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Soldados a caballo contra tanques talibanes

Mueren 85 combatientes paquistaníes que acudían a reforzar la defensa de Mazar-i-Sharif

Guillermo Altares

Los talibanes aseguran que están dispuestos a defender Mazar-i-Sharif con escuadrones suicidas mientras la Alianza del Norte anuncia que soldados a caballo se están enfrentando con los tanques del régimen de Kabul. Las tropas de los talibanes, estimadas en unos 20.000 hombres, superan en una proporción de dos a uno a los efectivos de la Alianza, que cuentan con el apoyo de los aviones de Estados Unidos. La inminente batalla en torno a Mazar-i-Sharif, la ciudad más importante del norte de Afganistán y puerta hacia Kabul, será cruel y sangrienta.

Los bombardeos estadounidenses sobre el norte de Afganistán se van haciendo más precisos y, por lo tanto, más sangrientos. Una columna de combatientes paquistaníes que iba a sumarse a las fuerzas talibanes en la estratégica ciudad de Mazar-i-Sharif fue alcanzada ayer en el área de Darra-i-Suf, provocando la muerte de 85 guerrilleros. Entretanto, la Alianza del Norte asegura que sus avances sobre esta ciudad son cada vez más importantes. Como casi todas las informaciones en torno a esta guerra, la citada ofensiva no ha podido ser confirmada por testigos independientes. Tampoco es posible saber hasta qué punto los avances de los soldados de la oposición en este frente son consistentes. Lo único claro es que, cuando llegue el momento, la verdadera batalla de Mazar-i-Sharif será extraordinariamente dura.

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Abu Okasha, un portavoz de Harkat e Yihad e Islami, organización radical islámica paquistaní que apoya a los talibanes, confirmó ayer a la BBC la muerte de 85 de sus combatientes cuando intentaban alcanzar el frente y aseguró que los combates en torno a Mazar-i-Sharif estaban siendo muy duros. El hecho de que las milicias del régimen de Kabul estén recibiendo refuerzos puede ser un signo de que las cosas se están poniendo difíciles para ellos.

Los soldados que defienden esta ciudad, la más importante del norte de Afganistán y una de las opciones más serias para que Estados Unidos pueda abrir una cabeza de puente antes de la llegada del invierno, son en su mayoría combatientes árabes. Estos guerrilleros no estarán dispuestos a rendirse o a dejarse sobornar. La traición, previo pago de sustanciosas cantidades de dinero, ha sido y es una de las estrategias bélicas más eficaces en Afganistán y todos los que conocen el país indican que eso no ocurrirá en este frente.

Matanza salvajeHabrá que combatir hasta la muerte, casa por casa, en el laberinto de calles de Mazar, una ciudad que cayó en manos de los talibanes en 1997, aunque perdieron la plaza a los pocos meses en medio de una matanza salvaje, durante la que varios miles de prisioneros fueron asesinados. Cuando las fuerzas del mulá Omar, líder espiritual de los talibanes, recuperaron la ciudad en 1999, se vengaron a conciencia y cometieron algunas de las más graves violaciones de los derechos humanos de la interminable guerra de Afganistán. En pocos días, según organizaciones de derechos humanos, unas 9.000 personas, en su mayoría de las etnias uzbeka y hazara, fueron asesinadas.

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Mazar-i-Sharif, que contaba con unos 200.000 habitantes antes de los bombardeos, está siendo atacada desde el Norte por el general Rashid Dostum, que controla a las tropas uzbekas dentro de las fuerzas de oposición a los talibanes. Conocido por su crueldad, que no tiene ningún problema en mostrar públicamente cuando es necesario, Dostum está recibiendo municiones desde el aire por parte de Estados Unidos, que apoya su ofensiva con intensos bombardeos aéreos, como los que ayer costaron la vida a los refuerzos que intentaban alcanzar la ciudad.

Sin embargo, no es la primera vez que la Alianza del Norte asegura haber avanzado sobre Mazar, para luego volver a perder el terreno ganado. Y no hay forma de comprobar de forma independiente lo que ocurre sobre el terreno: Uzbekistán mantiene su frontera cerrada a cal y canto y, mientras los atacantes dicen que avanzan, los defensores declaran que resisten.

Si las acciones militares de la Alianza del Norte en Mazar-i-Sharif son similares a las de otros frentes, podrían transcurrir el invierno, la primavera y el verano sin que nada se mueva. Varias semanas de intensos bombardeos en el frente cercano a Jodja Bachaudin no han hecho cambiar las posiciones ni un milímetro. Los B-52 pasan todos los días, lanzan sus devastadores bombardeos de alfombra desde 10.000 metros de altura y barren las posiciones de las tropas enemigas, mientras los combatientes de la oposición contemplan el espectáculo desde las colinas cercanas. Este tipo de bombardeos no se realiza para ser contemplado tranquilamente con el Kaláshnikov en las rodillas, como de hecho ocurre, sino para que, una vez terminados, se produzca una ofensiva de infantería, algo que por ahora no ha ocurrido, ni tiene pinta de que vaya a ocurrir.

Y eso que el frente en torno a Jodja Bachaudin es estratégicamente muy importante: se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con Tayikistán, desde donde los rusos y los estadounidenses podrían hacer llegar mucho más material bélico si lograsen asegurarse el paso del río Amu Daria, que en teoría puede ser alcanzado por el fuego talibán.

Un combatiente de la Alianza del Norte escucha la radio en un puesto de control cercano a Deshtiqala.
Un combatiente de la Alianza del Norte escucha la radio en un puesto de control cercano a Deshtiqala.REUTERS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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