_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El mejor motor humano

La persecución, el día 14, y los 50 kilómetros, el 23, serán los nuevos asaltos del fondista español al podio

No hay motor humano mejor entrenado que el de un esquiador de fondo de alto nivel. Ni tampoco de mayor cilindrada. Para triunfar en la elite de tan duro deporte es necesario poseer un altísimo consumo máximo de oxígeno (VO2max). Por encima incluso de los 80 mililitros de oxígeno por kilo de peso por minuto (ml/kg/min). En cambio, se puede ser un excelente maratoniano o ciclista profesional sobrepasando apenas los 70 ml/kg/min. Cuando en cualquier laboratorio de fisiología el VO2max de un deportista se acerca a los 90 ml/kg/min, el investigador se plantea calibrar en analizador de oxígeno, pues posiblemente se trate de un error de medición. A no ser que el deportista objeto de estudio sea un caballo purasangre. O un esquiador de fondo.

Más información
Muehlegg gana su segundo oro en los 20 kilómetros persecución

Tan alto VO2max refleja sobre todo el enorme potencial del corazón de estos deportistas, capaz de bombear hasta 40 litros de sangre por minuto. El doble que un individuo joven y sano. Al contrario que en el ciclismo o en la carrera a pie, donde la musculatura de brazos y tronco juega un papel mucho menos relevante, el corazón de un esquiador de fondo en pleno esfuerzo ha de enviar sangre a casi todos los músculos del cuerpo. Esta diferencia con otros deportes de fondo es aún más marcada con el estilo libre o de patinador, como el de la de la prueba de 30 kilómetros en que venció Muehlegg. Con este estilo, los músculos de la parte superior del cuerpo juegan un papel esencial para propulsar al esquiador. De hecho, en las pruebas físicas a las que se someten estos deportistas para evaluar su estado de forma cada vez tiene más importancia la valoración de la potencia muscular de brazos y tronco. Además, estudios con biopsias desvelan que muchas de las fibras de estos músculos son rápidas: sólo las fibras rápidas, como las de los Maurice Green y compañía, son capaces de generar toda la fuerza que requiere este deporte. Sobre todo, en los tramos de subida o en el sprint final. O sea, que, para colmo, son deportistas completos y no sólo motores diesel.

La intensidad media del esfuerzo durante una prueba como la de ayer, de unos 70 minutos de duración para el vencedor, supera el 90% del VO2max. Es decir, se trata de una prueba realmente agonística. Además, la presencia de bajadas a lo largo del recorrido permite un cierto respiro a su organismo, por lo que el esquiador se puede volver a emplear al 100% en los numerosos tramos de subida, con porcentajes que pueden superar el 10%. Por otra parte, las condiciones ambientales no ayudan a aliviar el esfuerzo. El aire frío y seco irrita los bronquios y acelera la deshidratación a través de la ventilación pulmonar, y las condiciones de hipoxia moderada -la altura suele superar claramente los 1.000 metros- merman mucho la capacidad de los pulmones para oxigenar la sangre en pleno esfuerzo.

Los esquiadores de fondo son delgados, pues su porcentaje de grasa corporal oscila entre un 5% y un 10%, y musculosos. Muy musculosos. En general, el morfotipo de los mejores competidores es mesomórfico (con predominio de tejido muscular) y difiere bastante del morfotipo longilíneo o ectomórfico de los corredores o de los mejores escaladores en el ciclismo. Para entendernos: Muehlegg es ligeramente más bajo y más pesado que Miguel Induráin. Además, los brazos y las piernas de los esquiadores suelen ser largos y con mucho volumen muscular. Eso sí, la variedad de terrenos, con bajadas, subidas y tramos llanos casi a partes iguales, da pie a una cierta variedad de morfotipos y pesos, incluso entre los mejores. Los más pesados tienen ventaja en las bajadas, en donde la velocidad pueden llegar a superar los 50 km/h, y los más ligeros en las escarpadas subidas.

Aunque utópico, qué bonito sería celebrar algo así como unos Juegos Fisiológicos para deportes de resistencia, como el atletismo, el ciclismo o la natación; un concurso en el que se valorasen todas las variables que determinan el rendimiento: el VO2max, la capacidad de la bomba cardiaca o la vascularización del miocardio. O la capacidad de expresión de los genes en respuesta al entrenamiento, o el número de mitocondrias por fibra. Posiblemente los mejores esquiadores de fondo serían los vencedores. Olvídense de Armstrong, El Guerruj o los invencibles kenianos: el mejor deportista de resistencia del planeta es español y se llama Johann Muehlegg. Posiblemente no exista motor humano más adaptado.

Alejandro Lucía es fisiólogo de la Universidad Europea de Madrid.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_