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La sequía dispara la alarma y un alud de quejas en el sector turístico

Los hoteleros de la costa temen un golpe a la imagen de Cataluña

Si los políticos y la lluvia no lo remedian pronto, las temidas restricciones en el abastecimiento de agua se plantean para el mes de octubre. La campaña del verano está a salvo, pues, para la potente industria turística, que, junto con el automóvil y la hoy tambaleante construcción, tira de la economía catalana. Esta afirmación sugeriría que, al menos a corto plazo, no hay rastro de inquietud en el sector turístico. Craso error. Las empresas están que trinan por causa de la sequía.

"La única solución es cambiar de país. Uno que ponga en duda si un turista que llega sucio de arena de la playa se podrá duchar cuando quiera no se merece que el turismo aporte el 11,4% del producto interior bruto (PIB) de Cataluña, que suponga el 19% del PIB de Girona y que acapare el 30% en la economía del Empordà", espeta Martí Sabrià, gerente de la Unión de Asociaciones de Hostelería Costa Brava Centro, enfadado con la "desidia institucional".

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"Clama al cielo que, a unos pocos meses vista, no podamos estar seguros de que podremos ofrecer los servicios por los que los visitantes han pagado. Con restricciones a la vuelta de la esquina, todavía estamos discutiendo si el Segre, el Ródano o simplemente hay que hablar de trasvase. La dejadez de los políticos y la imprevisión son extrarodinarias, y las soluciones llegan tarde", corrobora Santiago García Nieto, presidente del Gremio de Hostelería del Maresme.

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El sector del turismo está pendiente más que nunca de la prensa. De la local y, sobre todo, de la extranjera. Y teme que suene el teléfono de algún operador turístico con ánimo de cancelar reservas por si acaso, en un contexto de dura competencia en el que Cataluña y España rivalizan como pueden con nuevos destinos emergentes, como Turquía, Egipto, Bulgaria, Croacia, Marruecos ouTúnez.

Algunos campings aseguran que el teléfono ya ha empezado a sonar. "Daneses, alemanes, ingleses... ya hemos empezado a registrar anulaciones. El alud de llamadas empezó hace una semana", explica Francesc Caballé, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Camping de Barcelona. "Algún eco de lo que vomitan las televisiones, las radios y la prensa ha debido de trascender. No sirve de nada que les aseguremos que la piscina estará llena o que no habrá limitaciones con las duchas. Nosotros estamos dispuestos a comprar agua a cubas si hace falta. Pero, ante la mínima duda, un turista prefiere ir a lo seguro y piensa en otro destino", añade Caballé.

Las anulaciones no son algo generalizado. "No estamos detectando una reacción negativa en los países emisores de turistas, no debería haber problemas este verano", tranquiliza Joan Molas, presidente de la Confederación de Hostelería y Restauración de Cataluña y también de la patronal de hoteles y apartamentos turísticos (CEHAT). Lo corrobora Turismo de Barcelona, que se dedica a promocionar la ciudad y mantiene estrecho contacto con agencias de viajes y operadores turísticos.

No significa que no haya preocupación. La sequía ha sido ya objeto de debate en el seno del comité ejecutivo de Turismo de Cataluña. El turismo y la imagen de un destino son la cara y la cruz de una misma moneda. Todo lo que pueda dañar a la imagen hace temblar al sector. No sólo para esta temporada, que encima coincide con la desaceleración económica y sus todavía imprevisibles consecuencias, sino sobre todo cuando se piensa a largo plazo.

"Las restricciones serían un duro golpe, por no decir un auténtico desastre, para la imagen de Barcelona. Lo que nos preocupa es la falta de planificación en las infraestructuras, más allá de las soluciones de urgencia. Vamos tarde", opina Manel Casals, director de expansión del Gremio de Hoteleros de Barcelona.

Y llueve, en sentido metafórico, sobre mojado. El caos del aeropuerto de El Prat en el verano de 2006, el apagón de finales de julio de 2007 y la imagen de turistas aturdidos deambulando por la estación de Sants de la capital catalana por la reciente crisis de Cercanías han calado ya en la memoria del sector. Una encuesta encargada por la Generalitat difundida a principios de este año sobre la imagen de Cataluña entre los turistas revela que las infraestructuras son el aspecto menos valorado entre los visitantes.

Los hoteleros han mantenido ya reuniones con los responsables de Medio Ambiente del Ayuntamiento y del Gobierno catalán. Por una parte, para conocer "el alcance del problema, ya que existe una gran confusión", añade Casals. Y por otra, para preparar, junto con la Agencia Catalana del Agua (ACA), un conjunto de recomendaciones enfocadas al cliente con el fin de disminuir el consumo de agua.

La Administración y el sector turístico están preparando una campaña para promover el ahorro de agua, más allá de los consabidos carteles que desde los noventa el cliente de hotel suele encontrar en el cuarto de baño de la habitación, en los que se les insta a no echar a lavar las toallas si no están sucias.

Los hoteleros de la costa aseguran que estos avisos son efectivos. Sabrià apostilla: "Más entre los turistas extranjeros que entre los de aquí".

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