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Las consecuencias del 9-M

El PNV aparcará su reto soberanista si Zapatero abre un diálogo con Urkullu

Los nacionalistas creen posible una negociación para la reforma estatutaria

La apertura a corto plazo de una vía real de diálogo entre José Luis Rodríguez Zapatero e Iñigo Urkullu sobre el contencioso vasco podría evitar al PNV el trago político de convocar el próximo mes de junio, siguiendo la hoja de ruta del lehendakari, Juan José Ibarretxe, el anunciado pleno del Parlamento de Vitoria que debería autorizar la consulta popular sobre el derecho a decidir.

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Este giro político es bien visto tanto en Ajuria Enea como en Sabin Etxea, la sede peneuvista, porque supondría una salida airosa para el partido, muy preocupado por sus malos resultados del 9-M y el avance socialista. Y también para Ibarretxe, a quien se evitaría un peligroso salto en el vacío, con una ETA asesinando políticos de la oposición.

Urkullu va a plantear directamente a Zapatero este compromiso en el encuentro que mantengan en La Moncloa, dentro de la ronda de contactos del candidato ganador de las elecciones con los grupos parlamentarios para conocer los apoyos de que dispondrá en su investidura.

El presidente del PNV ha reiterado, antes y después de su desastre electoral, que hará defensa ante Zapatero de la hoja de ruta de Ibarretxe. En círculos peneuvistas se entiende como "lógica" esta posición, porque lo contrario supondría una desautorización en toda regla al lehendakari y no se ha escuchado voz alguna en este sentido dentro del partido. También es cierto que Urkullu ha realizado permanentes apelaciones a la necesidad de abrir un proceso de diálogo para propiciar una salida al bloqueo político en el País Vasco.

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En la reflexión sobre los resultados electorales que ayer mismo realizó la ejecutiva del PNV, en su segunda reunión en tres días, se convino que la apertura formal de una negociación para una reforma estatutaria es "perfectamente posible". De hecho, esta salida permitiría salvar la cara a todas las partes implicadas. Ibarretxe sería el más interesado, por cuanto su oferta de mano tendida se vería correspondida y le daría pie a demorar la cita parlamentaria de junio y no activar una consulta ilegal.

Al PNV también le es grato ese escenario. De entrada, escenificaría una capacidad de entendimiento con el nuevo Gobierno socialista que fortalecería su posición, a pesar de la sangrante pérdida de votos. Aunque pretende una reforma estatutaria cualitativamente distinta de la negociada por Cataluña y de difícil consecución, el hecho de abordarla le permite ganar tiempo y alejar un horizonte que no desea: dejar en manos de PCTV la convocatoria o no de la consulta comprometida por Ibarretxe, o afrontar unas elecciones autonómicas anticipadas en plena efervescencia socialista. Rodríguez Zapatero, finalmente, obtendría el rédito político de haber desbaratado el desafío que lanzó el lehendakari en septiembre mediante la firmeza y el diálogo.

Sin embargo, este hipotético campo de juego podría encontrarse con las reticencias de los socialistas vascos, que así se lo harán ver a Zapatero. Rodolfo Ares ya se adelantó el pasado lunes a advertir en el Comité Federal del PSOE del riesgo que supondría para la suerte de su partido un posible pacto con el PNV. Desde el domingo, el PSE trabaja con la hipótesis de que, si Ibarretxe continúa con su bandera del derecho a decidir, el cambio de color en el Gobierno vasco está más cerca que nunca.

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