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La elección de presidente amenaza a Merkel

La estabilidad de la coalición alemana está en juego si es derrotado el aspirante democristiano

Angela Merkel se había enterado solo dos horas antes. El democristiano Horst Köhler, presidente federal de Alemania, dimitió el 31 de mayo ante el pasmo de los reporteros convocados al palacio presidencial de Bellevue. Nadie se esperaba la retirada de Köhler, cuya elección en 2004 -cuando aún era canciller el socialdemócrata Gerhard Schröder- supuso un éxito democristiano y un augurio de la actual coalición entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Liberal (FDP). Solo un año después de su reelección en el cargo, Köhler abandona en el peor momento para la coalición de la canciller Merkel. Apenas hace nueve meses que su Gobierno de centro-derecha ganó las elecciones generales. Merkel deshizo entonces la gran coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) que habían forzado las urnas en 2005 y celebró que se cumpliera por fin su deseo de pactar con el FDP. Pero la popularidad del flamante Gobierno se arrastra hoy por cotas más propias de Ejecutivos desgastados y acosados por escándalos y crisis. Un sondeo de la televisión pública ARD revela que el 86% de los alemanes "no está contento" con la gestión de Merkel y sus socios. Puede decirse que la culpa es suya.

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Las cifras de paro y otros indicadores económicos denotan que el país está a salvo de zozobras como las de Grecia y España. Sin embargo, las continuas disputas entre los socios de coalición y el deterioro de la autoridad de Merkel convierten la elección del próximo jefe del Estado en una piedra de toque para la canciller.

La presidencia es un cargo representativo y formal. Carece de las competencias de los presidentes de la Alemania de Weimar de entreguerras, cuyo enorme poder desestabilizó la República hasta que degeneró en la tiranía nazi. Ni siquiera lo eligen los ciudadanos, sino una Asamblea Federal compuesta por representantes del Parlamento y de los länder. Sin embargo, muchos alemanes reconocen en el presidente una autoridad moral por encima de las disputas partidistas. Si Merkel no consigue ahora hacer valer su mayoría y su candidato, Christian Wulff, pierde la elección del 30 de junio, el Gobierno de coalición amenaza ruina.

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