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Berlusconi y la Liga Norte descartan anticipar las elecciones

Bossi se niega a aceptar la entrada de los democristianos en la coalición de Gobierno

De momento no habrá elecciones anticipadas en Italia. Pero el acorralado primer ministro, Silvio Berlusconi, hoy en minoría en el Parlamento tras purgar a su aliado Gianfranco Fini del Pueblo de la Libertad, el partido que ambos fundaron hace un año, no podrá ofrecer a los democristianos entrar a formar parte de la coalición de Gobierno para recomponer una mayoría sólida.

Este acuerdo doble pero precario es el resultado de la cumbre celebrada hoy entre Berlusconi y su socio Umberto Bossi, histórico líder de la Liga del Norte y ministro para las Reformas.

El pacto consiste en que todo sigue igual. Es decir, Bossi frena la incorporación al Gobierno de la UDC, deseada por Berlusconi como antídoto a la fuga de Fini, y a cambio aplaca de momento sus viscerales ambiciones -"¡a votar, a votar¡"- expresadas en los últimos días desde Radio Padania, la emisora oficial de la Liga.

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El Gobierno continuará así en teórica minoría, pero la pelota pasa ahora al tejado de Fini, que al formar con 35 diputados y 10 senadores el nuevo grupo parlamentario Futuro y Libertad ha roto la mayoría absoluta salida de las urnas en 2008.

Ahora, si los finianos votan contra los cinco puntos que someterá en septiembre Berlusconi al Parlamento como cuestión de confianza, este y Bossi parecerán inocentes y podrán presentar a Fini como el traidor que hizo caer al Gobierno surgido de las urnas en 2008.

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Berlusconi convocó la cumbre de la coalición en una de sus mansiones, Villa Campari, a orillas del Lago Maggiore. A la reunión asistió además la cúpula de la Liga, y el ministro de Economía, Giulio Tremonti, más inclinado hacia las ideas federalistas de Bossi que hacia las pretensiones inmunitarias de Berlusconi y que suena cada vez con más fuerza como sucesor del magnate milanés en caso de que unas posibles elecciones no diesen una mayoría clara.

Los tres hombres fuertes del Gobierno débil decidieron prolongar unas semanas más la vida vegetativa del Gabinete con la idea de esperar los nuevos movimientos del disidente Fini y dejaron así en las manos del presidente de la Cámara el futuro de la coalición.

La cumbre duró tres horas, y la conclusión, según dijo Bossi a la salida, fue seguir adelante. El pacto tácito es claro, pero difícil de llevar a la práctica: la Liga votará el nuevo escudo judicial que Berlusconi necesita con urgencia para salvarse de una condena probable en el caso Mills, y a cambio este acelerará la reforma federalista que exigen Bossi y Tremonti para que los contribuyentes del norte del país dejen de sufragar la mala administración del sur.

En todo caso, la ruptura del PDL ha traicionado el encargo de estabilidad que sus electores enviaron hace dos años, y el proyecto populista de Berlusconi parece herido de muerte. Sobre todo, porque el adelanto electoral no le garantiza esta vez una victoria cómoda. Los sondeos revelan que, si se fuera hoy a votar, las urnas solo favorecerían a la Liga Norte, que subiría hasta el 12% o el 13%. Todas las demás fuerzas, salvo Fini, que podría obtener un 6% de los votos si formara un nuevo partido, empeorarían sus resultados.

El adelanto electoral, en todo caso, no es potestad del Gobierno sino del presidente de la República, que podría buscar antes un Gobierno técnico alternativo para garantizar la gobernabilidad del país en un escenario de incierta recuperación económica. El pacto de Villa Campari dificulta también esa solución, querida por los democristianos y por una parte del Partido Democrático, ya que Berlusconi la presentaría como un diseño subversivo de Fini y Napolitano con la oposición "comunista".

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