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Tribuna:Los desastres de la guerra
Tribuna
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Cueste lo que cueste

Hace 10 años murieron Miguel Gil Moreno y Kurt Schork en una emboscada en una carretera de Sierra Leona y parece que desde entonces se nos cayó encima el Periodismo. Ahora todo es pesimismo, crisis económica, escasez de confianza, flaqueo de valores y anuncios (quizá algo prematuros) de la muerte del papel. La supuesta globalización ha generado en estos tiempos de recorte y prudencia una exasperante uniformidad en las noticias y los enfoques. El Roto retrató el problema en una gran viñeta: "No hay menos guerras sino menos periodistas que van a ellas".

En momentos así, de desesperanza, sobre todo para los jóvenes que aspiran a ser algún día periodistas, es bueno pararse, respirar y reflexionar. Este ejercicio de ensimismamiento es sobre todo de motivación, un truco para poder arrancar la máquina del optimismo.

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Cuando se piensa en periodistas como Miguel y en los españoles que murieron después -José Couso, Julio Anguita Parrado y Ricardo Ortega- resulta más fácil encontrar motivos para la lucha, para desplegar una saludable tozudez en la defensa de nuestros sueños.

Siempre habrá periodistas como ellos, gente que cuenta historias contrastadas y veraces, porque siempre habrá personas interesadas en leer, ver o escuchar esas historias sea cual sea su soporte. Es la esperanza fundamental, que siempre haya alguien al otro lado.

Internet democratiza las voces y multiplica las posibilidades de contar noticias. Es una gran ventana laboral para miles de freelance, periodistas que no trabajan para un medio fijo, que se pagan sus gastos y venden su trabajo al mejor postor, si lo hay. El problema para ellos, y para los periodistas en plantilla, es el dinero, financiar un viaje que exige seguros de vida especiales, chalecos antibalas, cascos y hoteles de precios prohibitivos en manos de especuladores. Cubrir una guerra es caro, tener información propia, de primera mano, honesta y fiable cada mañana o cada media hora en la web es caro, muy caro.

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Siempre serán necesarios camarógrafos como Miguel Gil y Couso, fotógrafos como Juantxu Rodríguez, Jordi Pujol y Luis Valtueña, periodistas de papel como Julio Fuentes y Julio Anguita y freelances como Ortega. No sé si sus trabajos se verán y leerán en medio clásicos -diarios y revistas de papel o televisiones por TDT, cable o satélite- u otros ya descubiertos o por descubrir, sólo sé que la esencia de este trabajo, la esencia ética de tipos como Miguel Gil, no cambia. Ellos son los herederos de otros muchos -Ernie Pyle, Robert Capa...- en este trabajo que después de todo sólo consiste en ver, escuchar y escribir y pasar el testigo a los que vienen después. Cueste lo que cueste.

Más información en Fundación Miguel Gil Moreno

Foto de archivo de junio de 1994 del periodista español Miguel Gil Moreno trabajando para la agencia AP en Mostar (Bosnia).
Foto de archivo de junio de 1994 del periodista español Miguel Gil Moreno trabajando para la agencia AP en Mostar (Bosnia).AP
Pato, la madre de Miguel Gil, reza en el lugar donde mataron a su hijo, acompañada por el misionero Chema Caballero. Rogberi, junio de 2003.
Pato, la madre de Miguel Gil, reza en el lugar donde mataron a su hijo, acompañada por el misionero Chema Caballero. Rogberi, junio de 2003.GERVASIO SÁNCHEZ

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