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Reportaje:

La soledad de Koeman

Tras ganar la Copa, el Valencia suspende la destitución del técnico hasta ver qué pasa en San Mamés

"Se han cagado y mañana no nos echan". A altas horas de la madrugada del jueves, en un hotel de la Castellana, de Madrid, uno de los colaboradores de Ronald Koeman explicaba así cómo el Valencia, decidido a destituir al holandés tras la final de la Copa ante el Getafe, había dado marcha atrás. La conquista del torneo cambió la perspectiva de los directivos. Y los técnicos, que se sentía despedidos cuando empezaron a cenar, entendieron al acabar que continuarían al menos hasta el próximo domingo ante el Athletic. La prórroga para Koeman depende de lo que suceda en San Mamés. Seguirá en el banquillo si en la Liga frena la caída del equipo, a cinco puntos del descenso.

Fue una noche de claroscuros en el Valencia. El goleador Morientes la definió como "una celebración triste". Tony Bruins, uno de los ayudantes de Koeman, no quería bajar a cenar porque el club le había dado una entrada de general, en el Gol Norte, para su esposa. Lo entendió como un menosprecio.

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El internacional Vicente, apartado en un rincón, estaba hundido. Excluido de la convocatoria de la final, se sentía miserable en una fiesta que para él era un funeral. Y Joaquín, que tampoco jugó, entendió que se le alejaba la Eurocopa. El joven Mata, sin embargo, celebró eufórico su primer título. Lo mismo que Silva, uno de los más cotizados tras su recital en el Calderón. Para Villa, muy feliz pese a haber errado tres ocasiones de gol, era su segunda Copa: ganó otra con el Zaragoza en 2005. El más lanzado fue Helguera, que se puso a pinchar discos adornado con un sombrero negro. "A ver si alguno no llega a San Mamés", bromeó en alusión a la barra libre de alcohol.

En su discurso, Koeman reprochó a sus jugadores que no quisieran celebrar la Copa. "Para muchos de vosotros es el primer título. El club hacía nueve años que no ganaba la Copa y han venido a vernos 22.000 aficionados", dijo, orgulloso, el preparador, que dedicó el título a Espanyeta, célebre utilero del club, y a las esposas de los futbolistas, las que han soportado las depresiones de sus maridos por la mala campaña.

Abandonado por los dirigentes, la plantilla y los aficionados, Koeman sí tuvo el respaldo del capitán, Baraja, con quien dialogó media hora. Otros notables del vestuario y él hablaron con el presidente, Agustín Morera, para que no le echara ahora.

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