierno de Pakistán no ha cambiado. Desde el principio hemos dicho que sólo se permitiría cruzar la frontera a quienes tuvieran visado. La creciente frustración de la gente que llega a nuestra frontera, y desea cruzar sin visado, ha provocado lo que ha visto. Se trata de personas desplazadas que debieran ser atendidas dentro de Afganistán. Los talibanes han accedido a establecer un campamento en su lado de la frontera. Es una buena solución porque no se está bombardeando la frontera y está lo bastante cerca para que todos los servicios se puedan facilitar desde aquí.

P. Sin embargo, los trabajadores humanitarios, tanto de la ONU como de ONG, han dicho que no pueden asistir a los afganos de forma adecuada al otro lado de la frontera...

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R. Ese argumento no es correcto porque numerosas agencias de la ONU y ONG aún operan en Afganistán con su personal afgano. Entendemos que teman por su personal internacional, pero eso no significa que todo el esfuerzo asistencial tenga que pararse. Que sustituyan el personal extranjero con personal local. Es una situación excepcional, así que tenemos que recurrir a métodos excepcionales para prevenir esta crisis, que crece poco a poco.

P. A mediados de septiembre usted dijo que se abrirían las fronteras cuando empezaran la campaña militar. Llevamos tres semanas de bombardeos, ¿a qué están esperando?

R. Entonces necesitábamos ver el número de refugiados que venían. Cada invierno aumenta la inmigración. El año pasado, entre octubre y diciembre, 150.000 personas cruzaron en dos meses sin que hubiera una guerra en marcha. Esa gente escapa por la sequía y la falta de actividad económica. El tercer factor que se ha añadido a la ecuación es el bombardeo estadounidense y no está afectando a las zonas rurales. La emergencia humanitaria no se ha producido. Hay un problema, sin duda, pero estamos diciendo a la ONU que antes de que 400.000 personas llamen a nuestra puerta, que por favor se aseguren de que les llegue comida a los pueblos en los que se encuentran. Los campamentos sólo pueden ser una solución temporal. Pakistán ya tiene tres millones de refugiados desde hace 20 años. No queremos que vengan otros cuatro y que tampoco van a volver.

P. ¿Debemos entender que si la situación empeora abrirán las fronteras?

R. No, no estoy diciendo eso. Lo que digo es que ésta es nuestra política ahora. Dejemos que se desarrollen los hechos. Observamos la situación, no tenemos los ojos cerrados. Estamos muy preocupados por los bombardeos y por su efecto sobre la población civil. Contemplamos cómo se puede resolver porque el bombardeo no está bajo nuestro control.

P. Si la frontera no se va a abrir, ¿cuál es la razón para preparar una treintena de campamentos nuevos en sus proximidades?

R. Nadie puede prever el futuro. Si mañana la campaña aérea estadounidense se transforma en una batalla terrestre, si aumenta y empezamos a ver millones de personas huyendo, queremos tener capacidad de respuesta. Pero debo subrayar que Pakistán es sólo la solución de emergencia. No somos la primera línea de defensa. La primera línea de defensa debe ser la entrega de ayuda dentro de Afganistán. Sólo cuando la situación se haga insostenible, debido a circunstancias extremas, podremos considerar algo más. Pakistán no puede ser el único que lleve el peso de esta crisis. Una cosa es dar dinero, pero hemos pedido a la comunidad internacional que considere seriamente el reasentamiento de grupos de afganos en terceros países. ¿Por qué sólo Pakistán? Ya tenemos tres millones. Además, el resto de los países vecinos de Afganistán deben participar en esa coalición humanitaria. Algunos de ellos no sólo han cerrado sus fronteras, sino que no permiten el paso de la ayuda humanitaria.

P. La ONU y las ONG se han quejado de los sitios ofrecidos por su Gobierno para instalar esos campamentos. ¿Por qué todos los lugares están en las áreas tribales?

R. Los intereses de seguridad de Pakistán están por encima de todas las preocupaciones. Deseamos que la población afgana esté lo más cerca de la frontera que sea posible. Consideramos a esas personas como desplazados externos, con todas las implicaciones que eso lleva consigo. Y a la primera oportunidad, deberán regresar. También se han establecido esos campamentos porque la frontera es muy larga y se teme que la gente se las arreglará para cruzarla de todos modos. Algunos ya lo han hecho, entre 30.000 y 35.000. Esperamos que quien cruce vaya también a esos campamentos.

P. Si frenan la entrada de refugiados, ¿por qué no evitan el paso de los voluntarios paquistaníes que van a unirse a la yihad y que lo hacen por los pasos fronterizos oficiales?

R. Lo primero, nosotros no animamos a la gente a que vaya a la yihad. En segundo lugar, hasta donde yo sé, lo están haciendo en muy pequeño número. Los talibanes, de hecho, han pedido a la gente que no vaya. Hay razones obvias para ello: si va gente, tienen que darles comida, agua, techo... y tienen problemas para abastecerse ellos. Creo que los que han ido se han vuelto.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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