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Una catarata de anuncios con la seguridad como núcleo y eje

Todo empezó el 26 de diciembre, cuando se cumplían 43 días del accidente del Prestige y 37 de su hundimiento frente a las costas de Galicia. José María Aznar convocó una reunión especial del Comité Electoral Nacional a la que no debía de faltar nadie. Vino el presidente de honor y de la Xunta, Manuel Fraga, quien después almorzó en La Moncloa con la familia Aznar. Y el vicepresidente económico, Rodrigo Rato, suspendió una visita a la Costa da Morte para participar en el cónclave. Ya allí, Aznar transmitió a los suyos el primer capítulo de una amplia reforma que tiene la seguridad -la ley y el orden- como núcleo y eje.

Aquel fue el primero de una serie de anuncios que han estado protagonizados y pilotados por el presidente del Gobierno. Ese primer día, el anuncio fue triple: los terroristas y delincuentes muy graves deberán cumplir íntegramente sus penas; los reos deberán cumplir un periodo de seguridad antes de acceder al tercer grado, y los roldanes del futuro deberán devolver lo hurtado a la Administración antes de salir por adelantado de la cárcel.

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Las afirmaciones públicas corrieron, esa misma noche, a cargo de Aznar, en la cena con militantes donde ya se hizo explícito que Ana Botella, su esposa, deshojaba la margarita para lanzarse a la arena política. El presidente dijo cosas como las siguientes: "Quiero que los terroristas cumplan íntegramente sus penas en la cárcel, que es donde tienen que estar", o "somos gente seria y honrada y los que han robado de las arcas públicas no pueden salir a la calle como si tal cosa".

Con o sin consenso

El segundo escalón, tres días después, también lo subió él. En una entrevista con la agencia Efe anunció que la pena máxima efectiva para los terroristas pasaría de 30 a 40 años. El PSOE asumió la subida y dedicó los primeros días de enero a reclamar el principio de la reinserción y la necesidad de reunir el Pacto Antiterrorista. Las muestras de flexibilidad, sin Pacto, corrieron a cargo del ministro de Justicia, José María Michavila. Para facilitarle el trabajo, el propio Aznar, el día de Reyes, avanzó que sacaría adelante sus reformas "por la seguridad, contra el terrorismo y contra la delincuencia, sin pasos atrás" con o sin consenso.

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El consenso llegó con nuevos anuncios. Esta vez sobre la prisión condicional y la conveniencia de que quienes maltraten a su pareja soporten esa medida cautelar. Ahí Aznar dejó que sus ministros Mariano Rajoy, Ángel Acebes y José María Michavila cobraran cierto protagonismo.

La última gota de esta catarata la pusieron ayer en Barcelona Rajoy y Acebes. Otra vez con la seguridad como eje y núcleo, y con los inmigrantes como destinatario. En resumen, terroristas, delincuentes, inmigrantes... y reformas que cuentan con el respaldo de la opinión pública. Entre medias, la confirmación de que Ana Botella será candidata, y el nombramiento de Rodolfo Martín Villa como el Kissinger del Prestige. ¿De qué Prestige?

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