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Kabul acepta fuerzas de paz con 3.000 soldados

La primera avanzadilla llegará el sábado

Tras un duro tira y afloja con los negociadores británicos, el jefe militar de la Alianza del Norte y futuro ministro de Defensa afgano, Mohamed Fahim, ha aceptado el despliegue de una fuerza multinacional de 3.000 soldados para garantizar la seguridad en Kabul. Coincidiendo con la toma de posesión del nuevo Gobierno provisional afgano, que estará presidido por el líder pastún Hamid Karzai, el sábado llegará a la capital una avanzadilla de 100 marines británicos. 'La idea es empezar con un pequeño contingente y aumentar el número de tropas en enero', declaró ayer el portavoz de la Embajada británica en Kabul, Paul Sykes.

Fahim, que ha intentado por todos los medios que la presencia de soldados extranjeros sea la mínima posible, declaró ayer que sólo 1.000 efectivos se dedicarán a mantener la seguridad en Kabul y que los 2.000 restantes se limitarán a prestar apoyo logístico a la operación. 'No creo que sean más de 1.000', declaró Fahim a un grupo de periodistas. 'Si hay más, será para ocuparse de cuestiones técnicas y ayudar a distribuir ayuda humanitaria'. El mandato de la fuerza internacional, agregó, durará únicamente los seis meses que estará en el poder la nueva Administración interina. La Alianza, que controla Kabul desde la huida de los talibanes, ha aceptado retirar sólo algunas de sus tropas de Kabul y pretende seguir ejerciendo el control militar de la ciudad.

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Según lo pactado el 5 de diciembre en Bonn por cuatro de las principales facciones afganas, entre ellas la Alianza, el objetivo del despliegue internacional será crear las condiciones de seguridad necesarias para que comience la transición política. 'Venimos a ayudar a los afganos a mantener el orden, no a tomar el poder', dijo Sykes. El jefe del Gobierno provisional, Hamid Karzai, es un claro partidario del despliegue de las tropas internacionales, pero sólo hasta que el nuevo Gobierno disponga de sus propias fuerzas de seguridad.

Nadie en Kabul quiere que se repitan las disputas interétnicas que arrasaron la ciudad entre 1992 y 1996 y causaron la muerte de 50.000 personas. Sin llegar a esos niveles, en las últimas semanas los ciudadanos de Kabul han denunciado numerosos robos a negocios y asaltos personales, en muchos casos perpetrados por soldados de la Alianza del Norte. Muchos de ellos no han recibido sus salarios en varias semanas y parecen haber optado por el pillaje como un modo de supervivencia.

En la base aérea de Bagram, situada a unos 40 kilómetros al norte de Kabul, ayer se ultimaban los preparativos para la llegada de los primeros soldados de la llamada Fuerza Internacional de Ayuda a la Seguridad (siglas en inglés ISAF). Un contingente de 120 soldados británicos y un número no precisado de estadounidenses y rusos ha limpiado la zona de minas y ha puesto en funcionamiento el aeropuerto, al que desde hace días llega ayuda humanitaria, personal diplomático y periodistas. A Bagram, que cuenta con la única pista apta para grandes aviones en casi 400 kilómetros a la redonda, llegarán presumiblemente la mayor parte de las tropas internacionales.

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