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La crisis paraliza las urbanizaciones con golf

La previsión era alcanzar los 70 campos en 2015

El empresario Francisco Roig, presidente de Roig Grupo Corporativo, anunció en 2005 el desarrollo de 10 campos de golf con sus correspondientes urbanizaciones en los más de cuatro millones de metros de suelo rústico que había acumulado. Eran los días del boom urbanístico y pretendía invertir 3.000 millones de euros y crear 10.000 empleos con estos proyectos. Hasta se asoció con la empresa que disponía de la licencia del circuito profesional americano de golf. Pero seis años después, aquel anuncio representa la metáfora de un viaje a ninguna parte, el emprendido por el sector del ladrillo tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

El mismo año en que Roig escenificó la puesta de largo de su ambicioso proyecto, se publicaron varios estudios que reflejaban la envergadura de la eclosión urbanística en la Comunidad Valenciana y sus excesos. Una proyección de la Confederación Hidrográfica del Júcar y la Mancomunidad de Canales del Taibilla sobre las necesidades futuras de agua situaba en medio millón el parque de segundas residencias en el horizonte del 2015 y en 70 los campos de golf en funcionamiento. Entonces solo había 22 en la Comunidad Valenciana (hoy son 27), con un consumo medio de 39 hectómetros cúbicos anuales.

En seis años apenas han prosperado media docena de promociones
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La mayoría de los complejos se proyectaron en las comarcas de Las Marinas, La Vega Baja, Camp de Túria y La Plana. Seis años después, apenas han prosperado media docena de proyectos.

El fiasco del boom de los campos de golf no ha podido evitarlo ni el empeño de la Generalitat y los ayuntamientos, que no dudaron en dar su visto bueno a las diversas iniciativas que se presentaron en tropel. En Castellón, es muy recordada la animosa actitud del presidente de la Diputación, Carlos Fabra, a la hora de incentivar y reclamar la puesta en marcha de nuevas instalaciones. En Valencia, su homólogo Alfonso Rus quiso construir uno en la calurosa Xàtiva, mientras que desde Alicante se intentó exportar la idea de que el golf sería el gran atractivo turístico provincial.

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El Consell decidió finalmente poner algo de orden en la avalancha de proyectos urbanísticos con campo de golf que pretendían salpicar todo el territorio. El 5 de diciembre de 2006 se publicó la Ley Reguladora de Campos de Golf de la Comunidad Valenciana, impulsada por Rafael Blasco, entonces consejero del ramo. Blasco defendió la norma frente a las críticas de los ecologistas y agricultores, que alertaron de que contradecía la norma estatal que da prioridad al agua para uso agrícola sobre el recreativo. Según la consejería, el consumo de agua de los nuevos campos solo representaría el 0,05% del total. La crisis prácticamente ha dejado sin aplicar la ley.

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