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Conflicto en Irak

Ahorcados dos colaboradores de Sadam 15 días después de la muerte del dictador

Un vídeo muestra el cuerpo del hermanastro del déspota decapitado por el nudo de la cuerda

Los dos colaboradores de Sadam Husein que fueron condenados a muerte junto con él el pasado 5 de noviembre fueron ejecutados en la horca ayer al amanecer. Se trata de su hermanastro Barzán al Tikriti, de 55 años, jefe de la temible policía política en 1982, y el juez Awad Hamad al Bandar, de 60. A pesar de los esfuerzos para evitar las críticas que desencadenó la forma en que fue ejecutado Sadam el 30 de diciembre, la noticia de que la cuerda seccionó la cabeza de Al Tikriti cuando caía por la trampilla ha suscitado la repulsa internacional y encendido la ira de los árabes suníes iraquíes.

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Los dos ejecutados fueron condenados a la pena capital, igual que el déspota fallecido, por la matanza de 148 chiíes en la aldea de Dujail en 1982, acusados de participar en un atentado fallido contra Sadam Husein. En esas fechas, Barzán desempeñaba el cargo de jefe de la policía política del régimen, mientras que Bandar presidió el tribunal revolucionario que condenó en juicio sumarísimo a los chiíes.

Los militares estadounidenses, que habían custodiado a Sadam, estaban muy preocupados por lo que ocurrió en su ejecución, que fue grabada con cámaras de teléfonos móviles de forma clandestina, cuyas imágenes fueron difundidas mostrando a sus verdugos burlándose de él, a testigos de la ejecución insultándole y al cadáver colgando de la horca. Para evitar esto, presionaron a fin de que la ejecución de los dos colaboradores fuese llevada a cabo de manera apropiada.

El portavoz del Gobierno iraquí Alí al Dabag, fue el encargado de anunciar la ejecución, que se produjo a las tres de la madrugada hora local (dos horas menos en España), "de acuerdo con la Constitución y la Ley de Ordenamiento Judicial", y en presencia de un número reducido de testigos, a los que se les obligó a firmar compromisos para garantizar que no habría eslóganes, ni insultos, ni quebrantos de la ley. Dabag insistió en que, efectivamente, no hubo "violación de procedimiento" durante las ejecuciones, que se produjeron al parecer en el mismo lugar donde fue ahorcado Sadam Husein.

Sin embargo, tanto los abogados defensores como muchos políticos de la minoría suní expresaron su ira por la suerte que corrió el hermanastro de Sadam.

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Funcionarios del Gobierno mostraron a los periodistas un vídeo en el cual se veía a los condenados en el cadalso vestidos de color naranja, con una expresión de temor reflejada en sus rostros, poco antes de que los verdugos enmascarados les pusieran la capucha y luego les colocaran el nudo alrededor de sus cuellos.

A Bandar se le vio murmurar una oración, mientras que Barzán, enfermo de cáncer desde hacía más de un año, parecía temblar. Pero el detalle macabro se produjo en el momento del ahorcamiento: cuando los cuerpos caían por la trampilla que se abrió bajo sus pies, la cabeza de Barzán se desprendió y fue a caer junto al resto del cadáver en medio de un charco de sangre bajo el nudo vacío de su horca, al tiempo que el cuerpo de Bandar se balanceaba colgado de la cuerda.

Basam al Husseini, un consejero del Gobierno de Bagdad, aseguró que el daño sufrido por el cuerpo del hermanastro de Sadam fue "un castigo de Dios".

Yafar al Musawi, el fiscal del caso Dujail, uno de los presentes en la ejecución, comentó en la radio iraquí Al Ahd que el hermanastro de Sadam se quejó hasta el último momento de que se le hubiera negado el derecho a defenderse, y dijo también que no tenía nada que legar a sus herederos, al ser preguntado por su testamento.

Los cuerpos de los dos ejecutados fueron trasladados en helicóptero a Tikrit, a 180 kilómetros al norte de Bagdad, y luego recibieron sepultura junto aSadam Husein en Auya, la aldea natal del dictador, en la periferia de la citada ciudad.

Awad Hamad al Bandar (izquierda) y Barzán al Tikriti, fotografiados en 2006.
Awad Hamad al Bandar (izquierda) y Barzán al Tikriti, fotografiados en 2006.EFE / REUTERS

MÁS EJECUCIONES

- Barzán al Tikriti y Awad Hamad al Bandar fueron ejecutados en Bagdad al amanecer ante un puñado de testigos

- Los cuerpos fueron enterrados en la aldea de Auya, en la periferia de Tikrit, junto a Sadam Husein

- El daño sufrido por el cuerpo de Bandar fue "un castigo de Dios", según un consejero del Gobierno iraquí

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