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Soliviantados bajo el puente

La policía detiene a otros cuatro implicados en el tiroteo del Polígono Sur, en Sevilla, y derriba varias chabolas del asentamiento al que habían huido

Ángeles Lucas

Un súbito despertar. Niños llorando y padres nerviosos amanecieron ayer, muy temprano, en el descampado que hay bajo el puente de hierro de San Juan de Aznalfarache en Sevilla, entre una maraña de grúas, ropas y polvo.

Por matojos, ratas, basura y un poblado de chabolas anduvieron varias decenas de policías para ejecutar dos operaciones distintas, pero a la misma hora. Tenían que detener a cuatro implicados en un tiroteo que llevan asentados en el descampado algo más de un mes y, por otro lado, derribar las chabolas que desde hace años están debajo del puente.

Los cuatro detenidos, descubiertos con armas blancas y una escopeta, se suman a otros dos arrestados en Madrid que estuvieron presuntamente implicados en el tiroteo entre clanes que el pasado 29 de marzo se produjo en el Polígono Sur en el que una bala perdida provocó la muerte de un joven, ajeno a la pelea. El padre y tres tíos del fallecido fueron puestos ayer en libertad tras haber sido detenidos por tentativa de homicidio: se les acusaba de haber disparado a los supuestos responsables de la muerte de su hijo.

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Desde el pasado 29 de marzo, 40 familias abandonaron sus casas y se asentaron en el descampado por miedo a que la familia del fallecido les atacara.

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El resultado: 300 personas, que ayer se despertaron soliviantados por el registro de la policía, viviendo en chabolas sin luz y sin agua; y 95 niños, según Educación, que llevan más de un mes sin ir a clase. La Fiscalía de menores está informada, el defensor del menor, José Chamizo, pidió una investigación, y el Gobierno central, la Junta y el Ayuntamiento de Sevilla coordinan un plan de acción para actuar conjuntamente.

Estas 300 personas no pueden volver a sus casas porque han sido precintadas; algunas estaban ocupadas ilegalmente. "Tampoco queremos volver, tenemos miedo", dicen los huidos.

Pero se acerca el calor y vivir a pleno sol, sin agua ni electricidad, complica la situación. No sólo para las 40 familias, también para otras 11 que vivían desde hace más de seis años debajo del puente y también se levantaron soliviantados al ver que unas grúas derrumbaban sus chabolas, bajo orden judicial. "Estamos toda la familia empadronada debajo del puente, mira los papeles. ¿Si el ayuntamiento nos acepta ahí, por qué nos echan?", dice indignada María, entre colchones, ollas y lo que ha podido recuperar para rehacer su chabola al raso. "Hemos llamado a los servicios sociales, pero no han venido", se queja.

Las grúas hacen una zanja de casi un metro de profundidad entre el descampado y los bajos del puente para evitar que vuelvan bajo el puente. Unos niños juegan muy cerca del socavón. No se pueden distinguir si son los que están empadronados allí, o si son los huidos. A las 14.30, no quedaba ningún efectivo policial.

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Sobre la firma

Ángeles Lucas
Es editora de Sociedad. Antes en Portada, Internacional, Planeta Futuro y Andalucía. Ha escrito reportajes sobre medio ambiente y derechos humanos desde más de 10 países y colaboró tres años con BBC Mundo. Realizó la exposición fotográfica ‘La tierra es un solo país’. Másteres de EL PAÍS, y de Antropología de la Universidad de Sevilla.

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