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Un líder tranquilo y con rivales

Hamid Karzai, el futuro presidente de Afganistán, está señalado por sus enemigos como el favorito de Washington

Francisco Peregil

Hamid Karzai, jefe de la tribu pastún de los popolzai, es todo lo tranquilo que puede ser un hombre en un país como Afganistán. Y es precisamente ese temple lo que le ha procurado la animadversión de otros líderes pastunes, quienes opinan que no tiene ni el prestigio ni los redaños suficientes para llevar las bridas de un país como Afganistán.

De hecho, los propios pastunes afines al ex rey, como lo ha sido siempre Hamid Karzai, lucharon para que se eligiera a un uzbeko y consejero del antiguo monarca en lugar de Hamid Karzai. Fueron los votos de la Alianza del Norte quienes inclinaron la balanza a favor de Karzai.

Karzai no es líder como Gul Agha, el jefe pastún de la tribu sherzai que combate al sur de Kandahar y cuyo padre era conocido como el León de Kandahar. No. Hamid Karzai es, a sus 44 años, lo que en Pakistán y en Afganistán se conoce como una persona bien educada, a pesar de que en su currículo los estudios empiezan y terminan con el bachillerato y algún curso en India. Está casado desde hace dos años con una doctora que no ejerce como tal, sino como trabajadora social con los refugiados afganos, no tiene hijos y se declara amante de los libros sobre política. 'Uno de los últimos libros que ha leído', comenta su hermano Ahmad, 'es el que escribió el padre del actual presidente de EE UU sobre la guerra fría. A mi hermano le llamó la atención que en todo el libro no se mencionase ni una sola vez la palabra Afganistán, cuando murieron dos millones de afganos y otros dos millones salieron del país'.

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Este terrateniente, nacido como todos los Karzai en el pueblo de Karz, a tres kilómetros de Kandahar, viceministro de Exteriores entre los 33 y los 35 años, fue un destacado combatiente antisoviético en los ochenta.

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El 14 de julio de 1999, Ahmad Karzai, uno de los siete hermanos de Hamid, lo llamó por teléfono en la ciudad paquistaní de Quetta. Le dijo: 'Han matado a nuestro padre. Cuando venía de rezar en la mezquita, dos pistoleros montados en moto le han disparado y han huido'.

'Hamid no perdió la compostura en ningún momento', recuerda el hermano. 'Todos sabíamos que lo habían matado por órdenes directas del mulá Omar. Nuestro padre fue un fiel servidor del antiguo rey, fue durante dos mandatos presidente de la Cámara baja de Afganistán y cuando llegaron los talibanes, lo detuvieron. Después escapó y se vino a Quetta. Y el segundo era mi hermano Hamid. Mi madre y yo le pedimos que se fuera'.

En EE UU no le faltaban ciudades donde hospedarse. Tanto sus seis hermanos como su hermana Fawzia viven repartidos entre Boston, Chicago y Washington. Poseen cuatro prósperos restaurantes afganos, todos con el nombre de Helmand, provincia vecina de Kandahar. 'En Chicago hay 20.000 restaurantes y el que tengo yo allí está entre los 10 primeros de la ciudad, según una revista especializada. Y el que tenemos San Francisco, está entre los 10 primeros de Estados Unidos', sentencia Ahmad.

Lo tenía fácil para irse a EE UU. 'Llegó mucha gente diciendo que Hamid iba a ser el próximo en caer a manos de los talibanes. Pero él decidió quedarse en Quetta. Desde Pakistán podía luchar por la unidad de Afganistán', comenta el hermano. Sin embargo, el propio Ahmad Karzai reconoce que el que va a ser presidente de Afganistán, en 1994 mantenía buenas relaciones con los talibanes.

En 1996 los talibanes lo propusieron como embajador ante la ONU. 'Pero no aceptó porque las relaciones se habían deteriorado ya'. Algunos líderes pastunes aún le reprochan que no hubiese vengado de la muerte del padre. Y la mayoría de ellos le acusan de haber recibido el apoyo militar y monetario de EE UU sin merecerlo. 'No tiene entre nosotros la autoridad ni el respeto que se había ganado su padre. Y méritos militares no tiene ninguno. Los americanos lo pusieron en Afganistán con un helicóptero, lo sacaron de la única emboscada que sufrió y desde entonces no ha pegado un tiro. Dice que está negociando, pero los frutos de esas negociaciones no se ven por ningún lado', comenta un pastún de la tribu kakar.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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