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Purga en el Gobierno regional

Aguirre intentó fichar al crítico Costa y a Pizarro para su Gobierno

Los 'marianistas' asumen la purga de la presidenta como reapertura de hostilidades

Carlos E. Cué

La operación de Esperanza Aguirre, que ha cesado fulminantemente a los dos consejeros de su Gobierno que se acercaron a Mariano Rajoy, Alfredo Prada y Manuel Lamela, tenía mucho mayor calado. La presidenta de Madrid, convertida ya con claridad en líder del sector crítico del PP, trató de fichar para su equipo a dos personas clave que se han quedado fuera de la dirección nacional del partido: Juan Costa, el único que estuvo a punto de encabezar una candidatura alternativa a Rajoy, y Manuel Pizarro, fichaje estrella en enero y ahora muy distanciado del presidente, hasta el punto de que ha rechazado todos los puestos que le ha ofrecido.

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Habría sido una auténtica revolución y Aguirre habría conseguido organizar en Madrid un poderoso polo de oposición a Rajoy con personajes muy destacados. Pero los dos rechazaron el ofrecimiento. Ambos evitaron ayer confirmar o desmentir, pero Costa, en Radio Nacional, casi lo asumió: "Me encantaría colaborar con Esperanza Aguirre. Pero, si me lo hubiera ofrecido, yo no podría confirmárselo a usted", dijo.

A Costa la presidenta le llamó el lunes para proponerle, según fuentes del PP madrileño, ser el responsable de Economía. Con Pizarro las fuentes coinciden en que le ofreció una puesto hace un par semanas, aunque discrepan sobre las atribuciones del cargo, si eran económicas o políticas.

Costa dijo no, siempre según las mismas fuentes, porque no le parece serio dejar ahora el escaño en el Congreso -fue cabeza de lista por Castellón- después de quedar fuera de la dirección en la otra purga, la que ha hecho el líder del PP con críticos como Carlos Aragonés o Gabriel Elorriaga. Costa entendió que la renuncia sería interpretada como una pataleta.

El caso de Pizarro es más complejo. El fichaje estrella de Rajoy en las pasadas elecciones se ha quedado como diputado raso después de rechazar la portavocía de Economía en el Congreso, la vicepresidencia de la Comisión de Economía y, últimamente, un puesto en el Comité Ejecutivo. Pizarro le ha dicho no a todo a Rajoy. Sin embargo, sí aceptó estar en la dirección del PP madrileño, y participa habitualmente en las reuniones de la cúpula de los aguirristas. Por eso Aguirre pensó que le diría que sí.

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Pizarro, que no necesita ni mucho menos la política para vivir porque sólo como finiquito recibió de Endesa casi 15 millones de euros, no quiere sin embargo ningún puesto de gestión que se puede considerar menor. "Llevo 25 años siendo mi propio jefe", suele repetir a los amigos. El puesto al que él podría aspirar, según fuentes parlamentarias, es el de presidente de Caja Madrid, un cargo que ostenta Miguel Blesa desde 1996. Ése si sería un puesto con autonomía y un perfil de poder similar al que tenía en Endesa.

El liberalismo 'chequista'

Al margen del fracaso con Pizarro y Costa, la decisión de Aguirre de fulminar a los dos consejeros que se acercaron a Rajoy a espaldas de la presidenta ha causado una auténtica conmoción en el PP. Varios diputados marianistas, fieles al líder, consideran que se trata de una auténtica reapertura de hostilidades después de un periodo precongresual muy tenso. "Es el liberalismo chequista", señala un diputado en referencia a las purgas estalinistas.

Rajoy, siempre según estas fuentes, tratará de recuperar al menos a Alfredo Prada, cuyo cese ha sido absolutamente traumático, afirman fuentes madrileñas. La conversación entre Aguirre y Prada fue muy tensa y de hecho él es el único de los consejeros que no acudió a la toma de posesión de sus sucesores. Lamela sí estuvo, y sonriente. Todo parece indicar que aceptará ser consejero de Caja Madrid, el puesto de consolación bien remunerado que le ha ofrecido Aguirre.

Prada es enemigo declarado de Ignacio González, mano derecha de Aguirre. Por eso fue especialmente mal visto en el entorno de la presidenta que él aceptara la propuesta de Rajoy para entrar en el Comité Ejecutivo del PP, cuando ya sabía que el líder había vetado allí a Ignacio González, que estaba en ese órgano de dirección desde 2004.

Prada, que según fuentes madrileñas se ha visto varias veces con Rajoy para preparar el camino sin decirle nada a Aguirre, la llamó el sábado por la mañana. "Mariano me ha propuesto que esté en la ejecutiva", le dijo. "Haz lo que quieras, es una decisión personal", respondió ella. Era una forma clara de no autorizarle, pero él siguió adelante y la ruptura ha sido definitiva.

Los aguirristas defienden que la presidenta de Madrid, que se ha sentido agredida y que culpa a Rajoy por haberle instalado en el papel de mala de la película, tenía todo el derecho a destituir a quienes no han sido del todo fieles con ella y han girado hacia Rajoy a sus espaldas. En un momento de dificultades, aseguran, ella tiene que tener alrededor a gente en quien confiar. Los marianistas, por el contrario, creen que con esta maniobra Aguirre ha roto cualquier atisbo de puente que pudiera quedar con Rajoy.

Reunión ayer de la Junta Directiva del PP. De izquierda a derecha, González Pons, Mato, Cospedal, Rajoy, Sáenz de Santamaría, Arenas, García-Escudero y Ruiz-Gallardón.
Reunión ayer de la Junta Directiva del PP. De izquierda a derecha, González Pons, Mato, Cospedal, Rajoy, Sáenz de Santamaría, Arenas, García-Escudero y Ruiz-Gallardón.CLAUDIO ÁLVAREZ

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