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EUROCOPA 2008 | Semifinales: Rusia-España
Columna
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El factor Arshavin

A juzgar por los resultados, por el juego desplegado, por el rearme anímico y el impacto mediático, hay una Rusia pre Arshavin y una Rusia post Arshavin. En los partidos importantes, los jugadores decisivos cobran una relevancia, seguramente excesiva, pero innegable. Y Arshavin ha sido el jugador decisivo en dos partidos a todo o nada. Resolvió con Suecia y, sobre todo, fue absolutamente decisivo ante Holanda. Arshavin juega como descolgado, sin emplearse a fondo en el trabajo defensivo, pero es el protagonista en el juego de ataque: o bien atrae a muchos jugadores a su alrededor, liberando a sus compañeros o da el último pase o directamente se fabrica el gol. Pero siempre ocurre algo cuando el balón cae en sus botas o ronda a su alrededor y la sensación que predomina es que Rusia parece otra tras su irrupción en el torneo.

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Pero resultaría muy básico reducir todas las virtudes de Rusia a un solo jugador. Guus Hiddink sigue agrandando su leyenda en todos los equipos que dirige, reafirmando la condición de entrenador que transmite buenas vibraciones con un juego siempre rápido y generando un grado de confianza entre sus jugadores que evidentemente se manifiesta en el terreno de juego. Podría decirse que Rusia tiene dos puntos de referencia, sobre los que se ha rearmado tras la goleada recibida frente a España: uno en el banquillo y otro sobre el césped.

Pero siempre que se trata de Rusia me asalta una duda: la falta de constancia histórica de la selección rusa o la antigua selección soviética. Prevalecen en la memoria esas antiguas selecciones capaces de deslumbrar un día con grandes goleadas y ese juego rápido, de gran despliegue y buena técnica (de los Blokhin y compañía) muy emparentado al de la Rusia actual, y al día siguiente prácticamente pasar desapercibida su presencia en el campo.

Ahí, a priori, tiene ventaja España, que sabe que se encuentra ante su gran oportunidad, una vez liberada de complejos casi atávicos, y a sabiendas de que la Europa futbolística la mira con los ojos muy abiertos para saber si da por fin el paso adelante. España, al eliminar a Italia, rompió barreras y cadenas internas y ahora sólo mantiene la presión de afrontar un partido a todo o nada (como hoy Alemania frente a Turquía), pero sin más enemigo que el rival, por muy sobresaliente que sea. La base de la selección española está acostumbrada a ganar campeonatos importantes en categorías inferiores. Ahora es el momento de dar el gran salto, aunque Rusia deslumbre con aquel juego del antiguo Dinamo de Kiev pero ahora concebido con un ánimo y una realidad social radicalmente distintas.

Lo más difícil sin duda es prever como puede definirse el partido. Habrá que comprobar quién juega más rápido con los espacios. Rusia lo hará, porque es la base de su juego, su fortaleza. España ha demostrado (precisamente ante Rusia), que también puede aprovechar los espacios y jugar a la contra.

El componente anímico y mental de los futbolistas volverá a ser crucial en el desarrollo del partido. ¿Qué hago si me marcan un gol?, ¿qué hago si marco un gol? Está claro que Rusia no supo jugar, se derrumbó, cuando España se adelantó en el marcador. Eso figura en su debe. En el de España, por encontrar uno, más que un error hay un interrogante. Hasta ahora no ha conocido la adversidad (lo de Grecia no era determinante) y habrá que ver su respuesta si el partido se le pone cuesta arriba. Dudas, previsiones y una realidad, Arshavin, el chico al que ahora mira toda Europa.

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