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El Gobierno baraja cambiar el estatuto del CNI para facilitar una depuración

El régimen de los agentes secretos impide dar una salida a los descontentos

Miguel González

"El Centro Nacional de Inteligencia se ha convertido en los últimos tiempos en una olla en ebullición. Lo peor es que no tiene una válvula que permita aliviar la presión". El diagnóstico de un alto responsable gubernamental apunta al origen de la crisis que ha provocado la dimisión del hasta ayer máximo responsable del servicio secreto.

En sus cinco años como director, Alberto Saiz ha destituido a 37 directivos del centro, desde subsecretarias a jefes de área. El problema es que, salvo los pocos que han encontrado acomodo en embajadas, los demás siguen en la sede central del CNI, a las afueras de Madrid, donde trabaja casi el 70% de sus 3.100 agentes. Algunos están resentidos, muchos desmotivados y la mayoría son mirados con recelo. Pero no pueden irse.

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El Estatuto del Personal del CNI, aprobado en 1995 y reformado en 2004, ha convertido a los miembros del servicio secreto en una casta aparte, aislada del resto de la Administración Pública. El Cesid, como se llamó hasta 2002, era en gran medida un apéndice de las Fuerzas Armadas y era normal que muchos militares volvieran a los cuarteles tras pasar unos años en el servicio de espionaje.

El Estatuto de Personal vino a cambiar esta situación, con el objetivo de desmilitarizar y profesionalizar el centro de inteligencia. Los agentes se convirtieron así en "personal estatutario", a ser posible con carácter permanente, lo que supone que hacen toda su carrera en el CNI, hasta la jubilación.

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Debido a las peculiares vías de ingreso -no hay oposiciones, sino un proceso de selección- quienes acceden directamente desde la calle nunca adquieren la condición de funcionarios. Y los que ya lo eran antes de ingresar en el CNI -como militares o policías- se ven discriminados en el caso de que quieran volver a sus cuerpos de origen. El resultado es un organismo endogámico, en el que se entra pero no se sale. O al menos no se sale de forma pacífica.

La reforma del Estatuto del Personal del CNI es, según fuentes gubernamentales, uno de los asuntos que tendrá sobre la mesa su nuevo director, Félix Sanz. Sobre todo si quiere cumplir los dos encargos que le ha hecho Zapatero: restaurar la disciplina en el centro y pacificarlo. Casi la cuadratura del círculo: depurar a quienes provocaron la caída de su antecesor y, a la vez, rebajar la tensión interna.

El estatuto se aprobó en agosto de 1995, menos de dos meses después de la dimisión de Emilio Alonso Manglano, quien dirigió los servicios secretos durante 13 años. Por eso, tenía un artículo taxativo: "El ejercicio del cargo de director no podrá exceder del periodo máximo de cinco años".

En la ley reguladora del CNI, de 2002, el Gobierno del PP reprodujo este artículo, pero de forma mucho más ambigua: "El mandato [del secretario de Estado director] será de cinco años". Fue esta ambigüedad la que permitió al Gobierno renombrar a Saiz en abril pasado. Ya está arrepentido de haberlo hecho.

La ministra Carme Chacón y el nuevo director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz, en la sede de Defensa.
La ministra Carme Chacón y el nuevo director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sanz, en la sede de Defensa.BERNARDO PÉREZ

"El presidente me pidió otro servicio a España"

"El presidente me ha pedido un nuevo servicio a España y a eso, naturalmente, nunca he dicho que no". Con estas palabras explicaba ayer Félix Sanz Roldán su decisión de aceptar la dirección del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), pese a haber culminado ya su carrera militar y estar próximo a la jubilación. La demanda se la hizo personalmente José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista celebrada en La Moncloa el jueves por la mañana, poco antes de que se hiciera pública la dimisión de Saiz.

Ayer, tras su nombramiento por el Consejo de Ministros, Sanz acudió al despacho de la ministra de Defensa, Carme Chacón, de quien depende el CNI orgánicamente. Lo hizo de paisano, pues su nuevo cargo tiene carácter civil, sin un uniforme con el que no será fácil volver a verlo. La vicepresidenta De la Vega dijo que el debate sobre la condición militar del nuevo director del CNI ya está superado. Y el ex presidente Felipe González zanjó así la cuestión: "El general Sanz es una fantástica elección para el servicio. Punto".

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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