El paraíso de recursos naturales que es Kazajistán ha convertido a Nazarbáyev en un dictador cortejado por flamantes defensores de la democracia y la libertad. Al dictado de sus sueños megalómanos, mandó construir una nueva capital para el país que dirige incontestablemente desde hace 21 años. Astaná es hoy un caótico delirio urbano de grandeza
Mezcla de modernidad y delirios de grandeza, Astana, la nueva capital de Kazajistán, ha pasado de ser una vieja fortaleza rusa a convertirse en un Manhattan en la estepa de Asia central. Financiada por los petrodólares del Caspio, es el mejor ejemplo de la megalomanía del presidente Nazarbáyev.