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MATANZA EN BALI

LOS TURISTAS SE VAN

Los forenses sólo han logrado identificar a 38 de los muertos en el atentado de Bali

No hay tiempo que perder en Bali. Los equipos de rescate, los forenses, los voluntarios y el personal sanitario luchan contra el reloj para recuperar todos los cuerpos e identificar los cadáveres de los fallecidos en la explosión de un coche bomba, ocurrida el sábado en la localidad de Kuta. Se han elaborado listas con nombres y descripciones vagas de los familiares para encontrar a los desaparecidos. Vivos o muertos. Uno de los objetivos es repatriar a los cientos de heridos antes de que su situación empeore. El balance era ayer de 188 fallecidos, de los que sólo 38 han podido ser identificados.

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Pese a los esfuerzos de las autoridades indonesias y de los países que han acudido a socorrer a las víctimas, el caos más absoluto imperaba anoche en el hospital central de Denpasar, la capital de Bali. A la endémica falta de recursos de este centro, sin preparación alguna para una emergencia descomunal como Ésta, se le unió ayer la labor de identificación, una lista de nombres, vagas descripciones y restos mortales.

La tercera planta del hospital, un edificio castigado por la humedad y la falta de mantenimiento, se convirtió en un gigantesco depósito de cadáveres. Un centenar de cuerpos y restos humanos se amontonaban en una sala que, en condiciones normales, podría acoger no más de una docena. Para prolongar la conservación de los fallecidos y aumentar la posibilidad de que sean identificados, el hospital se aprovisionó de hidrógeno congelado. Mientras, en el exterior, algunos familiares de los fallecidos o desaparecidos repasaban una y otra vez las listas que los voluntarios han elaborado los últimos dos días. Se trata de un compendio de descripciones, nombres y rasgos físicos de los desaparecidos con la esperanza de que alguien los reconozca.

Algunos todavía tenían ayer la esperanza de que sus allegados no se encontraran entre la muchedumbre que el sábado por la noche abarrotaba el famoso Sari Club de Bali, barrido por la explosión de un coche bomba y las llamas posteriores.

En el lugar de la tragedia, una de las calles más céntricas de la población de Kuta, decenas de curiosos seguían mirando con incredulidad e indignación las cenizas de lo que hasta el sábado fue el club más atractivo de la zona.

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Y es que quienes planearon el atentado no pudieron escoger un sitio mejor si lo que querían era acabar con la vida de decenas de occidentales. El Sari Club y algunos de sus bares vecinos se distinguían por prohibir la entrada a la población local. De esta forma el club era, como recordaba ayer un joven indonesio, 'un paraíso para las juergas de australianos, norteamericanos y algunos europeos que acudían allí para beber hasta caerse'.

Huida masiva

Ironías del destino, y como broma de mal gusto, un cartel chamuscado recordaba anoche que el sábado del atentado debía celebrarse en un bar de esta calle la fiesta 'más explosiva' de la temporada. Pero este espíritu parece haberse desvanecido totalmente en la idílica isla rodeada de aguas color turquesa y cocoteros. Al tiempo que los locales miraban ayer los restos del atentado, centenares de turistas seguían huyendo de la isla en busca de un refugio en el extranjero.

'No hay nada que hacer aquí, sólo nos quedan malos recuerdos', afirmaba ayer una joven australiana esperando embarcar en un vuelo especial hacia Sidney. Las recomendaciones de varias embajadas occidentales de abandonar la isla si no era estrictamente necesario permanecer en Bali parecían dar la razón a esta joven y a otros 4.000 australianos que ayer se marcharon.

'Que la gente se vaya es lo peor que nos podía pasar', recordaba ayer el gerente de una agencia de viajes local. 'Bali siempre ha sido una isla internacional y si los extranjeros se van, esto se muere'. Pero este mismo empresario, que prefirió mantenerse en el anonimato, considera que Indonesia todavía puede ser un destino seguro. 'Sólo falta que nuestro Gobierno se lo proponga y deje de jugar con los terroristas. Si no lo hace, destruirá el país'.

ASSOCIATED PRESS
Un médico trata las quemaduras de una mujer herida en la explosión de Bali.
Un médico trata las quemaduras de una mujer herida en la explosión de Bali.REUTERS

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