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Columna
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Ibarretxe avanza hacia el fracaso

Con la oposición bajo amenaza -dos concejales socialistas figuraban entre los objetivos inmediatos de los detenidos en Pau- el debate que plantea Ibarretxe tiene mucho de chantaje. De ahí que ¡Basta Ya! extienda su llamamiento para la manifestación del sábado en San Sebastián a los nacionalistas contrarios a que su partido se aproveche de la situación. El lehendakari espera seguramente que ocurra algo que refuerce la legitimidad de su proyecto: que el Constitucional rechace el recurso del Gobierno, que haya una radicalización soberanista de la política catalana, que en las elecciones de marzo ninguno de los dos grandes partidos obtenga mayoría absoluta, que el Gobierno cometa algún error grave... Sin embargo, hay motivos para pensar que, con independencia de esas variables, el proyecto de Ibarretxe está condenado al fracaso. Por las siguientes razones:

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1) El PP y el PSOE están de acuerdo en que no deben legitimar la propuesta participando en su discusión parlamentaria. Presentarán enmiendas de devolución -el PSOE acaba de hacerlo- pero está descartado que entren a debatir su articulado. Ello significa de entrada que Ibarretxe no podrá cumplir el compromiso de alcanzar un consenso comparable al que legitimó al Estatuto de Gernika; ni cuantitativa ni cualitativamente. Y le será difícil convencer a la opinión pública (incluyendo la internacional) de la legitimidad de un proceso en el que la oposición no nacionalista (41% de los votantes) ni siquiera ha participado.

2) Incluso con esa ausencia, para que el proyecto prospere tendría que ser votado, además de por IU, por los diputados de Batasuna, lo cual también plantearía arduos problemas ante la opinión interna y externa (y más dado el compromiso de rechazar acuerdos con ellos mientras no se desliguen de ETA).

3) Si de todas formas decidiera seguir adelante con esa carga a las espaldas, el proyecto embarrancaría en el Parlamento español, donde sería rechazado por cerca del 90% de los diputados. Tampoco es una buena presentación ante la opinión pública nacional e internacional.

4) Si llegados a ese punto Ibarretxe pretendiera legitimar su posición convocando un referéndum ilegal, ya sabe que su resultado será negativo en al menos uno de los tres territorios, Álava, donde el nacionalismo ha obtenido de media en los últimos 10 años el 39% de los votos. Se incumpliría otra de las condiciones planteadas por el propio lehendakari para seguir adelante con su plan.

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Todo ello deriva de la inadecuación entre un proyecto tan unilateral y la pluralidad de la sociedad vasca. Pero eso es algo que los asesores de Ibarretxe no pueden ignorar. ¿Por qué entonces lo respaldan? Porque cuentan con una última carta: una convocatoria electoral adelantada, planteada como un plebiscito, en el que esperan contar con los antiguos votantes de Batasuna para alcanzar la mayoría que ahora no tienen. Así y todo, sería una mayoría que prescindiría de (casi) la mitad de la población, según siguen confirmando las encuestas (la reciente de El Correo: 50% frente a 49,7%). Ello chocaría con otra de las condiciones de Ibarretxe, inspirada en la resolución del Tribunal Supremo de Canadá en relación a la autodeterminación de Quebec: que los vascos expresen su voluntad de manera "clara e inequívoca".

Como esos asesores del lehendakari no pueden hacer como que desconocen esa realidad, han sacado la teoría de que el plan es sólo una propuesta de debate que puede verse matizada por las propuestas de los demás. La IU de Madrazo ya ha presentado la suya, precisando que su intención no es "tumbar" la del lehendakari sino enriquecerla con sus aportaciones. Los teóricos de la vía Ibarretxe esperan que lo mismo haga el PSOE dado que el proyecto de Ibarretxe es "razonable" y busca "una aproximación en puntos determinados a los idearios de todos, de forma que todos podrían obtener ventajas para sus propias ideologías y proyectos" (Ramón Zallo. Revista Hermes. Octubre 2003). ¿La ventaja de ser considerados alemanes en Mallorca? Es improbable que los socialistas muerdan ese anzuelo, lo que a su vez remite a la primera de las razones por las que la propuesta de Ibarretxe avanza firmemente hacia su fracaso.

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