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Yenín, un campo de horrores

La Cruz Roja recibe testimonios de 'crímenes contra la humanidad' y denuncia que Israel le impide moverse libremente

Ángeles Espinosa

Las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos tienen sospechas fundadas de que Israel ha cometido graves violaciones en Yenín. Algunas hablan incluso de crímenes contra la humanidad. 'Las acusaciones son muy serias y, dado que hemos recogido testimonios concordantes, no pueden descartarse como un acto de propaganda', afirmó ayer Javier Zúñiga, de Amnistía Internacional (AI), en el puesto militar de Jalame, seis kilómetros al norte de Yenín. Por primera vez desde que el Ejército israelí sitiara esa ciudad palestina el pasado día 3, la Media Luna Roja pudo entrar en el campamento de refugiados.

'Hemos recogido testimonios concordantes y determinantes que indican serias violaciones del derecho humanitario internacional y requieren una investigación exhaustiva por un cuerpo independiente', declaró Zuñiga. Junto a otros observadores internacionales, este responsable de AI tuvo que esperar tres horas a que los militares israelíes le autorizaran a entrar en Yenín, en cuyo campo de refugiados se produjeron los combates más sangrientos desde que Israel lanzara su Operación Muro Defensivo contra los territorios autónomos palestinos. Los periodistas quedaron excluidos.

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Dianne Luping, una abogada británica especializada en derechos humanos, va incluso más allá. 'La información preliminar de que disponemos indica [que existen] pruebas de crímenes de guerra. No sólo los palestinos armados han sido atacados', manifiesta. Luping, que habló a título personal, ha recopilado para las organizaciones que representa denuncias de malos tratos a detenidos, de familias sepultadas bajo casas sin aviso de evacuación y de disparos sobre civiles que huían de los bombardeos.

Las denuncias recibidas por AI incluyen 'asesinato deliberado de civiles, derribo de casas sin advertencia previa a sus ocupantes y uso de civiles como escudos humanos en operaciones militares'. EL PAÍS ya recogió el pasado miércoles el testimonio de un palestino utilizado como escudo por los soldados. 'Me obligaron a llamar a las casas antes de que entraran ellos', relató Jaled Eskeirat, tras ser liberado con marcas de golpes por todo el cuerpo.

Tres días más tarde, en Yenín, Mahmud Abu Zaman, otro residente del campo de refugiados, me contó una experiencia similar. 'Me llevaban delante para que les abriera las puertas y pidiera a la gente que saliera de las casas; también les hacía de traductor', explicó Abu Zaman. El hombre, que se dedicaba a la cría de canarios y ovejas, dijo haber pasado cuatro días con los soldados, durante los que no le dieron agua ni comida.

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A primera hora de la mañana, el Ejército levantó las restricciones para la entrar en el campamento de Yenín a la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Palestina. La decisión se produjo después de que el Tribunal Supremo de Israel prohibiera al Ejército enterrar los cadáveres. Una delegación que incluía a representantes de esas tres instituciones y al alcalde de Yenín, Walid Abu Mues, y al director del hospital general, Mohamed Abu Gali, entró. Tres horas después abandonaban el lugar 'ante las limitaciones impuestas por los militares', según declaró Abu Mues.

Al parecer, los soldados sólo permitieron el acceso de la delegación a algunos lugares del campo. 'Hay aún trampas explosivas y algunos cuerpos tienen dinamita adherida', aseguró como para justificar un portavoz militar. Aun así, la Media Luna localizó 15 cuerpos de los que sólo pudo retirar 8, de acuerdo con la información facilitada por el alcalde. Con ello se elevan a 55 los cadáveres oficialmente recuperados. El número es mayor, ya que muchos de los muertos se encuentran bajo los escombros y el personal sanitario no puede acceder a ellos.

Sin embargo, varios testigos relataron a Luping que habían visto a las excavadoras militares 'cavar agujeros dentro y fuera del campo'. Añadieron que los soldados 'echaron cuerpos envueltos en bolsas negras dentro de los agujeros, pero poco después volvieron a sacarlos y a cargarlos en camiones, que se los llevaron hacia Israel'.

Una mujer palestina entre escombros.
Una mujer palestina entre escombros.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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