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Rousseff pone firme al general y ministro de Seguridad Nacional de Brasil

El militar pide perdón tras afirmar que no es "ninguna vergüenza la desaparición de presos políticos durante la dictadura militar"

La imagen de la primera mujer brasileña y ex guerrillera, Dilma Rousseff, presidenta de la República, pasando revista al Ejército la tarde de su toma de posesión está aún ante los ojos de la gente como símbolo de que el país ha quebrado un nuevo tabú.

Con fama de mujer fuerte, Dilma suele acusar a los políticos de ser demasiado débiles. Suele también afirmar que cuando un hombre es duro se dice de él, positivamente, que tiene carácter, y que cuando lo es una mujer es acusada de ser un hombre. La presidenta acaba de poner firme al ministro del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), general José Elito de Carvalho Siqueira, por haber afirmado que "no era ninguna vergüenza la desaparición de presos políticos durante la dictadura militar".

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Reprendido por Dilma, el general le pidió perdón aunque intentó disculparse echando la culpa sobre la prensa que "habría interpretado mal sus palabras".

La nueva ministra de la Secretaría de Derechos Humanos, Maria do Rosario, en su discurso de toma de posesión, había sido más bien dialogante con los militares. Por primera vez llamó "periodo excepcional" a lo que su antecesor en el cargo Paulo Vannuchi había llamado siempre "dictadura".

Recordando, que la nueva presidenta Rousseff, que fue parte activa en la lucha contra la dictadura, ya había afirmado en su discurso que "no conservaba rencores" y que no quería revanchas, Do Rosario afirmó que su ministerio "está movido por el reconocimiento de que en el Brasil de hoy y en el Estado no hay ninguna institución contra la democracia".

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Según la nueva ministra de Derechos Humanos "las Fuerzas Armadas son parte de la consolidación democrática de Brasil y existe en ellas el deseo de trabajar conjuntamente en dicho proceso".

Dicho eso, Do Rosario, confirmó que va a llevar adelante el proyecto presentado por su antecesor, por deseo del ex presidente Lula de crear la Comisión de la Verdad, que indague los lados aún oscuros de los tiempos de la dictadura y sobre todo el paradero de los presos políticos desaparecidos cuyos restos mortales exigen los familiares de las víctimas, de los que el ministro Siqueira se había atrevido a afirmar que dicha desaparición "no era una vergüenza" para el país, pues hizo parte de la lucha política de aquel momento de los militares contra quienes querían imponer un régimen comunista soviético en Brasil.

La Comisión de la Verdad, que deberá ser discutida y aprobada o rechazada por el Congreso, no pondrá en discusión el decreto de amnistía ya aprobado y que alcanzó a los dos bandos, aunque sí desea indagar los secretos aún sin destapar de los archivos militares. Constará de seis personalidades de reconocida idoneidad democrática que deberán ser designados por la presidenta y ex guerrillera Rousseff.

El ministro de Defensa, Nelsom Jobim, que ha permanecido en el cargo por deseo expreso de Lula, mientras había tenido no pocas fricciones con el anterior ministro de Derechos Humanos, Vannuchi, esta vez, frente al discurso conciliador de su sucesora Do Rosario, ha dicho que no se opondrá a la creación de dicha Comisión de la Verdad, dando a entender incluso que participarán en su creación también las Fuerzas Armadas.

La tarde de la toma de posesión de la presidenta Rousseff, durante su discurso en el Congreso, los representantes de las Fuerzas Armadas estaban sentadas al lado de las 11 compañeras de cárcel de la nueva presidenta durante la dictadura y aplaudieron juntos cuando Rousseff dijo que no mantenía de aquel periodo "ni arrepentimiento ni resentimientos ni rencores".

Dilma Rousseff, tras su toma de posesión, saluda junto a su hija Paula a su llegada al Palacio de Planalto, en Brasilia.
Dilma Rousseff, tras su toma de posesión, saluda junto a su hija Paula a su llegada al Palacio de Planalto, en Brasilia.AFP

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