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HUELGA GENERAL CONTRA EL 'DECRETAZO'

El Gobierno se empleó a fondo para negar desde las ocho de la mañana que hubiera paro

Aznar califica de "fracaso" la convocatoria sindical en un acto del Partido Popular Europeo

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno negó ayer la existencia de una huelga general en España desde primera hora de la mañana. Su portavoz, Pío Cabanillas, fue el primero en lanzar la consigna, y numerosos ministros la repitieron machaconamente durante la jornada hasta que José María Aznar cerró el círculo. Además, el Gobierno cargó la responsabilidad de la huelga en el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, dejando de lado a los sindicatos, con los que pretende retomar el diálogo.

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La Moncloa jugó fuerte la batalla de los medios de comunicación y mantuvo un fuerte dispositivo de seguimiento de la huelga desde la noche del miércoles en coordinación con Interior que, a su vez, estaba en comunicación permanente con todos los ministerios y las delegaciones de Gobierno. No quería sorpresas, como el famoso apagón de la televisión pública en la medianoche del 14 de diciembre de 1988, propiciado por los sindicatos y que contribuyó a animar aquella huelga general. Ésta había sido una de las conclusiones de las reuniones interministeriales que, coordinadas por la Vicepresidencia Primera, mantuvieron en los días previos de la huelga del 20 de junio.

Paralelamente, el Gobierno siguió a rajatabla la consigna de mantener la presencia pública en los medios de comunicación desde primera hora de la mañana para deshacer cualquier sensación de huelga general en la opinión pública. A las 8 de la mañana, el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, hizo su primera declaración pública para afirmar que no había habido huelga general en España y que los transportes públicos, claves para inclinar la balanza en cualquier huelga, funcionaban 'normalmente, sin ninguna diferencia con cualquier día normal'. A la vez que trataba de condicionar la huelga, ponía énfasis en la actuación de los piquetes como responsables de los 'paros aislados', otro de los argumentos que, machaconamente, introdujeron los ministros en sus intervenciones de la jornada.

La siguiente comparecencia oficial del Gobierno corrió a cargo del vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, y se produjo dos horas más tarde, también en el Congreso, constituido en el centro de la política gubernamental.

Rato insistió en que a las 10.30 la huelga era 'muy menguada' e introdujo una consigna política, clave también ayer, en las filas populares: responsabilizar a los socialistas de su 'mayor fracaso en 20 años' por la huelga. Paradójicamente, dejó fuera de responsabilidad a los sindicatos a los que ofreció diálogo. Sobre ello volvería después el ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio. El vicepresidente primero, Mariano Rajoy, a las 17.00, dijo esto a modo de balance: 'La huelga no ha sido general, ha sido muy parcial, bastante poco general'.

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La Moncloa no tuvo actividad pública de cara a la huelga. Acogió por la tarde la reunión del Ecofin, presidida por Rato, y, por la noche, la cena de Aznar con cinco primeros ministros del Partido Popular Europeo (PPE). Aznar siguió la jornada desde su despacho, en contacto permanente con sus dos vicepresidentes y el portavoz. 'No está muy preocupado' e incluso 'razonablemente satisfecho' por el resultado de la huelga, señalaron en su entorno. Algunos llegaron a vaticinar un pronunciamiento público de Aznar antes del acto que iba a celebrar junto a sus compañeros del PPE. Pero la declaración ante los periodistas no se produjo.

No obstante, lo hizo en el acto interno, celebrado en un hotel madrileño. Allí calificó la huelga de 'fracaso' entre los aplausos de los populares, entre los que figuraban el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi; el francés, Jean-Pierre Raffarin; el luxemburgués, Jean-Claude Juncker; el austríaco, Wolfgang Schüssel; el holandés, Jean-Peter Balkenende, y el del PPE, Wilfried Martens.

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