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Víctor García de la Concha reivindica el vínculo de la sociedad civil con la Academia

La institución entregó ayer sus premios y celebró el Día de la Fundación Pro RAE

Jesús Ruiz Mantilla

La sociedad y la Real Academia Española se necesitan. Ayer, en el Día de la Fundación Pro Real Academia Española (RAE), el director de la institución, Víctor García de la Concha, defendió la existencia de la propia fundación como el vínculo fundamental entre la sociedad civil y la RAE. En un acto en el que se entregaron los cinco premios de la Academia, García de la Concha anunció además que existen ya 3.000 modificaciones de la 22ª edición del Diccionario, que serán colocadas en Internet, una vez aprobadas por el resto de las academias.

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La RAE vivió ayer un día de fiesta. Aparte de los premios Conde de Cartagena, Fastenrath, los Menéndez Pidal y el Rivadeneira, se organizó una jornada con público para celebrar el Día de la Fundación Pro Real Academia. Víctor García de la Concha dio cuenta de todas las actividades que se realizan con el amparo de la fundación. Reclamó al resto de instituciones de la lengua española 'que multipliquen su acción y la traduzcan en normas y hechos claros'. Y añadió: 'Nos afanamos en conocer la realidad actualísima del idioma, a eso atiende el banco de datos del español, que en estos momentos supera los 270 millones de formas léxicas registradas y que en menos de dos años podría llegar a 500'. Además, destacó que urge 'perfilar la Ortografía, recién consensuada con todas las academias hermanas, para concretar más algunos puntos y completarla con normas referidas a la escritura informática'.

El director de la Academia mencionó a los 22 becarios americanos que hacen el primer curso de la Escuela de Lexicografía y que, 'formados con una metodología común, esperamos que constituyan un refuerzo importante en el trabajo de las academias', señaló. Destacó la campaña de conexión que existe entre la Real Academia Española y las diputaciones y ayuntamientos españoles para 'facilitar que la redacción de los documentos y comunicaciones oficiales se ajuste a las normas de corrección'. Y no se olvidó de mencionar la nueva Gramática, el Diccionario del Estudiante y el Diccionario Histórico.

El académico Antonio Muñoz Molina evocó los orígenes de su vocación literaria en la conferencia que pronunció, con el título de Un balcón al mundo. Relató cómo a los 12 años consiguió una habitación en su casa de Úbeda, Jaén, en la que podía imaginarse un sueño que con los años se cumpliría en su futuro: 'Era un lugar en el que me encerraba a leer, a escuchar música y a escribir, o mejor, a imaginarme cómo debía ser un escritor'.

La esencia de la literatura

Entre la madera, las sábanas y aquel balcón desde el que miraba al exterior, descubrió el oficio de la escritura, 'entre las soledades abismales de la adolescencia'. Muñoz Molina se adentró durante toda su intervención en la esencia de la literatura y confesó los motivos que le llevaron a ella. Reivindicó que 'lo más importante, la verdadera literatura, está en el balcón de nuestro cuarto, que ha de permanecer abierto al mundo. Porque quien lo cierra se convierte en un escritor de parodia esclerótica y pomposa de sí mismo. A eso lo llaman la consagración'.

En la mirada de introversión y apertura que formuló el escritor andaluz, recurrió a V. S. Naipaul. 'Cuenta el premio Nobel en El enigma de la llegada que sólo desde el avión que le llevaba de Trinidad pudo ver cómo era realmente la isla. A veces hay que alejarse de las cosas para ver realmente cómo son'.

Antes de la conferencia de Muñoz Molina se habían entregado los cinco premios de la Real Academia. El Rivadeneira 1999, a Luigi Giuliani por su edición crítica de Tragedias de Lupercio Leonardo de Argensola; el Premio Conde de Cartagena 2000, para Begoña Sáez Martínez por su trabajo Las sombras del modernismo; el Premio Fastenrath 2001, a Guillermo Carnero por su poemario Verano inglés; el Premio Menéndez Pidal 2000, para Rubén Jiménez González por su trabajo Diccionario etnográfico y toponímico de la antigüedad hispana; y el Menéndez Pidal 2001, que fue para Emilio Bomant García por Orígenes de la Real Academia Española: génesis, redacción y difusión del Diccionario de autoridades.

Guillermo Carnero fue el encargado de agradecer a la institución los galardones: 'Esta institución, para nosotros, es el más alto tribunal del mérito. Nuestro más cordial y sincero agradecimiento por el más eficaz estímulo para proseguir una actividad como la nuestra'.

Antonio Muñoz Molina, durante su intervención en la Real Academia Española.
Antonio Muñoz Molina, durante su intervención en la Real Academia Española.CLAUDIO ÁLVAREZ
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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