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Crónica:Tour 2002 | 18ª Etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un pequeño combate por resolver

Con casi todo el Tour resuelto, la contrarreloj vivirá el duelo entre Armstrong, Igor y Botero

Carlos Arribas

Santiago Botero, el increíble colombiano, no cree en el ciclismo matemático sino en la poesía de la bicicleta, sin embargo no es exagerado afirmar que de su 'inconsistente' (que diría Armstrong) rendimiento tiene más culpa una ley físico-matemática, y no bancaria aunque sea la del 7%, que su mala cabeza tendente al idealismo y a la ensoñación. Este teorema dice que si bien el rendimiento en el llano viene determinado únicamente por la potencia pura del corredor (con una corrección por la cuestión aerodinámica), en montaña la determinación viene dada por la relación peso-potencia. Los gordos, aunque sean potentes, arrasan en el llano, pero se arrastran en la montaña; los ligeros, aunque apenas tengan vatios, se arrastran en el llano, donde se les lleva el viento, pero arrasan en la montaña. Armstrong, que es potencia absoluta y peso ligero, arrasa en ambos terrenos.

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¿Y Botero? Para Botero, potencia pura y algo de peso, el límite está en el 7%. Hasta ese porcentaje de desnivel, las subidas son llanas para él, o así parece, y eso es porque hasta ese tope la relación matemática es potencia (en vatios) multiplicada por peso (en kilos) a la menos 0,32; y a partir del 7%, cuando los puertos se hacen duros de verdad, la relación es potencia multiplicada por peso a la menos uno. Es decir, la potencia es la que limita hasta el 7%, el peso, más allá. La teoría se ha cumplido día tras día el Tour. Botero ha perdido tiempo con Armstrong en todos los puertos con un porcentaje medio superior al 7% (especialmente en el Ventoux, donde se fue al cuarto de hora) mientras que en todas las cotas inferiores a ese porcentaje, excepto en La Mongie (donde pinchó), ha sacado tiempo al americano (especialmente en la Colombière, donde atacó con el viento de cara).

Así que, quizás exagerando, se podría afirmar que Botero ha sido el más potente (y ganó una etapa en una larga contrarreloj y una de montaña: el único que ha hecho dúo), Armstrong el más completo (que para eso es el líder), e Igor, el tercer hombre de este Tour, el más duro, el que con menos capacidad física ha sacado más rendimiento (fuerza mental le dicen). Los tres destacaron sobre el lote en la contrarreloj bretona; los tres deberán destacar hoy en la última contrarreloj larga y llana, la de los tradicionales ajustes finos. Los tres son favoritos: Botero, sin el handicap del 7%, debería ganar como en Lorient, imponer su estilo pesado y tremendo; Armstrong, que sufre porque no ha ido al túnel del viento este invierno y ha perdido feeling y además cree que no acertó con el desarrollo en Lorient (demasiado ligero, demasiado rápido), debería ganar porque es muy bueno, e imponer su estilo ligero; e Igor, que aguantó el amarillo en Lorient, que estuvo más cerca de Armstrong que nunca, debería ganar porque se lo merece.

Mientras Botero no tendría más premio añadido que su orgullo recompensado, para Armstrong la victoria le añadiría un plus de confianza (que ya es mucha) tras no haber podido ganar el primer día (como es su costumbre). 'Después de la contrarreloj diré si he estado más fuerte este Tour que el pasado', dice el americano. 'Y después de la contrarreloj ya diré si me veo con capacidad para el récord de la hora, un desafío que me atrae'. Para Igor el premio a una buena contrarreloj sería menos intangible, mucho más material. El año pasado terminó quinto en el Tour, un puesto del que le separan este Tour sólo cuatro segundos. En teoría sería sencillo para un especialista como él recuperar ese déficit y terminar con alegría el Tour en el que ha vestido el maillot amarillo unos cuantos días si no fuera porque el desalojable de la plaza no es otro que su compañero lusitano, el coriáceo Azevedo, que tampoco es manco en la contrarreloj. Así que para ser quinto final tendrá que esforzarse más.

Decidido el podio y su orden, y también la cuarta plaza para el coloso Botero, la lucha por la quinta plaza será uno de los pocos alicientes que le queden al Tour. Poco más, excepto la duda de si Igor Flores mantendrá el farolillo rojo ante el Letón Piziks, le queda a este Tour por decidir en los dos días finales. Jalabert se aseguró ayer su segundo reinado consecutivo de la montaña y el ONCE-Eroski, que infiltró a Jacksche en la fuga larga del día (en la que no hubo ningún español y de la que salió el ganador de la etapa, el tremendo noruego Thor Hushovd), confirmó su victoria en la clasificación por equipos, una especialidad muy española los últimos años. La última duda, la del maillot verde, ¿podrá Zabel, el tenaz alemán, conseguir su séptima victoria a los puntos consecutiva ante el irrefrenable australiano Robbie McEwen?, se decidirá mañana en los Campos Elíseos.

El noruego Hushovd, a la derecha, gana al francés Mengin en el <i>sprint.</i>
El noruego Hushovd, a la derecha, gana al francés Mengin en el sprint.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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