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Reportaje:Vuelta de los dieciseisavos de la Copa del Rey

La política fallida de Pellegrini

El descalabro ante el Alcorcón dejó en evidencia los errores tácticos del técnico del Madrid, más dedicado a gestionar el vestuario que a alinear al mejor equipo

Diego Torres

El Alcorcón le recordó a la industria del fútbol que el fútbol es un juego antes que una industria. Este mensaje contrastó con la gigantesca obra del presidente del Madrid, Florentino Pérez, el hombre que, desde el año 2000, construye proyectos futbolísticos con la idea de trascender el fútbol. Al presidente madridista, la Copa siempre le pareció un torneo menor. Ayer, lo que más lamentó no fue haber sido eliminado. Lo que le dolió de verdad fue la exhibición de impotencia de su equipo ante un rival de Segunda B.

Florentino no aprecia especialmente a su entrenador, Manuel Pellegrini. Pero en este punto coincidieron. Ambos contemplaron la Copa como un acontecimiento secundario en la gran empresa que tienen entre manos, con la final de la Champions en el Bernabéu en el horizonte. Pellegrini no valoró tanto la Copa como la gestión de su personal con vistas al largo plazo. Como dicen en el club: "Sabía que si no alineaba a gente como Gago o Diarra, se despediría de ellos para toda la temporada. Por eso los puso".

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En su afán por mantener elevado el nivel de motivación del grupo, Pellegrini desconvocó a sus mejores hombres para entregar el timón del equipo a dos jugadores que pierden la orientación con facilidad: Gago y Diarra. Su volante con más criterio, Lass, fue desplazado al lateral derecho, Marcelo sólo apareció al final, y Granero, pese a la ausencia de Xabi Alonso, fue orillado por el entrenador. "El técnico quiso situar a Lass como tercer volante para hacer una línea de presión que metiera al Alcorcón en su campo", aseguran en el club. "Y lo logró". De hecho, fue lo único que logró hacer el Madrid en el Bernabéu. Empujar al rival hasta su área. Allí se acabó la historia.

El plan de Pellegrini era tan grande que perdió de vista lo esencial. Había que remontar un 4-0 en contra. Había que jugar. No sólo para ganar. Había que jugar para ganar, como mínimo, por 5-0. Para meter un 5-0 hay que hacer algo más que administrar bien a un grupo. Es preciso escoger a los mejores. Cuando Pellegrini dejó fuera a Marcelo, Sergio Ramos, Xabi y Benzema, apartó del juego a su mejor distribuidor y a tres de sus futbolistas con más desborde. "El Madrid quiso llegar al remate tocando", recordó Borja Gómez, central del Alcorcón criado en la cantera madridista. "Quisieron jugar con mucho toque y poco desborde. El único que nos preocupó de la alineación, a priori, fue Higuaín. El Pipa nos podía desequilibrar por habilidad. Los demás no podrían desarrollar su juego sin espacios. Habíamos preparado muy bien el partido y no nos iban a coger mal colocados. Supimos cómo organizarnos y bascular para que no nos desbordasen".

La no convocatoria de Sergio Ramos resumió la visión que Pellegrini tuvo de la eliminatoria y, de paso, el poco interés que, en general, puso el club en la Copa. Sorprendido ante el descarte de Ramos, el martes por la mañana un empleado de la federación llamó al Madrid para avisarle de que, jurídicamente, Ramos no estaba sancionado. En el club se pusieron en contacto con Pellegrini sobre las dos de la tarde. Faltaban seis horas para el partido cuando el técnico supo que podía convocar al defensa sevillano. Pero lo desestimó. Ya había tomado una decisión. Ramos -buen cabeceador, llegador peligroso y hombre de gran carácter- no jugaría un partido que requería sus virtudes.

Preocupado por hacer política en su propio vestuario, Pellegrini aprovechó la Copa para darle a Raúl la titularidad, pero el capitán remató una sola vez en 180 minutos de eliminatoria. Entre medias, Kaká perdió su sitio. Recostado a la izquierda para dejar el carril central a Raúl, el brasileño no expresó lo mejor de su repertorio. Pellegrini naufragó en la alineación y también en los cambios. Inmóvil en el banquillo en la segunda parte, sólo echó mano de Van der Vaart y al final de Marcelo, y prescindió de Granero. La grada acabó pidiendo a gritos su dimisión.

Raúl mostró ayer su cara más institucional. "En los proyectos nuevos es complicado que salga todo bien. Se necesita un tiempo de adaptación. A lo mejor en el Madrid está siendo demasiado largo. Pero nosotros tenemos que seguir confiando en el entrenador. En el partido sentimos muchísima impotencia, fue un palo muy duro y una gran decepción. No tuvimos ni fluidez ni las ideas claras. Debemos ponernos las pilas", resumió el delantero. "Lo que nos pasa", añadió a la vez Casillas, "es como un guión de Spielberg".

Para procurar que todos sus jugadores siguiesen confiando en él, Pellegrini hizo algo que a Florentino Pérez le irrita especialmente. Cambió la alineación que le había dado resultados en Liga y Champions. Pensó en administrar el grupo antes que en jugar. El Alcorcón hizo lo contrario. Juan Antonio Anquela, el técnico, dispuso a su equipo para pasar la ronda sin pensar en mañana. El resultado: 1-0 en la vuelta y 4-1 en el global. Así de simples son los juegos.

Pellegrini, ayer cabizbajo en el entrenamiento del Madrid.
Pellegrini, ayer cabizbajo en el entrenamiento del Madrid.ÁLVARO GARCÍA

Serrat inspira a Anquela

A Guardiola le sirvieron las imágenes de Gladiator mezcladas con los goles del Barça y acompañadas con las emocionantes notas del Nessun Dorma de Turandot para motivar a sus jugadores antes de la última final de Champions. Juan Antonio Anquela, técnico del Alcorcón, fue más modesto en sus referencias. Antes de que sus jugadores saltaran al césped del Bernabéu y lograran su particular champions

ante el Madrid, el entrenador recurrió a una canción de Joan Manuel Serrat para dirigirse a sus jugadores. "Hoy puede ser un buen día / plantéatelo así / aprovecharlo o que pase de largo / depende un poco de ti...", tarareó. En lugar de apelar a la épica se agarró al afán de superación y, sobre todo, quiso quitar hierro al partido más importante de la historia de su equipo.

Dicen algunos de los que estuvieron en ese vestuario que el entrenador no llegó a lanzarse a cantar, que se quedó en un canturreo, pero que los jugadores estaban tan nerviosos que cualquier cosa habría servido para relajar el ambiente. Dicen también que completó la espera con un discurso táctico como si fuera un partido cualquiera.

Precisamente el miedo escénico, jugar en un estadio como el Bernabéu ante 70.000 espectadores, era una de las mayores preocupaciones del equipo técnico del Alcorcón. A ese temor, que sufren muchos jugadores, incluso de Primera, se unía en este caso el torbellino mediático en el que ha vivido el equipo en los últimos días. Demasiadas distracciones para preparar bien el partido.

Por eso en los días previos al partido de Copa, además de los entrenadores, entró en escena más que nunca el psicólogo del equipo, el mexicano Gúber García, que recurrió a técnicas de visualización y relajación. La idea era que los jugadores, la mayoría de ellos sin experiencia en Primera, llegaran a la gran cita lo más tranquilos posible. Anquela puso su granito de arena. Y Serrat, todo un culé, también.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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