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Reportaje:

"El odio sólo sirve para destruirse a uno mismo"

Dos víctimas de ETA exigen justicia - Los familiares velan por mantener vivo el recuerdo de los asesinados

Iñaki García Arrizabalaga contesta sin parpadear. Con voz firme y clara, este profesor de Marketing de la Universidad de Deusto, en el campus de San Sebastián, relata cómo se enteró con 19 años, en una de las aulas en las que ahora imparte clase, que su padre no había llegado al trabajo, que la policía le estaba buscando, que alguien le había secuestrado.

"Pasada una hora de clase, llaman a la puerta. Toc. Toc. Y aparece mi hermano el mayor. Pensé: ¿Y esto? Me contó que nuestro padre no había ido al trabajo y ahí empezó la vorágine", rememora. Fue el 23 de octubre de 1980, el año más sangriento de ETA con cerca de un centenar de víctimas mortales. Los Comandos Autónomos Anticapitalistas mataron de un tiro en la cabeza en el monte Ulía a Juan Manuel García Cordero, delegado de Telefónica en San Sebastián. Le acusaron de ser cómplice de las escuchas que estaba efectuando la policía a la banda terrorista. Ese mismo día la escisión de ETA también asesinó a Jaime Arrese Arizmendiarrieta, militante de UCD, en Elgoibar, y la propia banda, al profesor Felipe Alejandro Extremiana Unanue, en Amorebieta.

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"Recuerdo perfectamente a mi madre abrazando el cuerpo de mi padre muerto. Yo también lo abracé", relata García Arrizabalaga, en una dependencia fría y austera del centro donde estudió Empresariales. También le viene a la memoria que llovía mucho, y que su padre se había ofrecido a llevarle en coche a la Universidad. Él se negó. "Siempre iba en bici, hiciese bueno o malo", aclara.

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Al García Arrizabalaga chaval se lo comió la rabia y la impotencia. "Transité por un camino de odio hacia los que asesinaron a mi padre, hacia ese mundo... Luego me di cuenta de que el odio sólo sirve para destruirse a uno mismo y a lo que te rodea. Es una enfermedad. Entonces decidí transformar esas energías y me comprometí en diversos movimientos por la paz", explica.

Ahora, aquel joven tiene 49 años, es padre de dos niñas de ocho y seis, a las que ha explicado que su abuelo murió asesinado pero añade que las ha educado "sin odio, ni rencor". "Tal vez algún día mis hijas puedan convivir con las de los asesinos de mi padre", elucubra el profesor.

Al volver a 1980 García Arrizabalaga relata que sus compañeros de clase se manifestaron en repulsa por el atentado y que CC OO convocó un paro en Telefónica para denunciar el crímen pero sostiene que "fueron hechos muy puntuales. Existía un autismo social en el mundo de las víctimas del terrorismo", recuerda.

La visibilidad de las víctimas, el hecho de poner rostro al sufrimiento y la agitación de conciencias suponen para el hijo del entonces directivo de Telefónica un hito en la sociedad vasca. Pone como ejemplo el Día de la Memoria que hoy se celebra y cita a Maixabel Lasa, la responsable de la Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco, al apuntar que "hace 20 años este acto se hubiera considerado una provocación". El profesor de Deusto redondea su discurso exigiendo verdad -todavía no sabe quiénes fueron los asesinos de su padre- y justicia, -"no deben quedar impunes"-.

Por memoria, Caty Romero Lucas, de 48 años, viuda del sargento de la Policía Municipal de San Sebastián, Alfonso Morcillo Calero, se quedó a vivir en Lasarte. A ella, de Badajoz, sólo le ataba al País Vasco su marido, y aquí "sin casi amigos, ni familiares" ha digerido el asesinato, la soledad y la incomprensión.

El 15 de diciembre de 1994, los miembros del comando Donosti Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, el también responsable del asesinato del edil popular Miguel Ángel Blanco, y Juan Ramón Carasatorre, dispararon por la espalda y a bocajarro al policía municipal. En el atentado también participó Valentín Lasarte, ahora expulsado de ETA. Romero Lucas no fue consciente de que a su marido le había asesinado la banda terrorista hasta que llegó al Hospital Nuestra Señora de Aranzazu. Le extrañó que en la puerta le esperaran varios políticos, al igual que le pareció raro que cuando se encontró a su marido tendido en la acera de su casa la Ertzaintza acordonara la zona. Alguien, no sabe quién, le avisó por el telefonillo de que bajara a la calle, que su marido se había mareado. Morcillo Calero fue una de las personas que denunció la presencia de topos relacionados con ETA en la Policía Municipal de San Sebastián.

Desde entonces, como asegura, siempre piensa en lo peor cuando alguien le llama a una hora intempestiva a casa. "Suelo preguntar qué ha pasado, nunca cómo estás o qué quieres", añade.

Uno de los recuerdos de aquellos días que con mayor amargura guarda fue que "nadie se acercara. Estuve 20 minutos sentada en la calle mientras llovía. Y viendo que nadie se me acercaba". Por primera vez, la voz cálida de Romero Lucas y con un acento que remite al sur se entrecorta al otro lado del teléfono. Esa sensación parece que todavía dura.

La maestra extremeña sólo llevaba cuatro años casada con Morcillo Calero cuando le asesinaron, los mismos que le conocía y que llevaba viviendo en el País Vasco. En la capilla ardiente se hizo la promesa de quedarse para luchar por la memoria de su marido, también de Extremadura, a costa de estar sola y lejos de su familia. Hoy no se plantea irse, "todavía queda mucho por hacer".

-¿Cree que el distanciamiento de Valentín Lasarte de ETA es sincero?

- No, por cómo le vi en el juicio de mi marido.

El lamento de Quiroga

La presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, admitió ayer que Aralar tiene razón al expresar su "descontento" por la gestión del acuerdo sobre el Día de la Memoria, que debería haber buscado la "unanimidad" para lograr una declaración institucional y no una de Presidencia. Sin embargo, entiende que aún no es momento de que se reconozca a "todas" las víctimas porque "desvirtuaría" el de las de ETA, banda que constituye el "problema evidente" en estos momentos.

En declaraciones a Radio Euskadi, defendió la celebración del Día de la Memoria como una jornada "importante" porque "por primera vez en la historia, se va a establecer ese día en el que todos seamos capaces de recordar la historia de dolor de todos estos años.

Alternatiba, a su vez, también se desmarca de los actos institucionales de hoy porque cree que "se excluye" a una parte de las víctimas.

Los dos atentados

- Los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaron a Juan Manuel García Cordero, delegado de Telefónica en San Sebastián en 1980. Dos años más tarde también acabaron con la vida de su sucesor en el cargo, Enrique Cuesta Jiménez, y de su escolta, Antonio Gómez García

- Los terroristas acusaron a ambos de connivencia con la policía en unas escuchas.

- Los familiares de García Cordero no saben quién cometió el crimen. Nadie ha sido juzgado por ello.

- Los etarras Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, y Juan Ramón Carasatorre descerrajaron en 1994 un tiro en la cabeza a Alfonso Morcillo Calero, sargento de la Policía Municipal de San Sebastián.

- En el atentado también participó Valentín Lasarte. El agente había investigado la existencia de topos de ETA en el cuerpo.

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