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El ultra Le Pen irrumpe en las presidenciales al lograr las firmas para ser candidato

Las 17 candidaturas a la presidencia de Francia se convierten en un récord histórico

Nunca hubo tantos candidatos, pese a la frialdad aparente con la que se desarrolla la campaña presidencial en Francia. Dos tercios de los electores confiesan su escaso interés, pero nada menos que 17 personas aspiran a sus votos para disputarse el Elíseo pulverizando así el récord anterior, alcanzado con los 12 candidatos de 1974. El Consejo Constitucional dirá hoy si todos cuentan de verdad con las firmas de 500 cargos electos, requisito indispensable para concurrir; pero el más dudoso, que era el ultra Jean-Marie Le Pen, ha dado por hecho que se presentará.

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A sus 73 años, Le Pen concurre por cuarta vez a la presidencia de Francia. El caudillo ultraderechista ha animado ruidosamente la campaña durante tres semanas tras descubrir que unos 250 alcaldes, que le habían prometido avalarle, no querían estampar su firma a la hora de la verdad.

Caracterizado por una política contraria a la inmigración, el Frente Nacional, que dirige Le Pen, ha obtenido tradicionalmente hasta el 15% de los votos en las elecciones de ámbito nacional. Los sondeos actuales le atribuyen alrededor del 10%, tantos como a la trostkista Arlette Laguiller o al republicano Jean Pierre Chevènement.

Los votos de la ultraderecha han planteado siempre un problema para el actual presidente, Jacques Chirac, puesto que la segunda vuelta se gana con los sufragios aportados por los candidatos minoritarios de los sectores 'próximos'. A través de un libro periodístico, Le Pen imputó a Chirac unos contactos secretos para apoyarle en la segunda vuelta de las presidenciales de 1988, negados siempre por el jefe del Estado saliente. Esa polémica, unida a los dimes y diretes en torno a si podría presentarse, han ahorrado al líder del Frente Nacional explicar en qué consistirá su campaña de este año: '¡Me lo han impedido!', exclama Jean Marie Le Pen alimentando el victimismo.

Ultraderecha declinante

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Hay quien cree que todo ha sido el fruto de un golpe mediático para vivificar a un sector político, sin duda amplio, pero de influencia declinante, que necesitaba de un elemento para movilizarse. Otros observadores tienden a pensar que Francia se ha moderado lo bastante como para que sencillamente muchos cargos electos hayan preferido ahorrarse la publicación de su nombre entre los avalistas del dirigente ultraderechista.

Si el Consejo Constitucional da hoy por buenas las candidaturas presentadas -el ex ministro Charles Pasqua no ha podido o no ha querido aportar sus avales abrumado por los sondeos, que le auguran menos del 2%- quedará confirmada la teoría de la balcanización de la política francesa en el sentido de que la sociedad política parece más partida que nunca.

La lista definitiva debería contener dos ultraderechistas (el citado Le Pen y Bruno Mégret), cuatro conservadores (Jacques Chirac, François Bayrou, Alain Madelin y Christine Boutin), el republicano-soberanista Jean Pierre Chevènement, el socialista Lionel Jospin, el ecologista Noël Mamère, nada menos que tres trostkistas (Arlette Laguiller, Olivier Besancenot, Daniel Gluckstein), el comunista Robert Hue y varios candidatos temáticos, como Jean Saint-Josse, que se presenta por los cazadores, o Nicolas Miguet, representante de los defensores de una rebaja drástica de impuestos.

Que este fenómeno de multiplicación es algo más que folclórico y anecdótico parecen avalarlo los sondeos: el último disponible, realizado por el instituto Louis Harris y que se publicará en el periódico Libération, atribuye a Chirac y Jospin un 21% de votos cada uno en la primera vuelta. 'Los candidatos convencionales tienen dificultades para imponerse ante el progreso de las candidaturas de protesta', explicaron ayer los autores del sondeo citado.

Y, sin embargo, los candidatos que se supone que estarán en la segunda vuelta, Jospin y Chirac, fueron los que aportaron ayer declaraciones de cierta importancia.

Política exterior

A primera hora de la tarde, Jospin lanzó la propuesta, 'a título personal', de enviar 'una fuerza de interposición internacional' a Oriente Próximo. Tres horas después de la conferencia de prensa de Jospin, el jefe del Estado, Jacques Chirac, midiendo sus palabras en una entrevista televisada, dejó claro que respetaba esa idea, pero le negó originalidad, asegurando que él ya 'había intentado' convencer al presidente de Estados Unidos, Georges W. Bush, durante la cumbre del G-8 celebrada en Génova.

Tanto el presidente como el primer ministro salientes hablaron esta vez de política exterior por separado, por primera vez tras el consenso mantenido durante la reciente cumbre de la Unión Europea en Barcelona. Se trata de un evidente intento del socialista Lionel Jospin de situarse como un auténtico presidenciable y no sólo como primer ministro, siempre subordinado al presidente de la República en cuestiones de política exterior.

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